lunes, 2 de abril de 2012

Novedades, abril de 2012: Impedimenta

Mapp y Lucía de E. F. Benson

Traducción y prólogo de José C. Vales

ISBN: 978-84-15578-01-7
Encuad: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 440
PVP: 26,95 €

De cara al mundo, Lucía y Mapp son las mejores y más mundanas anfitrionas, pero en secreto no cejarán en su empeño, por muy bajo que puedan caer, por ganar la feroz batalla por la supremacía. Mapp y Lucía, continuación de las aventuras de la inefable Emmeline Lucas en Reina Lucía, nos presenta toda una panoplia de memorables secundarios: el vicario de Birmingham que habla con acento medieval escocés; la muy riquísima Susan, que no sale de casa sin su Rolls-Royce; Diva, aficionada al cotilleo despiadado; o el ya conocido Georgie Pillson y su tupé, devotos servidores ambos de la reina, que sufre la amenaza de ser destronada.
La gran novela sobre el Beau Monde rural inglés.


Lucía no tenía ninguna duda: aquella petición llevaba im­plícita la esperanza de que la pudieran convencer para que asumiera el ansiado papel de la reina Isabel. Así que, bajo el hechizo del exuberante sol que se derramaba sobre el jardín de Perdita, sintió la emoción y el pulso de la vida latiendo de nue­vo en sus venas. La fiesta sería una oportunidad excepcional para volver al ruedo social por la puerta grande. Además, como Daisy había apuntado (muy delicadamente, hay que admitirlo, tratándose de ella), en agosto ya habría transcurrido más de un año desde la muerte de Pepino. Habría que reconocer el sacri­ficio personal que Daisy estaba haciendo al sugerir esa posibi­lidad por su cuenta, pues sabía que, según se habían dispuesto los preparativos en ese momento, Daisy adoptaría seguramente el papel de la Reina Virgen, y Georgie le había dicho a Lucía algunas semanas atrás (cuando se aludió por última vez a la fiesta) que la nueva reina estaba muy atareada pinchándose los dedos mientras se dedicaba a calar una gorguera que colocaría alrededor de su gordo cuellecillo, y que se había comprado un collar de perlas de lo más ostentoso en Woolworth. Tal vez la pobre Daisy se había dado cuenta del papel tan ridículo que haría presentándose como la reina Isabel, y estaba ansiosa, solo por el bien de la fiesta, de librarse de un papel tan risible. Pero, cualquiera que fuera la razón, era muy amable por su parte ofrecer aquella abdicación voluntaria.

Westwood de Stella Gibbons

Traducción de Laura Naranjo y de Carmen Torres García 

ISBN: 978-84-15130-21-5
Encuad: Rustica
Formato: 140 x 210 cm
Páginas: 460
PVP: 27,95 €

Ambientada en el turbulento y bombardeado Londres de la Segunda Guerra Mundial, Westwood narra la historia de Margaret Streggles, una joven de aires janeaustenianos, con un talento innato para pasarse el día en las nubes, un temperamento romántico y todo tipo de aspiraciones culturales. Su madre insiste en que «no es el tipo de muchacha que atrae a los hombres», justo lo opuesto a su amiga Hilda, una cabecita loca capaz de sonreír y flirtear sin tregua en una ciudad marcada por las tribulaciones y penurias de la guerra. Pero la existencia de Margaret cambia por completo cuando encuentra por casualidad una cartilla de racionamiento en Hampstead Heath y, con ella, todo un mundo de intelectuales, artistas y aristócratas, encarnados en la figura del pintor Alex Niland y de su suegro, el famoso e insolente dramaturgo Gerard Challis.

