viernes, 28 de diciembre de 2012

After Dark de Haruki Murakami



Mari Asai, una joven de diecinueve años se encuentra en un solitario restaurante leyendo, fumando junto a un café, al poco tiempo aparece un joven llamado Takahashi, miembro de un grupo de jazz. Eri, la hermana de Mari, se encuentra durmiendo en su habitación profundamente, no sabe los extraños sucesos que están ocurriendo a su alrededor, el televisor cobra vida y poco a poco empieza a distinguirse en la pantalla una imagen turbadora: una amplia sala amueblada con una única silla en la que está sentado un hombre vestido de negro. Lo más inquietante es que el televisor no está  enchufado...


Kaoru se encuentra con Mari en el restaurante, la pide ayuda para que haga de intérprete entre ella y una prostituta china, la cual ha sido maltratada por un cliente en el love-ho (hotel por horas) en el que trabaja Kaoru. Esta junto a sus compañeras investigaran para descubrir al agresor de la chica china y se van introduciendo en el terreno de las mafias.

Murakami narra una historia a vista de pájaro, como en una película, seremos testigos de las desdichas de sus personajes como a través de una cámara que va siguiendo sus pasos. La novela se desarrolla en una noche, es por ello por lo que cada capítulo tiene un pequeño reloj analógico el cual muestra la hora que es en cada momento de la acción, ofreciendo una original forma de estructurar la novela. A lo largo del libro descubrimos la historia de cada uno de sus personajes, siempre con un tono de tristeza y soledad en sus vidas, y que, a pesar de ello, tratan de seguir adelante. Mientras pasa las horas, las historias de sus personajes se vuelven un poco más misteriosas, oscuras o desconsoladoras. En sus diálogos descubrimos la cercanía que Haruki es capaz de subrayar en sus palabras a pesar de las duras o extrañas situaciones por las que han pasado a lo largo de su vida.

Recomendado para aquellos adictos al japonés que quieran descubrir una visión del mundo moderno realista con los toques sutiles característicos de fantasía. También para aquellos que les gusten las novelas breves e intensas, y por último para los que quieran conocer más la literatura de Murakami, su forma de narrar tan realista, sutil e impregnada de fantasía.

Extractos:

El eco enigmático de esas palabras permanece en su interior como una metáfora. «No escaparás. Quizá tú lo olvides. Pero nosotros no lo olvidaremos», dice el hombre del teléfono. Mientras reflexiona sobre el significado de esas palabras empieza a creer que el mensaje se dirige, directa y personalmente, a él y no a otra persona. Aquello quizá no haya ocurrido por casualidad. Quizás el teléfono estuviera agazapado en silencio en el estante de la tienda esperando a que él pasara por delante. «Nosotros», piensa Takahashi. «¿Quién diablos será ese "nosotros"? ¿Y qué diablos es lo que no van a olvidar?»
Takahashi se cuelga al hombro el estuche del instrumento musical y la bolsa de lona y dirige sus pasos tranquilamente hacia el Alphaville. Mientras camina se frota, con la palma de la mano, las mejillas cubiertas de una barba incipiente. Las últimas tinieblas de la noche envuelven la ciudad como si fuesen una membrana. Los camiones de la basura empiezan a aparecer por las calles. Las personas que han pasado la noche en diversos puntos de la ciudad comienzan a dirigirse hacia las estaciones. Igual que un banco de peces remontando juntos la corriente, todos tienen el mismo objetivo: el primer tren de la mañana. Personas que por fin salen del trabajo, jóvenes que se han divertido toda la noche; sea cual sea su situación e identidad, todos caminan taciturnos por igual. Ni siquiera la joven pareja que está estrechamente abrazada ante la máquina expendedora de bebidas tiene ya algo que decirse. Sólo se reparten, sin palabras, el tenue calor que todavía se conserva en sus cuerpos.

—Yo pienso mucho en el pasado, ¿sabes? Especialmente desde que empecé a ir de una punta a otra de Japón, huyendo. Si lo intento con todas mis fuerzas, van acudiendo a mi cabeza un montón de recuerdos, y muy vívidos además. Cosas que había olvidado hacía mucho tiempo, surgen, así, de sopetón. Y resulta muy interesante. La memoria de la gente es la hostia, pero es la cosa más inútil que puedas imaginarte. Se parece a un cajón lleno hasta los topes de chorradas. ¡Y pensar que las cosas importantes de la vida diaria las vamos olvidando una tras otra!
Kôrogi permanece allí plantada, de nuevo con el mando a distancia en la mano.
—Y ¿sabes qué pienso? —dice entonces—. Pues que para las personas, los recuerdos son el combustible que les permite continuar viviendo. Y para el mantenimiento de la vida no importa que esos recuerdos valgan la pena o no. Son simple combustible. Anuncios de propaganda en un periódico, un libro de filosofía, una fotografía pornográfica o un fajo de billetes de diez mil yenes, si los echas al fuego, sólo son pedazos de papel. Mientras los va quemando, el fuego no piensa: «¡Oh, es Kant!», o «Esto es la edición vespertina del Yomiuri Shinbun», o «¡Buen par de tetas!». Para el fuego no son más que papelotes. Pues sucede lo mismo. Recuerdos importantes, otros que no lo son tanto, otros que no tienen ningún valor: todos, sin distinción, no son más que combustible. —Kôrogi asiente como para sí. Luego prosigue—: Y ¿sabes? Si a mí me faltara ese combustible, si dentro de mí no hubiera esa especie de cajón de recuerdos, hace tiempo que, ¡cras!, me habría partido en dos. Y me habría muerto en cualquier rincón, tirada como un perro. Gracias a ese montón de recuerdos, valiosos o insignificantes según el momento, que van saliendo del cajón, puedo seguir viviendo, soy capaz de soportar esta pesadilla. Aunque a veces me diga a mí misma que ya no puedo más, los recuerdos me dan fuerza para seguir adelante.
Sentada en la silla, Mari mantiene los ojos mirando hacia arriba, clavados en el rostro de Kôrogi.
—Así que tú también, Mari, rómpete la cabeza e intenta recordar muchas cosas. Sobre tu hermana. Seguro que esos recuerdos se convertirán en un combustible muy valioso. Para ti y, posiblemente, también para tu hermana.

Editorial: Tusquets Editores
Autor: Haruki Murakami
Páginas:  248
Precio: 17 euros

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