Stella
Gibbons
La
segunda vida de Viola Wither
Viola
colgó y subió a toda risa las escaleras hasta su habitación con la cabeza llena
de deliciosas fantasías. «¡Como si el baile no fuese ya bastante, ahora esto!
No quieres caldo, pues toma dos tazas —pensó plantada delante del armario
mirando dos vestidos de noche lacios y descoloridos pero sin prestarles atención—.
¿Qué me pongo mañana?... No tengo guantes limpios… Tengo que lavarlos… ¡Oh,
pero qué feos son mis zapatos!»
De
repente salió de su ensueño y se dio cuenta de que sus zapatos de baile
plateados estaban ya muy deslustrados, tenían las puntas rozadas y les faltaba
un botón. «No puedo ponerme estos —pensó—. Tengo que comprarme unos nuevos.»
Sin
embargo, aquello en realidad no le preocupaba, porque sabía que al final se
compraría un par de zapatos bonitos, cómodos y a la moda por menos de una
libra.
La
civilización, tal y como la conocemos, está corrupta. Tiene los días contados;
vemos señales de ello por todas partes. Las ratas se comen sus cimientos; sus
torres se adentran tambaleantes en nubes bajas donde aviones de guerra pasan
zumbando sin ser vistos. No obstante, puede proveer, y de hecho lo hace, a sus
jóvenes hijas con artículos de lujo a precios asequibles. No permitamos que
ninguna mujer vaya desaliñada o poco elegante. Mientras tenga unos chelines que
gastar en ropa, que se compre algo bonito y alegre. Puede que no sea mucho,
pero al menos es algo. Puede que mañana muramos, pero al menos bailaremos hoy
con zapatos de plata.
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