Manuel Gutiérrez Aragón, el segundo de los relatos que
componen el autor de Gloría mía, en
este texto se describe la vida de Valentina que, a través del ojeador de
historias como se llama al narrador, descubrimos su dura vida. Aquí os dejo el enlace al relato
completo.
Luis Tinoco |
(…) A los pocos días de estar aquel
hombre en casa, Valentina sorprendió a su madre y al intruso en la cuadra,
besándose y abrazándose.
El hombre, luego, trató de hacerse
amigo de ella, cosa que consiguió hablándole del padre que Valen nunca había
conocido. Le había tratado mucho. Había estado con él en Venezuela, cuando
vendía helados de colores, y en Toronto y Vancouver, siempre empujando el
carrito con motivos típicos del trashumante people from Pas, que algunos
confundían con los de los indios iroqueses.
Valentina le escuchaba extasiada
cuando llegó la noticia de que precisamente el padre había muerto, y que su
cuerpo llegaba en un furgón fúnebre para ser enterrado en el cementerio del
Valle.
—No guardaron mucho luto, ni
siquiera llegaron a ver el cadáver, que había venido en un féretro color
mantecado de vainilla— dijo Luis.
—Pero lo curioso, la coincidencia,
quiero decir —continuó—, es que el director de la Caja, mi antecesor en el
cargo que ahora ostento, desapareció sin dejar rastro. Oye, qué casualidad que
la madre se librara de él cuando enterraron a su propio marido, ¿o no? Porque
si al director se le ha cargado alguien, como dicen algunos, su cadáver nunca
ha aparecido. Y sin cadáver no hay crimen.
Luis se limpió con un paño suave sus
gruesos cristales de culo de vaso. (…)
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