Héctor Abad Faciolince, nos conduce en estos relatos por
diferentes lugares cada día de la semana, esta vez conocemos la historia de una
habitante de un pueblo interior, y al mismo tiempo, el interior de la
protagonista, Aquí os dejo el enlace al relato
completo.
Raquel Marín |
(…) Mi marido es brasilero y es
hermoso. Con él no tengo hijos, aunque lo intenté con todas mis fuerzas:
terapia hormonal, fecundación in vitro, todo, pero no fue posible, al final no
salió. Y ya no puede ser, por la edad.
No me voy a matar como Madame
Bovary. No estoy muerta de amor por mi médico del Perú. Pero es un capítulo
distinto del libro de mi vida, un capítulo secreto, entre él y yo, y eso me
ayuda a vivir, a seguir con mi cansancio de estar casada. Es un amor profundo,
a ratos, pero también intrascendente. Es una manera de estar más viva, de
querer ser bonita todas las mañanas, de soñar con viajar a Lima, a pesar de lo
que me molesta Lima. Lima la horrible. Lo único que tiene bueno es la comida,
eso sí. Cuando estoy allá salgo con mi médico y comemos y comemos y comemos, y
después vamos a un hotel, desnudos, a retozar. Eso es todo. Después de comer y
de hacer el amor me siento tan limpia y tan inocente como recién bañada. Y
vuelvo a Río, y vivo contenta en Río, y hasta me reconcilio con mi marido, que
no sabe nada de esto, ni lo sospecha, pero no creo estar haciéndole ningún
daño.
No soy dramática; tengo algo de
romántica; no soy trágica. Soy una mujer casada y ni siquiera tan cansada de
estar casada, si lo pienso bien. A estas alturas no me voy a separar; cualquier
tumba es igual. Gozo los últimos resplandores de mi cuerpo, ahora que todavía
deseo y todavía es hermoso. Después me apagaré y tendré más recuerdos que me
ayuden a sobrellevar la vejez. Así lo veo; así de simple es. (…)
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