Pilar
Adón
El
mes más cruel
—Es
una chica muy triste, papá —dijo adoptando un tono de voz aún más bajo del que
solía usar por los pasillos, cuando se reunía con Sara, o en su propia
habitación, cuando se sentaban juntas para trazar el menú de la semana
siguiente—. Creo que no es feliz. Aunque a veces da la impresión de serlo
enormemente, a pesar de su gesto tan sobrio. Siempre está seria, y de vez en
cuando dice algo extraordinario. Ayer, mientras cenábamos berenjenas que ella mojaba
en un cuenquito azul lleno de miel, dijo que no entendía cómo podíamos poseer
algo tan perfecto y necesario como la piel y no estar constantemente dando
gracias por ello.
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