Jennie
Hall
Cuentos
vikingos
Mi
padre tenía tres barcos. Se los dio a tres de mis hermanos. Me quedé allí
aquella primavera y me construí una embarcación. La hice para solo veinte
remeros porque imaginaba que pocos hombres querrían seguirme, ya que era joven,
tan solo tenía quince años. La construí con la forma de un dragón. En la proa
esculpí una cabeza de dragón con la boca abierta y sacando la lengua bífida. Le
pinté de rojo los ojos para que pareciera furioso. «Ahí está, para mirar con
furia y rugir a mis enemigos», dije. En la popa curvé la cola del dragón hasta
hacer que quedara a la altura de la cabeza. Ahí puse el asiento del piloto y
una barra firme para el timón. En la parte frontal y en los lados esculpí
escamas del dragón; luego, las pinté de negro, dorando el ápice de cada escama.
Lo llamé Waverunner. Ahí estaba, por fin, montado sobre los rodillos, el
hermoso barco con que siempre había soñado.
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