miércoles, 14 de agosto de 2013

En el periódico, El País, agosto de 2013: Cinco piezas fáciles / 5: Un airoso bergantín de Manuel Gutiérrez Aragón



Manuel Gutiérrez Aragón, último relato de la serie en el que se da una historia en el la libertad del protagonista merma cuando escribia pues su tío le censuraba todo lo que leía o escribia. Aquí os dejo el enlace al relato completo.

Luis Tinoco
(…) Mis primeras páginas fueron escritas ahí, al otro lado del paso de montaña, en la casona de los abuelos en la que veraneábamos sus diez hijos y los veintidós nietos; entre ellos yo mismo. Quiero decir, las primeras páginas escritas con voluntad de que fueran una historia. Comenzaban con algo así como: “Un airoso bergantín estaba llegando a puerto. Corría el año de 1700…”.
Lo escribí de varias maneras y no avanzaba mucho. Unas veces el bergantín era goleta, en alguna de las redacciones el navío surcaba el mar con las velas al viento, en otras ya se estaba balanceando graciosamente en el puerto.
Uno de mis parientes, el tío Túbal, militar retirado, del que recuerdo que tenía una mano metálica cubierta por un guante negro, vigilaba mis lecturas. Me sometía a espionaje.
El suelo de madera avisaba cuando Túbal se acercaba a donde yo estuviera, intentando sorprenderme en no se sabe qué.
—Tú escribes. ¡Escribes cosas! Di la verdad.
En el comedor, me señalaba ante los asombrados familiares presentes, niños, niñeras, primos, tíos, abuelos.
—¡He visto papeles con su letra! ¡Pretende ser escritor!
Parecía una acusación. Y él tenía mucha autoridad en la familia.
Un buen día me encontró varios ejemplares de la revista satírica La Codorniz. Los rompió en mil pedazos, como si fuera el enemigo. En cambio, dejó intactas algunas novelas de Joaquín Belda y también de Dostoievski. (…)

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