El
primero de ellos es Linterna que nos
habla de una chica que se encuentra en una situación terrible, su familia no la
aceptaba y tras ello, su novio perteneciente a una familia adinerada también la
abandona. A lo largo del relato su protagonista nos hace saber sus sentimientos
tras cada uno de sus actos.
Extractos:
Fue justo este año, en la época en
la que salían las hojas verdes entre las flores de cerezo y se empezaban a
vender claveles y lirios en los puestos de las ferias nocturnas, cuando empezó
a circular el rumor entre las mujeres que iban a la peluquería de que había una
joven caprichosa que había perdido la cabeza por un chico. Recuerdo con
nostalgia aquellos días. Cada noche, cuando caía el sol, Mizuno venía a
buscarme. Solía prepararme con antelación y, antes de que se pusiese el sol, ya
estaba toda vestida y maquillada. Recuerdo que salía y entraba de casa sin
parar para ver si había venido. Al cabo de un tiempo me enteré de que los
vecinos murmuraban sobre mí, riéndose, y me señalaban intentado disimular: «Mira,
Sakiko, la hija del fabricante de geta, se está volviendo loca». Mis padres
también se dieron cuenta de ello, pero no me dijeron nada.
Este año cumplo veinticuatro años,
pero aun sigo soltera. La principal razón es que somos una familia pobre, pero
también influye el hecho de que mi madre fuese en tiempos la amante de un
terrateniente famoso en la ciudad, al que abandonó tras enamorarse de mi padre,
a pesar de todo lo que él había hecho por ella. Poco después nací yo y, como mi
rostro no se parecía ni al del terrateniente ni al de mi padre, el estatus
social de mi familia disminuyó todavía más, incluso hubo una época en la que a
mis padres se les trató como a auténticos marginados. Viniendo de una familia
así, es normal que tenga problemas para encontrar pareja. De todos modos,
aunque hubiese nacido en el seno de una familia adinerada y noble, al ser así
de fea tampoco había tenido mucha suerte que se diga con los hombres. Aun así,
no guardo rencor a mis padres. A pesar de lo que digan, sé que soy hija de mi
padre. Ellos me quieren y yo les trato con todo el cariño que puedo. Ambos son
personas débiles. Incluso a mí, que soy su hija, me ocultan ciertas cosas,
supongo que por vergüenza. Creo que entre todos deberíamos empezar a tratar con
ternura y delicadeza a las personas débiles e inseguras como mis padres. Estaba
convencida de que sería capaz de aguantar cualquier tipo de sufrimiento o
soledad por su bien. Pero cuando conocí a Mizuno, dejé a mi familia de lado.
Colegiala, relato que da título al libro y más extenso, trata
de una joven que no se encuentra cómoda pues en todas las situaciones se siente
triste y sola, todo le parece ordinario, ya sea con la visita en una tarde o el
simple paseo por el campo, de ninguna de las maneras se encuentra feliz más que
unas ínfimas partes. En esta narración su protagonista nos narra sus pesares en
la convivencia en una familia que, desde pequeña, la han tratado como a
fantasma, también conocemos las costumbres y deberes diarios destinados a
tratar de ser un poco más alegre.
Extractos:
Mientras se calentaba la sopa, me
senté en la puerta de la cocina mirando distraída el bosque que se alza
enfrente de nuestra casa. Entonces sentí algo curioso, como si en algún momento
del pasado o en el futuro, sentada de esta misma manera en la entrada de la
cocina, al igual que ahora, hubiese estado o llegase a estar mirando el bosque
de enfrente pensando exactamente en esto mismo. Era como sentir todo el pasado,
el presente y el futuro a la vez. Es algo que me ocurre de vez en cuando. Estar
sentada hablando con alguien en una habitación y quedarme mirando a la esquina
de la mesa con la mirada fija y moviendo la boca sin darme cuenta. Cuando
ocurre, me siento de lo más extraña.
