Enrique Vila-Matas, el último relato de la colección Semi-ficciones
el cual describe la relación del protagonista con la de aquellos que le envían
correos. Aquí os dejo el enlace al relato
completo.
Eduardo Estrada |
(…) Eric Satie no abría nunca las
cartas que recibía, pero las contestaba todas. Miraba quién era el remitente y
le escribía una respuesta. Cuando murió, encontraron todas las cartas por
abrir, y algunos amigos se lo tomaron a mal. Sin embargo, no era para
enfadarse. Cuando publicaron las cartas juntamente con sus respuestas, el
resultado fue muy interesante. “Esa correspondencia es fantástica porque todos
ahí hablan de cosas distintas y, por supuesto, esa es la esencia del diálogo”,
comentó Ricardo Piglia.
Este verano me embarqué en el velero
Zacapa, un Frers Dorado 36, bautizado con nombre de ron por el color de su
madera. Dos expertos navegantes —uno es publicista y dueño del barco y el otro
es un escritor amigo— me permitieron subir a bordo en el puerto de Marsella, la
ciudad donde con gran vorágine he pasado los últimos meses escribiendo mi
última novela y metiéndome en líos indeseables.
Debo decir que en ningún momento me
obligaron a colaborar en los trabajos del Zacapa, aunque, al parecer, viendo
que no arrimaba el hombro para nada y solo me limitaba a espiar sus diálogos en
alta mar, hubo momentos en que los dos sintieron deseos de tirarme por la
borda.
Finalmente, me dejaron en un
hotelito en la bahía de Nora, al sur de Cerdeña, junto las ruinas del poblado
fenicio de Pula. Llevo aquí cinco días entre la playa y la piscina y la visita
obsesiva a las ruinas, que son sin duda lo más interesante de los alrededores.
El wifi del hotel ha funcionado de
forma tan irregular que me ha desquiciado. Como venganza, pero también como
juego de despedida y guiño a Satie, voy a homenajear hoy a la verdadera esencia
de todo diálogo respondiendo e-mails que me han llegado durante las vacaciones
y que no he leído ni pienso leer. (…)
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