Enrique Vila-Matas, este relato trata sobre un grupo de insomnes que deciden inscribirse en una
terapia. Aquí os dejo el enlace al relato
completo.
Eduardo Estrada |
(…) El milagro Edson, lo llamaba
ella. Se sucedieron luego muchas noches en las que logró dormirse gracias a
saber esperar a que dieran una noticia aislada del resto. Su método se reveló
casi infalible y hasta llegó a convertirse en una autoridad secreta a la hora
de detectar noticias desparejadas con las que dormirse.
Recuerdo bien que, al llegar a este
punto, me pareció ver que todos los insomnes miraban a Jimena con admiración y,
sobre todo, con envidia.
El método, dijo, se le estropeó
cuando en todas las televisiones renunciaron a dar las noticias aparejadas y
pasaron a darlas sueltas, como si quisieran que cayeran todas a boleo en un cesto
podrido. Eso la condujo a una larga travesía de siete años de insomnio, sufrida
travesía tan solo rota hacía unos pocos días cuando en Madrid había vuelto a
suceder el milagro. Por la noche, en un cuarto de un hotel de la Gran Vía,
encontró en una revista la traducción de un relato de Russell Edson. No oía
hablar de él desde la noche de Niza y se puso a ojear distraídamente el cuento:
la historia de un científico que tenía un tubo de ensayo lleno de ovejas y se
preguntaba si debería intentar encogerles su textura y también si las ovejas
serían conscientes de su pequeñez y si tendrían algún sentido de la escala y si
no habría alguna oveja muerta entre ellas y si no pensarían que el tubo de
ensayo era un establo de vidrio... Y entre una pregunta y otra, el científico
las ponía bajo un microscopio y, contándolas, se quedaba dormido...
—Después —dijo Jimena— no sé lo que
pasó, creo que me dormí. (…)
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