No recuerdo cuándo, pero en una
situación similar, hablando de esto mismo, me estaba fijando en la esquina de
una mesa y sentí claramente que en el futuro me iba a ocurrir eso mismo
justamente. Cuando camino por el campo, incluso si está muy lejos, a cada
momento me asalta la sensación de que ya había paseado por ese mismo camino en
el pasado. A veces voy andando y arranco una hoja de uno de los cultivos
plantados a un lado del camino, y entonces tengo la sensación de que ya había
arrancado esa misma hoja en ese mismo camino, justo en ese lugar, en algún
momento indefinido en el pasado. Y, acto seguido, siento que en el futuro
volveré a arrancar esa misma hoja de ese mismo cultivo, en ese mismo sitio, y
que el proceso se repetirá una y otra y otra vez. Hay más ejemplos. Una vez,
cuando me bañaba, me miré las manos. Entonces, sentí que, dentro de muchos
años, cuando me estuviera bañando, me acordaría de ese mismo instante en el que
me miré las manos involuntariamente y me vendrá a la mente lo que sentí al
haberlo hecho con aquella inocencia. Me entra la melancolía siempre que pienso
estas cosas. Incluso una tarde, cuando metía arroz cocido en un recipiente,
sentí como que algo me recorría rápidamente el cuerpo; aunque suene exagerado,
podría decirse que fue como una inspiración, como algún tipo de pensamiento
filosófico. Aquello me afectó y sentí como si mi cabeza, mi pecho todo mi cuerpo se hubiesen vuelto
transparentes. ¿Cómo explicarlo? Sentí una suave tranquilidad que me hizo ver,
si yo quería, podía llevar una vida verdaderamente hermosa. En aquel momento
era capaz de mantenerme flotando ligera y grácil, como a merced de las olas,
sin decir ni una sola palabra, con una flexibilidad y un silencio similares a
los de los tokoroten cuando salen del molde al empujar la gelatina. En aquel
momento no percibí aquello como una revelación filosófica. Más bien me pareció
algo espantoso. Como el presentimiento de una vida silenciosa, como si fuera un
gato al acecho. Aquello no podía acabar bien. Si una persona se mantiene en ese
estado durante demasiado tiempo, bien podría llegar a perder la cabeza y
convertirse en algo similar a un fanático religioso. Cristo. De todas formas,
me resultaría de lo más extraño convertirme en una versión femenina de Cristo.
El
siguiente texto es, El árbol de cerezo y
el silbido mágico, el cual nos describe la triste vida de una joven que se
encuentra al cuidado de su hermana, la cual tiene una enfermedad que, pronto,
acabará con ella, su protagonista nos narra esta historia a través del recuerdo
pues, todo ello sucedió hace treinta y cinco años. Un relato intenso sobre el
valor del amor, la amistad y, al mismo tiempo, sobre la muerte y la amarga
soledad.
Extractos:
Domm, domm… Un sonido horroroso
comenzó a escucharse a lo lejos, débil, pero muy, muy grave, como si alguien
estuviera tocando un tambor inmenso desde lo más profundo del infierno. Parecía
que proviniese del centro de la tierra o de lo más alto del cielo. No tenía ni
idea de qué podría significar aquel sonido tan macabro. Pensé que me estaba
volviendo loca. Me quedé totalmente bloqueada, incapaz de moverme. Lancé un
grito. Simplemente no podía seguir de pie. Me senté en la hierba y empecé a
llorar angustiada.
Más tarde me enteré de que aquel
terrible sonido no era sino el eco de la batalla del mar del Japón. Se trataba
de los cañonazos de los buques de guerra comandados por el almirante Tōgō, que
destruyeron a la Flota Rusa del Báltico. Creo que fue por aquella época.
Durante todo el día, en la ciudad costera donde vivíamos se estuvo escuchando
de fondo el espeluznante sonido de los cañones que tronaban sin cesar en la
distancia. Imagino que el resto de la gente de la ciudad también debió de
sentir mucho miedo igual que yo, pero lo cierto era que durante todo el día no
tuve ni idea de lo que estaba ocurriendo. Pensaba tanto en mi hermana que casi
perdí la cabeza, estaba convencida de que aquel siniestro sonido provenía de un
tambor que tocaba en el infierno y pasé un rato que se me hizo eterno llorando
en el campo. Cuando empezó a anochecer, me levanté por fin y volví caminando al
templo con aire distraído. Me parecía estar muerta.
—Hermana… —dijo ella llamándome
cuando entré en casa.
La
siguiente narración, Piel y corazón,
es un agobiante texto en el que su protagonista, tras frotarse con salvado de
trigo, en su piel aparecen unos pequeños granos rojos, a lo largo del relato
estos se van extendiendo y a la vez, ella narra sus sentimientos frente a ello
pues, está casada con una hombre que tiene la moral tan baja como ella. Este
relato ofrece una visión sobre cómo era la vida en pareja en aquella época.
