Matthew
Dicks
Memorias
de un amigo imaginario
También
tengo suerte de que Max sea tan imaginativo. Una vez conocí a un amigo
imaginario llamado Chomp que no pasó de ser más que una mancha en la pared. Una
masa negra y borrosa sin ninguna forma. Solo sabía hablar y reptar pared arriba
y pared abajo, pero como era más plano que un papel no podía despegarse de
allí. Chomp no tenía brazos ni piernas como tengo yo. Ni siquiera tenía cara.
Cómo
sea el amigo imaginario depende de la imaginación de su amigo humano. Max es un
niño muy creativo, por eso yo tengo dos brazos, dos piernas y una cara. No me
falta ninguna parte del cuerpo, y eso me convierte en algo muy raro en el mundo
de los amigos imaginarios. A casi todos les falta algo en el cuerpo y algunos
ni tienen aspecto humano. Como Chomp.
Pero
tener mucha imaginación también puede ser malo. Una vez conocí a un amigo
imaginario que se llamaba Pterodáctilo y tenía los ojos pegados en la punta de
dos antenas pequeñas verdes, largas y delgadas. Quien lo imaginó pensaría que
era genial, pero el pobre Pterodáctilo no podía fijar la vista en nada. Me dijo
que se pasaba el día mareado y dándose porrazos por todas partes, porque en vez
de pies tenía solamente dos sombras borrosas pegadas a la piernas. Su amigo
humano se obsesionó tanto con la cabeza y los ojos del pobre Pterodáctilo que
no pensó en darle forma también de cintura para abajo.
Pasa
mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario