Oh, blanca Navidad, nieve
una esperanza y un cantar
recordar tu infancia podrás
al llegar la blanca navidad
una esperanza y un cantar
recordar tu infancia podrás
al llegar la blanca navidad
Villancico tradicional
(IV)
El día 27
amaneció nevado, nieve por todas partes, escurridiza. Además tenia que poner
las cadenas al coche. Odiaba la nieve y más cuando caía de esa forma, sin
parar, sin darle un respiro, helando la acera, las carreteras y provocando
retrasos y atascos. Por suerte su mujer le ayudó a colocarlas, los niños
curioseaban en busca de ayudar en algo pero ellos les decían una y otra vez que
no podían hacer nada y volvían a insistir con lo cual todos ellos terminaron
desayunando leche con galletas mientras que por la ventana veían como nevaba y
terminaban sus abuelos con las ruedas.
Al llegar a la
comisaría encontró sobre la mesa el informe del forense en papel. La única
pista que ofrecía era que, en el cuchillo se habían encontrado restos de
comida, en este caso de pulpo, como en todas las victimas relacionadas con el
caso, siempre encontraban alguna muestra de un plato distinto.
Más de una
hora de retraso en la carretera. Había tardado en llegar demasiado y notaba un
pequeño dolor de cabeza del estrés de los sonidos estridentes de los coches, de
lo difícil que era llegar hasta allí con una nevada como la de ese día y al
llegar al trabajo se encontraba con una rutina que hacia que el dolor aumentara
en ocasiones.
Sobre las cuatro
de la tarde le comunicaron que había un mensaje en su contestador que debería
escuchar, era de un chico que decía haber visto un comportamiento extraño en
uno de sus vecinos. El mensaje decía así: «Hola,
me llamo Carlos y vivo en un edificio situado en Gran Vía, vivo en el tercero y
la persona de la que os voy a hablar vive en el piso de abajo. Hace unos días
veo en las noticias muertes de mujeres, sus caras me suenan hasta hoy que he
reconocido a la última, la vi por casualidad, mirando por la mirilla me
encontré con su cara. Justo a la mañana siguiente me di con su descripción en
las noticias de la noche, me sorprendí y es por eso por lo que estoy llamando.
El edificio esta situado en el número 49. Cerca del edificio se encuentra una
boca de Metro por lo que puede haber escapado sin necesidad de utilizar su
vehículo. No se. Por ello les recomiendo que investiguen, desde ayer no escucho
ningún ruido y pienso que puede haber escapado». Fin de la llamada. Había
un número de teléfono que se guardaba en una agenda informática.
Por la tarde
decidieron enviar un coche con dos policías a preguntar por la zona si habían
visto al sospechoso, mostraban su foto a aquellos que fuera necesario. Pero
nadie dijo nada, el tal Carlos desapareció y en los buzones no aparecía su
nombre. En el ambiente se respiraba un cierto miedo como si lo sucedido aquella
noche se hubiera quedado impregnado en los muros del edificio, en la fría
piedra y en la astillada madera del antiguo edificio.
Al llegar a su
casa después de una hora y media más de lo normal, centrado y pensando en el
escabroso asunto de las mujeres asesinadas. Cada vez se complicaba más y la
solución parecía lejos de encontrase. Esa noche durmió bien, los pocos petardos
que llegaban a sus oídos anunciaban la cercanía del fin de año. Y según decían se
acercaba la cuenta atrás del Fin del Mundo algo en lo que él no creía y que ni
mucho menos le quitaba el sueño ya que el 21 pasó como pasan todas las mentiras.
Tenía cosas más importantes en las que pensar como en el desgraciado, ya no
estaba seguro ni siquiera de dejar salir a sus hijas con nadie, aunque esa
racha quedó en el olvido últimamente daba visos de volver a aquella lejana
paranoia.
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