Extractos:
Me he encontrado un grano que
parecía una judía roja bajo el pecho izquierdo. Al fijarme, me di cuenta de que
estaba rodeado de pequeños granitos rojos, como si me los hubiesen echado con
un pulverizador. No me picaban ni sentía nada. Solamente me producía cierta
incomodidad tenerlos. Al ir a los baños públicos, me froté con una toalla con
tanta fuerza que casi me quedo sin piel. Creo que aquellos solo hizo que la
cosa empeorase. Cuando volví a casa, me senté frente al espejo para mirarme el
pecho y me encontré con algo terrible. Desde los baños públicos hasta mi casa
no se tardan más de cinco minutos andando, pero en ese corto periodo de tiempo
los granos se habían extendido al menos dos palmos hasta mi barriga. Estaba tan
roja que perecía una fresa. Me sentía como si acabase de contemplar una estampa
infernal y se me nubló la vista. Desde aquel momento mi vida cambió para
siempre. Sentí que ya no era humana. ¿Cómo podía expresar lo que sentía? Casi
me desmayé. Me quedé senada con la mirada ausente durante un rato. Todo a mi
alrededor se volvió de un intenso gris, alejándome del mundo tal y como lo
había conocido. Fue como si me adentrase en un infierno desde el que todo se
escuchaba muy lejano. Contemplando mi cuerpo desnudo frente al espejo, podía
ver cómo me iban apareciendo más y más puntitos rojos como si fuesen pequeñas
gotas de lluvia. Por el cuello, el pecho, la tripa y hasta por detrás de mi
cuerpo. Saqué otro espejo para poder mirar mi espalda blanca y contemplé cómo
esta se me había llenado también de granos, tantos que parecía que me hubiese
caído un granizo rojo encima. Me eché las manos a la cara.
—Mira qué asco lo que he ha salido…
—le dije.
Fue a principios de junio. Él
llevaba una camisa de manga corta y unos pantalones cortos. Acaba de terminar
de trabajar y estaba fumando tranquilamente sentado frente a su escritorio. Se
levantó y vino hacia mí. Me dijo que girase para poder examinarme todo el
cuerpo el cuerpo. Frunció el ceño y volvió a mirarme, presionando algunas zonas
con su dedo.
—¿Te pica? —me preguntó.
En
Nadie sabe la narradora nos cuenta un
extraño recuerdo que le ocurrió cuando era joven. A su amiga la encanta la
literatura, los escritores nuevos que aparecían por aquel entonces y le hace a
ella participe de sus opiniones, tanto que esta le presta sus libros para que
opine sobre ellos, aunque no tengan los mismos gustos en cuanto a escritores se
refiere. Un día su amiga la confiesa que está enamorada al enseñarla un álbum
de fotografías junto a sus escritores favoritos pero, después de aquello,
desaparece. Un relato misterioso y bello sobre las relaciones y los vínculos
que se forman y se pierden, también sobre la pasión todo ello contado desde un
punto de vista melancólico.
Extractos:
Mi padre era gobernador de la
prefectura de Nagasaki, hasta le ofrecieron ser alcalde de la ciudad en una
ocasión. En aquel verano yo tenía doce años y mi madre todavía estaba viva. Mi
padre nació aquí, en Ushigome, pero mi abuelo era de Morioka, en Rikuchū. Vino
a Tokio cuando era joven y empezó a labrarse una carrera en el mundo de la
política y de las finanzas. Podríamos decir que fue un gran hombre de negocios.
Las cosas le fueron bien desde el principio. Pasados unos años, compró esta
casa en Ushigome, y consiguió así poder llevar una vida tranquila. No sé si
sería verdad, pero solía decirme que era del mismo pueblo que Takashi Hara,
aquel político que llegó a primer ministro y al que apuñalaron en la estación
de Tokio hace ya muchos años. Como era mayor que él y tenía muchas más
experiencia en el mundo de la política, le tenía un gran respeto a mi abuelo.
