El club de las
escritoras pone en marcha un reto, esta vez hay que crear un relato con unas
pautas establecidas, en el siguiente enlace se encuentra toda la información,
espero que os interese y lo intentéis pues el 20 de junio concluye el plazo de
para admitir y publicar en el blog: http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2012/06/nuevo-reto-con-estas-pautas-crea-un.html
El criminal más buscado
La
policía les pisaban los talones, la moto iba a toda velocidad por las calles
desiertas, cruzando las frías calles londinenses. Ella tenia miedo, se sentía
confusa, se preguntaba cada segundo como todo podía haber terminado de aquella
manera. Llegaron a un giro y la moto salió a una autopista, había coches por
todas partes, zigzagueando como podía entre ellos la moto negra y su hábil
conductor esquivo a los policías y los perdió unos kilómetros más abajo en la
infinita carretera, en el calor de la tarde. Otra vez volvía a escapárseles de
entre los dedos el escurridizo criminal.
La
moto fue encontrado por la policía al día siguiente, ya sólo quedaban de el las
cenizas y la estructura metálica, de sus ocupantes no sabían nada, habían
desparecido sin dejar rastro. Alguien pagaría las consecuencias.
*
Un
día antes
Su
melena rubia era peinada lentamente por la peluquera, se decantó por el rubio
porque ya estaba harta de verse igual, como la tonta morena y aunque se
convirtiera en algo parecido en una chica fácil, blanco de todo tipo de
miradas, es lo que buscaba. Se estaba preparando para ir con su novio a la
fiesta que se daba en honor al buen trabajo hecho en la alcaldía en la que
trabajaba como jefe de prensa.
Al
llegar la noche ya estaba lista, con un vestido verde esmeralda y unos tacones
de un centímetro de color beige. El descapotable azul marino apareció en la
calle antes de lo esperado, Ian era impaciente en todo y desde luego una fiesta
en el que era el protagonista no iba a ser menos.
Cuando
vio la gran mansión en la que se organizaba la fiesta ya sabía quien había sido
el seleccionador de los premios, el padre de Roberto, Lorenzo, el mafioso
millonario exculpado de todos los juicios por falta de pruebas. Todo el mundo
sabía que compraba con tiempo a los
testigos e incluso al abogado del denunciante para que todo saliera como
debería, para no terminar entre rejas.
Estaba
repleto de mesas con manteles limpios y relucientes, por todas partes había
sirvientes para servir los deliciosos aperitivos y las copas de champan en las
bandejas duraban poco. Las caras puertas de madera caoba, los caros cuadros
adornando paredes repletas de adornos, el suelo de mármol brillante.
Definitivamente no se sentía parte de todo ello. Todo el mundo parecía
divertirse menos ella. Se encontró a Ian hablando con una desconocida,
comiéndola la oreja y todo delante de sus narices. Se decidió a dejarle bien
claro que ella no era segundo plato de ningún tío y menos de él.
—Veo
que no estas trabajando en la esquina esta noche —fue directa, no le gustaba
que nadie estuviera con su novio, era posesiva pero no más de lo necesario—
seguro que no soy la única que te lo ha dicho esta noche.
—Lo
siento —dijo avergonzado de Caroline. La chica se fue ofendida por sus
comentarios.
La
sacó a la calle a rastras, la tiraba del brazo y la estaba haciendo daño.
—¿Cómo
te atreves a faltarme el respeto de esta manera?, delante de todo el mundo. Te
encontré en la calle y no eras nada. ¿Quién te crees que eres?, ¿Con quién
crees que estás tratando?
La
dio una violenta bofetada en la cara que le dejó la mejilla roja. De la nada
apareció otro chico, no podía ser, pero lo era, su mirada, ese peinado, su
forma de andar y caminar, no podía ser. Quería pensar que era otro.
Le
dio un puñetazo a Ian en la cara, después forcejearon pero el otro fue más
fuerte, le dio otro en el estomago y después un gancho en la cara. El
gilipollas de su novio yacía inconsciente en la humeda acera. Ya había aguantado
bastante y tenía ganas de venganza, se acercó y le dio una patada entre las
piernas. Se acercó al chico, era Roberto, le quería olvidar, para siempre y ahí
estaba.
—¿Estás
bien?
—Si,
ahora si. Vámonos antes de que alguien nos vea.
Se
subieron a la moto negra, reluciente y limpia. Cruzaron la ciudad, las luces
les envolvían. Gracias a los cascos nadie les reconoció. Al llegar a un enorme,
tosco y feo edificio de hormigón entraron en un garaje, él paró la moto y la
ayuda a bajar. Los tacones le hacían
daño en sus pies. Sin decir nada subieron al tercero. La vista desde la ventana
tampoco ofrecía mucho, rodeado de más pisos, de gente bebiendo en la calle y la
molesta luz de la farola iluminando parte de la casa sin remedio pues las
contraventanas de hierro parecían rotas y viejas. Se preguntaba cómo el hijo
podía vivir de forma tan diferente al padre. Quizás fuera que al menos Roberto
tenía ética y empatía al contrario que Lorenzo, su corrupto padre.
