Traducción y prólogo de José C. Vales
ISBN:
978-84-15578-01-7
Encuad:
Rústica
Formato:
13 x 20 cm
Páginas:
440
PVP:
26,95 €
De cara al mundo, Lucía
y Mapp son las mejores y más mundanas anfitrionas, pero en secreto no cejarán
en su empeño, por muy bajo que puedan caer, por ganar la feroz batalla por la
supremacía. Mapp y Lucía, continuación de las aventuras de la inefable Emmeline
Lucas en Reina Lucía, nos presenta toda una panoplia de memorables secundarios:
el vicario de Birmingham que habla con acento medieval escocés; la muy
riquísima Susan, que no sale de casa sin su Rolls-Royce; Diva, aficionada al
cotilleo despiadado; o el ya conocido Georgie Pillson y su tupé, devotos
servidores ambos de la reina, que sufre la amenaza de ser destronada.
La gran novela sobre el
Beau Monde rural inglés.
Lucía no tenía ninguna duda:
aquella petición llevaba implícita la esperanza de que la pudieran convencer
para que asumiera el ansiado papel de la reina Isabel. Así que, bajo el hechizo
del exuberante sol que se derramaba sobre el jardín de Perdita, sintió la
emoción y el pulso de la vida latiendo de nuevo en sus venas. La fiesta sería
una oportunidad excepcional para volver al ruedo social por la puerta grande.
Además, como Daisy había apuntado (muy delicadamente, hay que admitirlo,
tratándose de ella), en agosto ya habría transcurrido más de un año desde la
muerte de Pepino. Habría que reconocer el sacrificio personal que Daisy estaba
haciendo al sugerir esa posibilidad por su cuenta, pues sabía que, según se
habían dispuesto los preparativos en ese momento, Daisy adoptaría seguramente
el papel de la Reina Virgen, y Georgie le había dicho a Lucía algunas semanas
atrás (cuando se aludió por última vez a la fiesta) que la nueva reina estaba
muy atareada pinchándose los dedos mientras se dedicaba a calar una gorguera
que colocaría alrededor de su gordo cuellecillo, y que se había comprado un collar
de perlas de lo más ostentoso en Woolworth. Tal vez la pobre Daisy se había
dado cuenta del papel tan ridículo que haría presentándose como la reina
Isabel, y estaba ansiosa, solo por el bien de la fiesta, de librarse de un
papel tan risible. Pero, cualquiera que fuera la razón, era muy amable por su
parte ofrecer aquella abdicación voluntaria.
Westwood de Stella Gibbons
Traducción de Laura Naranjo y de Carmen
Torres García
ISBN:
978-84-15130-21-5
Encuad:
Rustica
Formato:
140 x 210 cm
Páginas:
460
PVP:
27,95 €
Ambientada en el
turbulento y bombardeado Londres de la Segunda Guerra Mundial, Westwood
narra la historia de Margaret Streggles, una joven de aires janeaustenianos,
con un talento innato para pasarse el día en las nubes, un temperamento
romántico y todo tipo de aspiraciones culturales. Su madre insiste en que «no
es el tipo de muchacha que atrae a los hombres», justo lo opuesto a su amiga
Hilda, una cabecita loca capaz de sonreír y flirtear sin tregua en una ciudad
marcada por las tribulaciones y penurias de la guerra. Pero la existencia de
Margaret cambia por completo cuando encuentra por casualidad una cartilla de
racionamiento en Hampstead Heath y, con ella, todo un mundo de intelectuales,
artistas y aristócratas, encarnados en la figura del pintor Alex Niland y de su
suegro, el famoso e insolente dramaturgo Gerard Challis.