Según él, cada año nuevo, incluso después de haber sido nombrado primer
ministro. Takashi Hara le venía a visitar a Ushigome, aunque esto último es
algo que dudo. ¿Por qué? Porque cuando mi abuelo me lo contó, ya era un viejo
decrépito de ochenta años, vivía solo y lo que más le gustaba era contar
batallitas e inventarse cosas. Yo tenía doce años y todavía no nos habíamos
venido a vivir con él. De hecho, hasta ese momento, y debido al trabajo de mi
padre, no habíamos hecho más que cambiar de ciudad constantemente: Urawa, Kobe,
Wakayama, Nagasaki… yo nací en la residencia oficial de Urawa, así que durante
mis primeros años no tuve mucha relación con mi abuelo. De hecho, casi nunca
veníamos a Tokio. Cuando cumplí doce años, empezamos una vida más tranquila en
Ushigome junto a él, pero, aun así, me seguía pareciendo un desconocido y he de
reconocer que hasta me daba asco. Además, mi abuelo tenía un fuerte acento de
Tōhoku y no entendía muy bien lo que decía, lo que nos distanciaba aún más.
Como yo le ignoraba, él intentaba hacer todo lo posible para llamar mi
atención. Me contó lo de Takashi Hara una noche de verano sentado de piernas
cruzadas en el engawa que da al jardín, alzando los codos y abanicándose con un
paipái. Como me aburría mortalmente su relato, comencé a bostezar de manera
exagerada. Entonces, mi abuelo, me miró disimuladamente y dijo en voz baja,
cambiando de tono:
—Vale, ya veo que lo de Takashi
Hara no te interesa. Pasemos entonces a «¡Los siete misterios de Ushigome!». Érase
una vez…
Le
sigue, Un grillo, en esta narración
su protagonista confiesa lo que siente hacía su marido, tras años de matrimonio
opina sobre la vida artística de este y
sus cambios personales. Un relato bello y corto sobre el paso del tiempo y lo
que provoca en la personalidad de todos aquellos que describe.
Extractos:
El señor Tajima ha hecho mucho por
ti: nunca olvides eso. Todo el éxito del que gozas ahora se lo debes a él. Ha
hecho todo lo posible por ayudarte, incluso en ocasiones ha dejado su negocio
de lado, todo por ti. Es un hombre que confía plenamente en tus capacidades.
Reconozco que, en aquel momento, aquella propuesta temeraria traída por el
señor Tajima me sorprendió mucho, y quizás por eso me entraron tantas ganas de
conocerte en persona. No sé por qué, pero todo aquello me resultaba muy emocionante.
Un día fui a escondidas a la empresa de mi padre para mirar tu cuadro. ¿Aluna
vez te lo había contado? Entré a la sala haciendo como que iba a ver a mi padre
y me quedé contemplando tu obra a solas. Recuerdo que aquel día hacía mucho
frío. Me quedé un buen rato de pie en un rincón de la amplia sala sin
calefacción, tiritando de frío, mientras analizaba tu obra hasta el más mínimo
detalle, intentando averiguar cómo eras tú. ¿Recuerdas? La pintura representaba
un engawa con un pequeño jardín iluminado por el sol. En el engawa no había
nada, solo un cofín blanco. Todo estaba hecho a base de tonos azules, amarillos
y blancos, muy sencillos. Mirando aquella imagen, me acuerdo de que empecé a
temblar tanto que casi no podía mantenerme en pie. Pensé que nadie más que yo
podría entender esta obra en toda su dimensión. Te lo digo en serio, no te
rías, por favor. Incluso dos o tres días después de haber ido a ver el cuadro,
seguía temblando. Fue entonces cuando llegué a la conclusión de que debía
casarme contigo. No me cupo ninguna duda de que tú serías el elegido.
En
el siguiente relato, Chiyojo,
descubriremos que su protagonista, tras la recomendación de su tío, envía un
relato a un concurso, para su sorpresa ese texto gana el primer premio y se
publica en una revista, poco después vuelve a enviar un relato a otra revista
pero esta vez aparece en portada su nombre con grandes letras, todo ello hace
sentir mal a la protagonista porque ella escribe sobre su vida en todas las
narraciones es ahí donde, tras los complejos consejos de su tío, en su casa
crece la tensión por su educación. Un texto cargado de emociones contrapuestas,
de las ganas de ser feliz de su protagonista con las imposiciones de sus padres
para llegar a ser una escritora famosa.
