La
narración de esta historia comienza en Resistencia, una ciudad del noreste
argentino, su familia son militantes montoneros, una organización guerrillera
argentina que se desarrolló entre 1970 y 1979. En sus primeros descubre que su
madre fue encarcelada por ser subversiva a la dictadura militar, es por ello
que son investigados por la policía en constantes ocasiones.
Más
adelante, cuando crezca empezará a dedicarse a periodismo, corrigiendo textos o
escribiendo artículos para revistas, también comenzara a correr largas
distancias para notar las sensaciones de los grandes atletas en las maratones.
Cuando, de forma inesperada, es el elegido para llevar un taller de literatura.
Poco después será elegido para escribir la crónica de los juicios de la Masacre
de Margarita Belén.
Quirós
nos lleva en sus narraciones fragmentadas a través del recuerdo de la niñez
describiendo sus gustos por aquellas cosas que descubrimos; las canciones, los
libros, y ya en la adolescencia, la marca de cigarrillos preferida todo ello
mientras descubre que su madre fue una vez secuestrada durante la dictadura. La
novela se divide en tres partes que
diferencian el crecimiento del narrador a través de su historia y la de
Resistencia, el lugar en el que vive y que, al llegar a la madurez comenzará a
descubrir a sus habitantes que narran, en un taller literario como son ellos
testigos de su pasado, mientras se aficiona a correr con su padre durante unos
kilómetros. En la última parte del texto (que da comienzo con una cita de
Haruki Murakami de su ensayo De qué hablo
cuando hablo de correr) su protagonista nos cuenta su visión frente a los
criminales de la dictadura militar en la que se vio involucrada su madre, muy a
su pesar, es por ello que describe la historia de aquel tiempo y a la vez
asiste a los juicios de aquel desgraciado tiempo. Mariano ha creado una novela
en la que describe el mal sin insistir en la violencia pero siendo siempre
sincero con el sufrimiento de las víctimas, todo ello de forma valiente frente
al horror político, en definitiva una novela que describe el camino desde la
niñez a la cercana madurez del narrador el cual trata de dar sentido a todo su
vida a través de la literatura y noble ejercicio de correr.
Recomendado
para aquellos que les guste correr, en esta novela encontraran una pequeña
historia de superación, también para aquellos que tengan curiosidad sobre la
Masacre de Margarita Belén y las consecuencias que provocan en los personajes
de la novela, y por último para aquellos que quieran leer sobre las tragedias y
desgracias que sucedieron durante la dictadura y las crueldades que se
cometieron durante aquel tiempo.
Extractos:
En el año 2006, con la nulidad de
las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, empiezan los juicios. El primero
arranca en Buenos Aires, en los Tribunales de Comodoro Py, llamados así por
encontrarse, precisamente, sobre la avenida Comodoro Py, en el barrio de
Retiro. Por ser el primero, será un juicio histórico. Pero lo será también por
quien resultará condenado: Julio Simón, alias el Turco Julián, uno de los
torturadores más siniestros e implacables que contó la última dictadura.
Sargento de la Policía Federal, trabajo del Turco Julián comprendía las tareas
básicas o, mejor dicho, más sucias: secuestrar y torturar. Dicen que, además de
psicópata, el Turco Julián era un ignorante, un pobre tipo. Usaba llaveros
decorados con esvásticas, se ensañaba con los presos judíos y les hacía escuchar
marchas nazis en las torturas. Leo en el diario el testimonio de una
sobreviviente: «En El Olimpo (uno de los centros clandestinos donde se cumplió
funciones) el Turco Julián me aplicaba la picana por no conocer el
padrenuestro, mientras decía: “Esta noche hacemos jabón”». Con la ley de
Obediencia Debida zafó de los primeros juicios. A fines de los años noventa, se
hizo famoso gracias a la televisión. Salió en varios programas justificándose a
sí mismo y a la dictadura. Decía que los desaparecidos estaban todos en España.
Otro sobreviviente del Olimpo, al que obligaban a realizar tareas de
mantenimiento en ese centro clandestino, declaró: «Yo tenía que preparar la
comida, lavar los platos, limpiar baños, o sea, tenía que moverme. En uno de
esos movimientos, paso frente a una habitación que estaban usando como sala de
torturas, donde habían dejado la puerta abierta, y ahí estaba Julián
interrogando a un detenido, torturándolo. Pero no lo hacía con la picana. Lo tenía
apoyado sobre la mesa, boca abajo, con los pies colgando hacia el suelo. Había enchufado
un cable con la punta pelada y lo torturaba con los 220 del enchufe. Esto no le
alcanzaba, parece, porque le había metido en el ano un pedazo de palo de
escoba. Entonces la persona, al ser torturada con electricidad, se retuerce y
salta, con lo que el palo de escoba se incrusta aún más en el ano y la destroza
toda por dentro. Esta persona se le murió en la tortura». Un personaje
horrible, un hijo de puta, el Turco Julián.
A papá se le da por correr
alrededor de una plaza. Me lleva para que, mientras él corra, ya pase el tiempo
entre los juegos del arenero. Tal vez con la esperanza, papá, de que yo me haga
algún amigo. Pero lo cierto es que ya estoy grande para eso —para el arenero—,
y me molesta que papá no se dé cuenta. O que no quiera darse cuenta. O tal vez
simplemente no le importa. Como sea. A la tercera vez, y después de verlo
cruzar unas cuantas veces —todo sudado papá, con un short que es en realidad un
pantalón vaquero mal cortado y con una remera muy agujerada, casi que parece un
pordiosero—, me sumo y empiezo a correr a su lado. Él sonríe y nada más. Supongo
que el esfuerzo que hace para mantener la respiración no le permite hablar
mucho. Me hace un gesto con las manos, las sube desde sus costillas hasta la
boca, a la vez que exagera el mohín que supone inspirar y exhalar: me enseña,
al parecer, cómo manejar la respiración. Vaya uno a saber si el suyo es el
procedimiento adecuado, pero no estoy en condiciones de contradecirlo, así que
copio su gesto y corro. Corremos.
Editorial: Destino
Autor: Mariano Quirós Páginas: 192
Precio: 16,90 euros
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