Ficha del libro

Las ruinas de las casas pequeñas pero proporcionadas de las zonas más antiguas de la ciudad eran amarillas, como las casas de Génova bañadas por el sol. Amarillas de todos los tonos: oscuros, claros o dotados de una extraña transparencia al contacto con la luz. Los bomberos habían formado hondos charcos rodeados de paredes en muchas de las calles y los patos venían a vivir a estos lagos, que reflejaban las altas ruinas amarillas y el cielo azul, allí, en pleno corazón de Londres. La rosa maleza de los fuegos crecía por todo el suelo blanco desnivelado donde antes se habían levantado viviendas y había acres enteros de terreno cubierto de casas abandonadas y destruidas, cuyas ventanas estaban llenas de rasgones de papel negro. En las afueras de la ciudad, en dirección a Edmonton y Tottenham al norte, y Sydenham al sur, flotaba una extraña sensación en el aire, pesada, sombría y emocionante, como si la Historia se estuviera fraguando visiblemente ante los ojos de la gente. Y el campo estaba empezando a apropiarse de Londres, de aquellos mugrientos barrios conectados por carreteras monótonas que componían la ciudad más grande del mundo y de los que nunca había desaparecido del todo. La maleza crecía hasta en la City; se había visto un halcón sobrevolando las ruinas del Temple y los zorros asaltaban los gallineros construidos en los jardines de las casas cercanas a Hampstead Heath. La desgastada quietud propia de los barrios viejos y decadentes se cernía sobre las calles y era algo maravilloso e impresionante, digno de ver y de sentir. Mientras el verano duró, la belleza pudo más que la tristeza, porque el sol lo bendecía todo: las ruinas, las caras cansadas de la gente, las altas flores silvestres y las oscuras aguas estancadas, y, durante aquellos meses de calma, Londres en ruinas fue tan bello como una ciudad en sueños.

La filla de Robert Poste de Stella Gibons

Traducción de Víctor Obiols

ISBN: 978-84-15130-41-3
Encuad: Rústica
Formato: 130 x 200 cm
Páginas: 300
PVP: 21.95 €

Guanyadora del Prix Femina-Vie Hereuse el 1933, i mític long-seller, La filla de Robert Poste està considerada la novel·la còmica més perfecta de la literatura anglesa del XX. Brutalment divertida, dotada d’un enginy irreverent, narra la història de Flora Poste, una jove que, després d’haver rebut una educació «cara, atlètica i prolongada», queda òrfena i acaba sent acollida pels seus parents, els rústics i assilvestrats Starkadder, a la bucòlica granja de Cold Comfort Farm, en plena Anglaterra profunda. Un cop allà, Flora tindrà ocasió d’intimar amb tota una galeria de personatges estranys i taciturns: Amos, que sent la crida de Déu; Seth, dominat pel despertar de la seva prominent sexualitat; Meriam, la noia que es queda prenyada cada any «quan floreix la parraverge»; o la tia Ada Doom, la solitària matriarca, ja carregada d’anys, que en una ocasió «havia vist coses lletges al cobert de la llenya». Flora, aleshores, decideix posar ordre a la vida de Cold Comfort Farm, i allí començarà la desgràcia de la granja.

Ficha del libro

La senyora Smiling l’estava esperant al saló amb vistes al riu. Era una irlandesa petita de vint-i-sis anys, de pell blanca, ulls grisos i grossos i el nas un pèl ganxut. Tenia dos interessos a la vida. Un era fer entrar en raó i moderar els ànims apassi­onats d’una quinzena de joves de bona família i posició que estaven bojament enamorats d’ella, i que havien fugit, després que ella hagués rebutjat de casar-s’hi, a llocs tan remots com Jhonsong La Lake, M’Luba-M’Luba i els Kwanhattons. Els escrivia a tots un cop per setmana, i ells contestaven (com prou bé sabien les seves amigues, ja que els llegia en veu alta llargs i avorrits paràgrafs d’aquelles cartes).
Aquests nois, a causa de les àrdues tasques que feien en països exòtics i salvatges i a la seva devoció per la senyora Smi­ling, eren coneguts col·lectivament amb el sobrenom d’«Oh-els-Pioners de la Mary», una citació de l’inspirat poema de Walt Whitman.1 El segon interès de la senyora Smiling era la seva col·lecció de sostenidors i la recerca de la peça perfecta. Es deia que tenia la col·lecció més gran i més escollida d’aquestes peces de roba interior de tot el món. S’esperava que en morir la llegués a la nació.

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