Extractos:
Cuando pienso en aquel relato me
consume la vergüenza. ¿De verdad estaba tan logrado? No sé qué podría ser lo
que lo hacía tan especial. Se titulaba «El Recado» y narraba una anécdota muy
simple, algo de poca importancia que me ocurrió una vez que fui a comprarle
unas cajetillas de Bat a mi padre. La señora del estanco me dio cinco
cajetillas, pero como todas eran de color verde me resultaron monótonas, así
que le devolví una y le pedí que me diese alguna de otra marca cualquiera, pero
que fuese roja. Ya estaba dispuesta a pagar cuando, de repente, me di cuenta de
que no llevaba suficiente dinero. Entonces la señora me sonrió, como quitándole
importancia: «No te preocupes, ya me pagarás en otra ocasión». Recuerdo que me
hizo sentir muy feliz.
Así que coloqué las cajetillas
verdes en mis manos, y sobre ellas puse la cajetilla de color rojo. El conjunto
quedaba precioso, parecía uno de esos cuadros que representaban las flores de
cerezo. El corazón me latía con tanta fuerza que me resultó difícil sostener
las cajetillas en el camino de vuelta a casa.
Vergüenza nos muestra a una protagonista que siente
admiración por un escritor, es por ello que le envía cartas tratando de
ayudarle a mejorar sus escritos, sobre todo en cuanto a los personajes
femeninos, es ahí cuando le confiesa a Kikuko en otra carta toda las
consecuencias, la inocente protagonista tratando una y otra vez de agradar a
Toda, el escritor. En esta narración volvemos a presenciar el sufrimiento de su
protagonista frente a la realidad, la verdad y las apariencias frente aquellas
personas que admiramos.
Extractos:
Me alegra mucho que aquella carta
anónima mía le haya despertado la creatividad tan pronto. Que el apoyo de una
mujer le ayudase a mejorar tan notablemente era algo que ni me podía imaginar
cuando la escribí. Según dice la gente, hasta los grandes maestros como Victor
Hugo o Balzac llevaron a cabo muchas de sus mejores obras gracias al consuelo y
ayuda de las mujeres que los rodeaban. Yo también he decidido ayudarle en lo
que pueda, aunque sea poco. ¡Anímese, por favor! No tiene de qué preocuparse.
Le escribiré de vez en cuando. Es cierto que su último relato muestra un
progreso notable que, aunque sea tímidamente, presenta cierta disección de la
psicología femenina e incluso contiene algunas partes brillantes que admiro
sinceramente. Pero también quedan algunas partes que no llegan a ser lo
suficientemente buenas. Como soy una mujer joven, a partir de ahora intentaré
mostrarle distintos sentimientos y formas de pensar propias de las mujeres. Algo
me dice que usted tiene un gran futuro por delante. Imagino que sus obras
también irán mejorando con el tiempo. Por favor, lea más libros buenos y
adquiera usted más conocimientos relacionados con la filosofía. Si le faltan
conocimientos, nunca llegará a ser un gran escritor. Y cuando algo le haga
sufrir, no dude usted en escribirme y confiarme sus cuitas.
En
cambio, Esperando narra de forma
breve como una joven espera sentada en un banco frente a la estación del tren
de su localidad, este texto se sitúa durante la Segunda Guerra Mundial es por
ello que su protagonista espera de forma constante a que todo cambie, a que
algún día aparezca frente a ella la felicidad a pesar del frío que pasa en el
banco de madera. Un relato muy breve pero a la vez bello y esperanzador en
aquellos tiempos convulsos.
Extractos:
Me desagrada tener que encontrarme
con alguien a quien conozco. Por eso, a no ser que hubiese algún motivo
excepcional, jamás visitaba a mis amigos. Me sentía mucho más cómoda quedándome
en casa, cosiendo con mi madre en silencio. Pero desde que empezó la segunda
guerra mundial y la situación se puso cada vez más tensa, empecé a sentirme muy
mal cuando no salía y me quedaba a solas sin hacer nada en especial. He
empezado a sentirme incómoda y ya nunca estoy tranquila. Me gustaría ser útil
de alguna manera. Trabajando sin parar, por ejemplo.
El
siguiente relato, Ocho de diciembre,
nos desvela las páginas del diario de una amada de casa en el Tokio en el que
se desarrolla el ataque a Pearl Harbor. En este texto su protagonista trata de
describir lo mejor que puede las consecuencias que ello provoca en su
vecindario, las prevenciones que estos tienen y las responsabilidades que el
gobierno les obliga a tener, también narra la difícil convivencia con su marido,
un escritor el cual lo define como un vago frente a todo ello. Una narración
realista, costumbrista y en una pequeña parte un testimonio sobre la historia
de Japón.
