Carlos
Laredo
El
rompecabezas del cabo Holmes
En
el puesto de la Guardia Civil de Corcubión había un cabo extremadamente
diligente, José Souto, de 32 años, soltero, al que sus compañeros llamaban
Souto Holmes, por su forma meticulosa de investigar, su tenacidad y su
inagotable paciencia, cualidades poco acordes con las costumbres locales.
Souto había resuelto en los últimos años un par de casos que sus jefes consideraban imposibles dada su complejidad. Aparte de las medallas que ganó, contaba con el respeto de sus compañeros, a veces teñido de envidiosa ironía.
Souto había resuelto en los últimos años un par de casos que sus jefes consideraban imposibles dada su complejidad. Aparte de las medallas que ganó, contaba con el respeto de sus compañeros, a veces teñido de envidiosa ironía.
Fue
él quien recibió la llamada desde el bar As Eiras de Lires (Cee), a donde se
dirigió inmediatamente con dos compañeros, después de dar aviso al juzgado. La
primera dificultad con la que se encontró fue entender a Anselmo, el pescador
sordomudo que había descubierto el cadáver de la mujer. Por suerte, un muchacho
de la aldea que se llamaba David y era sobrino del viejo se ofreció a traducir
a los guardias los incomprensibles sonidos que emitía su tío abuelo. A Anselmo
no hacía falta que le tradujera nadie lo que decían los guardias, porque leía
los labios, siempre que le hablaran mirando hacia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario