jueves, 24 de mayo de 2012

Fragmentos Nº35: El mes más cruel


Pilar Adón
El mes más cruel

Desde la terraza en que se había sentado Marcel Berkowitz se veían las contraventanas marrones, casi siempre abiertas, de un Forno del que, de vez en cuando, surgía un joven con una camiseta de tirantes y unos pantalones manchados de blanco para fumar un cigarrillo.
La delicadeza con que aquel chico bajaba los párpados sobre unos ojos insólitamente somnolientos, la prudencia con que estiraba la corta longitud de su cuello para expulsar el humo hacia arriba hacían que adquiriera una nobleza propia de los legítimos descendientes de alguna familia de antigua estirpe. A veces volvía la mirada con lentitud y, como si intentara descifrar la exacta composición del rostro de Marcel, le examinaba largamente, con un descaro y una morosidad que a él le parecían extraídos de algún libro del escritor francés Octave Mirbeau. ¿El suave énfasis que ponía en su mirada, como si quisiera decirle algo, como si acariciara la idea de preguntarle si querría adentrarse con él más allá de las contraventanas marrones y conocer el interior del Forno, sería intencionado?

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