Extractos:
Voy a intentar ser lo más cuidadosa
posible en relatar el día de hoy. Me dispongo a dar testimonio escrito de cómo
una ama de casa de una familia pobre de Japón pasó el día ocho de diciembre del
año 16 de la era Shōwa. Quizá, dentro de cientos de años, cuando se esté
celebrando con hermosas fiestas la llegada del siglo veintiocho, alguien
encuentre este diario escondido en un rincón de algún almacén perdido y mi
testimonio ayude al estudio de la historia, para que la gente de esa época sepa
cómo vivieron las mujeres de Japón una fecha tan importante y trascendental
como esta. Por eso, aunque se me de muy mal escribir, voy a tener mucho cuidado
en relatar todo tal y como lo viví. Es una gran labor y hay que llevarla a cabo
pensando en que será leída en el año 2700 por lo menos. Aun así, tampoco voy a
intentar ser demasiado puntillosa. Mi marido suele decir que las caras que
escribo (y también mi diario) son demasiado serias y que no le harían gracia a
nadie. Que carecen de sensibilidad y que el estilo no es nada hermoso. Lo
cierto es que, desde pequeña, siempre he sido muy estricta con el tema de la
educación. Aunque por dentro no sea una persona tan seria como aparento, suelo
sentirme incómoda mostrándome alegre y divirtiéndome ante los demás. Siempre he
tenido alguna que otra desventaja, ya les digo. Quizá sea por ser demasiado
vanidosa. Ya reflexionaré sobre ello en otro momento.
Cuento de una noche de nieve cuenta con una protagonista que, tras un viaje en
tren, pierde unos surume que son calamares que se dejan secar al sol, ella los
prepara envueltos en unas hojas de periódicos para dárselos a su cuñada que está
embarazada, pero al poco tiempo descubre que los ha perdido, a partir de ahí
describe la situación de la pareja, las obligaciones a las que se enfrenta a
diario ya que su marido es un escritor sin éxito y no la ayuda.
Extractos:
Mis padres eran de Tokio, pero mi
hermano y yo nacimos en la ciudad de Yamagata, debido a que mi padre trabajaba
en una oficina del Gobierno allí. Cuando mi padre falleció, mi hermano tendría
alrededor de veinte años y yo todavía era muy pequeña. Mi madre se vino a Tokio
con nosotros dos a cuestas. El año pasado, mi madre falleció, así que ahora en
casa solamente somos mi hermano, su mujer y yo. Al no tener familiares en
ningún pueblo, nadie nos manda alimentos del campo, como ocurre en otras
familias. Además, como mi hermano es un tipo extraño que no se relaciona con
los demás, no tenemos oportunidad de que nos regalen nada nunca. Por eso,
aunque solamente se tratase de dos surume, estaba ilusionada, porque imaginaba
que mi cuñada se alegraría muchísimo cuando se los diera.
El
antepenúltimo relato, Dinero, seguimos
a un billete de cien yenes a través del Tokio sucumbido por la guerra, pasando
de mano en mano y de bolsillo en bolsillo este describirá cada una de las
personas poseedoras del billete; un carpintero, una mujer hasta un capitán
serán algunos de aquellos que mueven por el país al pequeño y frágil objeto
para ir desgastándolo y ensuciando. Un relato sobre el destino y la sociedad
nipona en aquellos duros años.
Extractos:
Pensar de esta manera sería lo
justo, pero lo cierto es que mucha gente que busca su propia felicidad o la de
su familia es capaz de insultar, engañar o maltratar a los que le rodean. (Sí,
seguro que usted también lo ha hecho
alguna vez. Es algo que se suele hacer de forma inconsciente, sin darse uno
cuenta, lo que me enfurece todavía más. Debería avergonzarse. Si aún queda algo
de humanidad dentro de usted, avergüéncese, por favor. Avergonzarse es un
sentimiento de lo más humano.)
Parecía que la gente a mi alrededor
fuesen muertos peleándose en el infierno. Unas escenas ridículas y miserables
que me obligaban a presenciar una y otra vez. Aun así, y a pesar de llevar una
vida vulgar de mano en mano, había ocasiones en las que me alegraba de haber
nacido.
Osan es el penúltimo relato, en esta narración
descubrimos a una pareja que, tras la guerra perdieron todas sus posesiones y
sus casas dejándoles con lo puesto en una triste construcción, un día el marido
se marcha dejando sola a la protagonista con sus tres hijos, este vuelve más
tarde y al ver que tiene un moratón con forma de polilla. Un relato donde el
amor, la muerte y la mala suerte de sus personajes se cruzan constantemente
dando lugar a un dramático pero bello texto.
