El libro de los pequeños milagros de Juan Jacinto
Muñoz Rengel
136 páginas
24 x 15 cm
Voces/ Literatura • 187
ISBN: 978-84-8393-146-2
13,46 / 14 €
Hay sucesos
microscópicos que, sin que nadie llegue a saberlo, pueden transformar el
universo por completo. Y hay renombrados acontecimientos históricos tan
fortuitos que habrían sido otros apenas hubiera cambiado la dirección del
viento.
El libro de los pequeños milagros es un muestrario de estos hechos grandiosos y minúsculos. Es un pormenorizado catálogo de prodigios. Es un recorrido desde el fondo de nuestros cajones, desde debajo de nuestras camas, desde el falso techo de nuestro dormitorio hasta las galaxias más remotas. Es un bestiario, compruébenlo, miren el índice de las últimas páginas: es un bestiario. O, lo que es lo mismo, es un manual de teología. O, para ser aún más exactos, es un tratado de micro-ciencia-ficción. O quizá no sea nada de esto en absoluto. Desde luego, eso seguro, no es el libro que usted espera. Pero sí el libro con el que estaba soñando.
El libro de los pequeños milagros es un muestrario de estos hechos grandiosos y minúsculos. Es un pormenorizado catálogo de prodigios. Es un recorrido desde el fondo de nuestros cajones, desde debajo de nuestras camas, desde el falso techo de nuestro dormitorio hasta las galaxias más remotas. Es un bestiario, compruébenlo, miren el índice de las últimas páginas: es un bestiario. O, lo que es lo mismo, es un manual de teología. O, para ser aún más exactos, es un tratado de micro-ciencia-ficción. O quizá no sea nada de esto en absoluto. Desde luego, eso seguro, no es el libro que usted espera. Pero sí el libro con el que estaba soñando.
INEXPLICABLE
Tenía dos hijos gemelos, idénticos. Ella los
vestía con la misma ropa y les preparaba simétricos desayunos cada mañana. Ellos
se comportaban de la misma manera y parecían tener una única personalidad. Los
dos sacaban las mismas notas en el colegio, se magullaban la misma rodilla —el
mismo día, a la misma hora—, les gustaba la misma chica, hablaban a la vez para
decir una frase semejante. Ella los arropaba por igual cada noche, en sendas
camas gemelas, cada uno bajo su propio edredón azul de plumas. Luego, se
acercaba con sigilo a uno de ellos, siempre el mismo, y le susurraba al oído:
«Tú eres mi favorito».
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