Stella
Gibbons
Flora
Poste y los artistas
Así
que serían poco más de las cuatro de la tarde cuando Flora hizo sonar el timbre
del número I de Mouse Place. El edificio no había sufrido en demasía durante
los Recientes Acontecimientos, pero la casa había permanecido cerrada, al cuidado
de Sneller, mientras la señora Smiling se encontraba en los Estados Unidos.
Flora llevaba muchos años sin poner un pie en la casa. Parecía recién remozada
y plena de elegancia, resplandeciente bajo la luz del sol estival, y había
minutisas y clavellinas en las cestitas de metal que colgaban de los balcones.
Sneller,
el mayordomo de la señora Smiling, abrió la puerta. Estaba tan viejo y tan
estropeado que ya no lograba causar ninguna aprensión en los visitantes, más
allá de la sorpresa que aún continuara entre los vivos. A estas alturas, de
hecho, era el retrato mismo de una tortuga entrada en años.
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