Extractos:
—El pueblo… se levantó en armas… y
atacó la Bastilla. Desde entonces se dejó de celebrar la fiesta de la primavera
en lo alto del castillo. Nunca jamás se volvió a celebrar. Era necesario. Había
que destruir aquella utopía en la que se encontraba la burguesía francesa.
Aunque eran conscientes de que jamás sería posible implantar un nuevo orden, al
menos lo tenían que intentar, ¿no creéis? Dicen que Sun Yat-sen, dijo antes de
morir: «La revolución aún no ha sido completada». Bien. Quizá sea algo
imposible de realizar. Pero aun así, hay veces en las que es necesario intentar
hacer las cosas. Esa es la esencia de la revolución: algo triste y hermoso.
Aunque pueda parecer insignificante, esa tristeza y esa hermosura son
fundamentales en una revolución. Además, el amor es… —El himno de Francia
seguía sonando en la radio del vecino. Entonces mi marido comenzó a llorar a
moco tendido hasta que, probablemente abrumado por la vergüenza, intentó fingir
que estaba riéndose, aunque el gesto le salió muy forzado—. ¡Bueno, bueno…!
Parece que vuestro padre es un borracho llorica. —Y se levantó para irse a la
cocina a lavarse la cara—. Madre mía, ¿qué me habrá pasado? Creo que estoy tan
borracho que hasta la Revolución francesa me pone triste. Me voy a tumbar un
rato.
El
último relato es Una señora encantadora,
una narración en el que se muestra a una mujer que, tras la guerra ha perdido a
su marido pero tiene un gran sustento económico ya que este le mandaba dinero
mientras estaba en la guerra. Su sirviente describe a la dueña de la casa y su
humildad frente a los que menos tienen pues, un día su doctor le invita a traer
a unos amigos, el problema es que se convertirá en una costumbre.
Extractos:
Al principio solamente venían
familiares suyos, de vez en cuando. Hasta que apareció el doctor Sasajima.
Cuando el marido de la señora fue destinado a aquella isla en medio del
Pacífico, su familia a empezó a mandarle abundantes cantidades de dinero, así
que pudo seguir permitiéndose una vida tranquila y sin estrecheces. Pero, desde
que el doctor Sasajima empezó a visitarla, la vida de mi señora cambió para
siempre.
Este barrio, a pesar de encontrarse
a las afueras de Tokio, está bien comunicado con el centro. Como
afortunadamente no sufrió los estragos de la guerra, muchas de las personas que
perdieron sus hogares en la capital se trasladaron aquí cuando esta terminó.
Esa es la razón por la cual no hacíamos más que toparnos con desconocidos en
las zonas comerciales.
Dazai
nos envuelve en sus relatos de las historias más dramáticas y, al mismo tiempo
más bellas, en ella se habla de los pesares, los desamores, las mentiras y las
infidelidades de aquellas protagonistas a las que, de alguna forma, se cruza la
desdicha en su camino. Osamu narra sus relatos en primera persona y siempre a
través de los sentimientos del personaje central del texto a través de una voz
femenina, además de describir a la sociedad japonesa con sus luces y sombras en
momentos difíciles y complejos siempre ocasionados por la incorporación de
Japón en la segunda guerra mundial. Los catorce relatos que forma Colegiala
está presente el punto de vista de las mujeres desde diversos puntos de vista,
desde una adolescente con continuos remordimientos ocasionados por actos que
las avergüenzan a pesar de ser actos de los más discretos, también por amas de
casa o ancianas todas ellas humildes, sinceras y honestas con la vida que, por
desgracias, les ha tocado vivir.
Recomendado
para aquellos que gusten de la literatura japonesa, en este libro además
sabremos sobre la historia de Tokio durante la segunda guerra mundial y
conoceremos las duras formas de vida de las gentes por sobrevivir. También para
aquellos que quieran descubrir unos relatos que muestran la capacidad de una
sociedad por sobrevivir cuando no tienen ni siquiera algo que comer, y por
último para aquellos que tengan curiosidad sobre la mentalidad de las mujeres
de la época.
Editorial: Impedimenta
Autor: Osamu DazaiPáginas: 272
Precio: 19,95 euros
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