Finny
es una adolescente atípica con una familia aún más rara que, tras conocer a
Earl y ser descubierta su relación por su hermano es enviada al internado
Thordon donde conocerá a Judith, una joven en el que sus padres son los
accionistas mayoritarios del internado, lo que le otorga a Judith ciertos
privilegios dentro del lugar. De manera inesperada y peculiar pierde a un
familiar, es allí donde descubrirá la soledad e irá en busca de la libertad.
A
partir de ahí a lo largo del libro conoceremos las relaciones, los
sentimientos, los trabajos, los estudios, los viajes, los problemas; en
definitiva el crecimiento y la madurez de la protagonista y sus amigos. Todo
ello desde Nueva York a París, donde conoceremos distintas perspectivas en sus
relaciones a lo largo de veinte años.
Kramon
narra el camino hacia la madurez de manera, cercana, sencilla y del mismo modo
divertida, sorprendente e interesante, todo ello dentro de una trama en la que
conoceremos los problemas de su protagonista. A lo largo del libro sus
personajes, que son tan variados y originales como el señor Henckel, un
divertido profesor de piano con narcolepsia, también la adicta al Jenga y a
lavarse las manos, la señorita Poplan. En definitiva una novela que crecen y
evolucionan como en la vida real, la cual se muestra en este libro desde la
perspectiva de una adolescente incomprendida, que no encaja hasta que hace
amigos, que se va conociendo y encontrando a sí misma de forma paralela al
mismo tiempo que su vida.
Recomendado
para aquellos que les gusta los libros de crecimiento, que narran de forma
realista la vida con sus luces y sombras. También para aquellos que les gusten
los libros que, en tono de humor, nos desvela las manías y las extravagancias
de sus personajes además de sus problemas. Y por último para aquellos que
quieran conocer a una protagonista muy especial dentro de una trama con giros e
inesperados sucesos tanto trágicos como divertidos.
Extractos:
Sin embargo, al final cayeron, sin
hablarse, uno en los brazos del otro. Esta vez se abrazaron estrechamente, con
más convicción que cuando Judith estaba presente. Finny empezó a llorar. Earl
le pasaba la mano por la espalda. Besó a Finny en el cuello, en una mejilla, en
la frente, en los labios. Sentir la boca de Earl en la suya fue como un manjar
largamente deseado, un sabor que recordaba desde la infancia, un sentimiento
que había formado parte de ella durante tanto tiempo que no podía recordar nada
anterior.
—Dios mío —volvió a decir Finny,
apartando los labios de los de Earl, pero no las manos de su rostro. Se sentía
estremecida y extrañamente ligera—. ¿Qué haces aquí?
—Intento llegar a ser escritor. Aún
no sé cuál es el mejor camino, pero pensé que Nueva York sería un lugar donde
empezar. He cogido unas vacaciones. Quería venir aquí unas semanas y ver si
podía lograrlo.
Explicó que el invierno pasado
había conocido a unos americanos en París, después de terminar el instituto y
cuando estaba pensando si volver a Estados Unidos o ir a la universidad. Trabajaba
en un restaurante limpiando pollos, abasteciendo la barra y fregando platos. No
estaba seguro de que necesitara la universidad para dedicarse a lo que deseaba.
Sus amigos le dijeron que podía ir a Village. Eran estudiantes de NYU y el
alojamiento les salía barato. Les encantaba hablar sobre libros y películas
francesas. Todos eran de la ciudad y habían ido a institutos prestigiosos como
Fieldston, Horace Mann o Bronx Science. Este año, Earl había decidido aceptar
su oferta. Necesitaba alejarse un poco de su casa, mirar a su alrededor y ver
si había algo para él. Su avión había llegado a Nueva York la noche anterior.
En febrero hubo un fin de semana
para padres y Stanley fue a hacerle una visita. Laura se quedó en casa con
Sylvan; Finny sospechaba que su madre seguía enfadada con ella por lo de Earl.
Stanley asistió a varias clases de Finny el viernes, comió con ella en el
comedor y se la llevó a cenar junto con Judith a Boston. (Los padres de Judith
no habían ido.) Al concluir su estancia, parecía satisfecho con la escuela en
la que había metido a Finny, aunque se despidió de ella con una cita
extrañamente solemne: «Una vida inútil es una muerte anticipada», le dijo
mientras entraba en el taxi. Luego gritó «¡Goethe!» antes de dar un portazo.
Por la noche, después de la visita
de Stanley, Finny y Judith siguieron con sus desafíos: «Corre desnuda desde
nuestra puerta hasta la de Claycie y vuelve», «Pon una carta de amor en la
alfombra de Amanda», «Grita “Está empalmado” tan fuerte que te oiga con la
puerta cerrada», etcétera. Se espoleaban mutuamente con sus risas y sus
expresiones de gusto. Más adelante, Finny reconocería que aquello era como un
coqueteo, no necesariamente sexual; un tantear límites para ver hasta dónde
llegaría una por la otra, cuánto estaban dispuestas a arriesgarse. Salir del
pasillo, grital algo asqueroso, esperar, era una manera de decir: «Mira, fíjate
en lo que soy capaz de hacer», de lograr que siguiera el juego, de no disipar
ese sueño precioso. Y lo que Finny detestaba reconocer —pero tuvo que hacerlo
al rememorar aquellas noches con Judith— era que en todo aquello, en ella
misma, había algo desesperado. Se aferraba a lo que consideraba su nueva vida.
Lejos de ser aquel hermoso abedul solitario en el jardín de sus padres, las
ramas de Finny se enredaban con las de Judith y no estaba segura de poder
liberarse de ellas.
Una noche, Judith le pidió que
hiciera algo que Finny tuvo que pensarse dos veces. No es que fuera
particularmente peligroso en el sentido de exponerse a que la pillaran. No era
mucho más atrevido que la otra docena de proezas que habían hecho durante las
últimas dos semanas, como deslizar condones comprados por Judith bajo la puerta
de una chica de aspecto cetrino llamada Pam, a quien llamaban Pecho Glacial, o
cantar el estribillo completo de «My girl» después de que Poplan hubiera bajado
la escalera. Pero en esa ocasión el reto de Judith entrañaba una pregunta:
«¿Llegarías tan lejos por mí?». Judith sabía que a Finny le caía bien Poplan y
que aquello podía caer problemas.
Editorial: Destino
Autor: Justin KramonPáginas: 400
Precio: 16,90 euros
Me gusta la portada, y lo de los personajes originales también me parece interesante. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarGracias y un saludo