domingo, 3 de junio de 2012

Fragmentos Nº39: Las horas oscuras

Juan Francisco Ferrándiz
Las horas oscuras

Los hábiles dedos de la muchacha punteaban las cuerdas del arpa con precisión y las notas se extendían por el majestuoso salón engarzándose en una suave melodía inspirada en un antiguo himno celta. La dulce voz de la joven ora se elevaba aguda como el trino de los pájaros ora descendía como el rumor sordo de las olas al morir en la arena. Los versos que entonaba relataban las gestas del príncipe Patrick, el primogénito de la familia O’Brien. «Hice componer a un viejo bardo la historia y las terribles consecuencias de su muerte —Había explicado Cormac a su invitado de honor antes de que la joven iniciara el canto—. Deseo que permanezca para siempre en el recuerdo de nuestros súbditos, que se escuche en cada feria, en cada celebración; fue un gran músico. Recordad, hermano Brian, que el lugar que habitáis contiene el alma de un héroe celta que dio su vida hace ya treinta años.» El nostálgico eco de la composición reverberaba en los muros, engalanados con gruesos cortinajes encarnados, escudos con el emblema de la familia y grandes cornamentas de ciervo. Varias antorchas y un gran fuego en el hogar de piedra iluminaban con trémulo resplandor la estancia principal del castillo de Cormac O’Brien.

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