Ficha del libro
Las ruinas de las casas pequeñas pero
proporcionadas de las zonas más antiguas de la ciudad eran amarillas, como las
casas de Génova bañadas por el sol. Amarillas de todos los tonos: oscuros,
claros o dotados de una extraña transparencia al contacto con la luz. Los bomberos
habían formado hondos charcos rodeados de paredes en muchas de las calles y los
patos venían a vivir a estos lagos, que reflejaban las altas ruinas amarillas y
el cielo azul, allí, en pleno corazón de Londres. La rosa maleza de los fuegos
crecía por todo el suelo blanco desnivelado donde antes se habían levantado
viviendas y había acres enteros de terreno cubierto de casas abandonadas y destruidas,
cuyas ventanas estaban llenas de rasgones de papel negro. En las afueras de la
ciudad, en dirección a Edmonton y Tottenham al norte, y Sydenham al sur,
flotaba una extraña sensación en el aire, pesada, sombría y emocionante, como
si la Historia se estuviera fraguando visiblemente ante los ojos de la gente. Y
el campo estaba empezando a apropiarse de Londres, de aquellos mugrientos
barrios conectados por carreteras monótonas que componían la ciudad más grande
del mundo y de los que nunca había desaparecido del todo. La maleza crecía
hasta en la City; se había visto un halcón sobrevolando las ruinas del Temple y
los zorros asaltaban los gallineros construidos en los jardines de las casas
cercanas a Hampstead Heath. La desgastada quietud propia de los barrios viejos
y decadentes se cernía sobre las calles y era algo maravilloso e impresionante,
digno de ver y de sentir. Mientras el verano duró, la belleza pudo más que la
tristeza, porque el sol lo bendecía todo: las ruinas, las caras cansadas de la
gente, las altas flores silvestres y las oscuras aguas estancadas, y, durante aquellos
meses de calma, Londres en ruinas fue tan bello como una ciudad en sueños.
La filla de Robert Poste de Stella Gibons
Traducción de Víctor Obiols
ISBN:
978-84-15130-41-3
Encuad:
Rústica
Formato:
130 x 200 cm
Páginas:
300
PVP:
21.95 €
Guanyadora
del Prix Femina-Vie Hereuse el 1933, i mític long-seller, La filla de Robert Poste està considerada la novel·la còmica més perfecta
de la literatura anglesa del XX. Brutalment divertida, dotada d’un enginy
irreverent, narra la història de Flora Poste, una jove que, després d’haver
rebut una educació «cara, atlètica i prolongada», queda òrfena i acaba sent
acollida pels seus parents, els rústics i assilvestrats Starkadder, a la
bucòlica granja de Cold Comfort Farm, en plena Anglaterra profunda. Un cop
allà, Flora tindrà ocasió d’intimar amb tota una galeria de personatges
estranys i taciturns: Amos, que sent la crida de Déu; Seth, dominat pel
despertar de la seva prominent sexualitat; Meriam, la noia que es queda
prenyada cada any «quan floreix la parraverge»; o la tia Ada Doom, la solitària
matriarca, ja carregada d’anys, que en una ocasió «havia vist coses lletges al
cobert de la llenya». Flora, aleshores, decideix posar ordre a la vida de Cold
Comfort Farm, i allí començarà la desgràcia de la granja.
Ficha del libro
La senyora Smiling l’estava
esperant al saló amb vistes al riu. Era una irlandesa petita de vint-i-sis
anys, de pell blanca, ulls grisos i grossos i el nas un pèl ganxut. Tenia dos
interessos a la vida. Un era fer entrar en raó i moderar els ànims apassionats
d’una quinzena de joves de bona família i posició que estaven bojament
enamorats d’ella, i que havien fugit, després que ella hagués rebutjat de
casar-s’hi, a llocs tan remots com Jhonsong La Lake, M’Luba-M’Luba i els
Kwanhattons. Els escrivia a tots un cop per setmana, i ells contestaven (com
prou bé sabien les seves amigues, ja que els llegia en veu alta llargs i
avorrits paràgrafs d’aquelles cartes).
Aquests nois, a causa de les àrdues
tasques que feien en països exòtics i salvatges i a la seva devoció per la
senyora Smiling, eren coneguts col·lectivament amb el sobrenom
d’«Oh-els-Pioners de la Mary», una citació de l’inspirat poema de Walt Whitman.1
El segon interès de la senyora Smiling era la seva col·lecció de sostenidors i
la recerca de la peça perfecta. Es deia que tenia la col·lecció més gran i més
escollida d’aquestes peces de roba interior de tot el món. S’esperava que en
morir la llegués a la nació.
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