—Que
ganas tenía de hacer esto.
La
cogió de la cintura y la llevo a una cama desecha, con sabanas blancas. La beso
sin parar, la fue quitando la ropa, la dejo desnuda mientras ella hacía lo
mismo con Roberto, sus tersos músculos la sorprendieron, no se esperaba un
cuerpo tan definido, había pasado tanto tiempo, habían cambiado muchas cosas.
Ambos hicieron el amor hasta saciarse, tenían ganas de encontrarse y de amarse.
El calor que entraba por la ventana fue disminuyendo según llegaba la madrugada
y el frescor de la brisa les acariciaba. Cuando decidieron levantarse y comer
algo el sol ya estaba calentando el día. Caroline comió una tostada con aceite
y el un café sin azúcar. En ese momento se dio cuenta de que sobre la mesa
había una pistola y muchos billetes.
—¿A
qué te dedicas ahora?, antes eras legal, ya sabes. Todo lo malo lo tenia tu
padre, ¿qué ha pasado? —dijo mirándole con el ceño fruncido. Estaba enfadada
pensaba que era el chico de siempre, solo que con veintidós años.
—Digamos
que ahora saco a luz los trapos sucios que puedo de mi padre y es por ello que
tengo una pistola para defenderme de los polis comprados. El dinero ayuda a que
algunos de sus secuaces digan la verdad, digamos que su manera de ver la vida
es el dinero que saco del blanqueo de mi padre. Por eso me persigue la
justicia, pero yo no hago mal a nadie, es más trato de borrar del mapa a todo
aquel que lo hace. No soy un héroe ni mucho menos ni quiero serlo. Sólo que
odio lo que mi padre hace y le pongo solución.
Se
miraron a los ojos, su verdor resplandecía, no sabía si de amor o de compresión
y tristeza frente a su dura rutina, estaba claro que él estaba enamorado de
Caroline. Pero ella no lo tenía claro. Sonó el telefonillo. De repente colgó y
la dijo que se metiera debajo de la cama, que abriera la escotilla, y bajará
por las escaleras. Mientras tanto bloqueaba la puerta con una viga metálica,
cogía una linterna y se introducían en la cavidad.
—¿Adónde
da este túnel?
—Al
garaje, cogeremos mi moto y huiremos. No hay otra salida. No te preocupes ya he
usado esta escapatoria varias veces. Espera que apriete este botón.
Cogió
el móvil e introdujo un código, apretó un botón amarillo y escuchó una pequeña
explosión sobre sus cabezas.
—Es
para que la habitación se llene de humo y que los policías que entren estén
confusos y crean que seguimos allí, esperándoles —una sonrisa picara hizo que
se estremeciera, era inteligente y eso la gustaba. Al menos no era sólo un
cuerpo bonito—. Unos escalones más y hemos llegado.
Al
llegar abajo usó una llave y una puerta que pasaba desapercibida, escondida
entre unos grandes tubos rojos se abrió permitiéndoles el paso. Se pusieron los
cascos, está vez eran blancos y salieron por una puerta trasera. Al llegar a la
carretera se mezclaron con los coches que a
esas horas de la tarde volvían del trabajo. Los enormes autobuses rojos
eran los que más ayudaron hasta que se encontraron con un control y les
persiguieron. Encontraron la forma de despistarles en la autovía y se dirigían
al puerto. Su amante protector estaría siempre junto a ella, nunca la dejaría
sola frente a todo. Había cambiado su vida, con eso era suficiente.
*
En
las noticias decían que eran los criminales más buscados, entonces apareció una
foto de un chico moreno de mirada de color verde y una joven rubia de ojos
azules con un gesto inocente en su cara. Aplastó el vaso de plástico. Se les
había vuelto a escapar y cada vez sabía menos que medidas tomar. Lorenzo dio un
golpe a la mesa, este último soplo le había salido muy caro, debido a ello el
comandante de policía se estremeció. El corrupto le miró al policía con
rabia. Otra vez. La misma historia y la
de siempre a la vez. Cogió el revolver, quitó el seguro y apuntó al comisario.
—¿Sabe
sumar tres y una? —le dijo al comandante.
—Si…
pero.
Apretó
el gatillo, estaba harto de escuchar a gente inútil y aún más incompetente como
él, y ya iban cuatro con este. Ni sobornados eran capaces estos policías de
cerrar el pico.
—Pues
con usted ya serán cuatro.
Y
escupió al impoluto traje del oficial mientras avisaba a sus matones que se
deshicieran del cuerpo.
¡Fabuloso!, me ha gustado mucho y has logrado plasmar la esencia que pedía con este reto, felicidades!.
ResponderEliminarDentro de un par de días lo publicaré en el club.
Ah!, y gracias por participar en este nuevo reto, espero que vuelvas a hacerlo en el siguiente que proponga, jejeje
Saludos y hasta otra! >.<