Adiós a Bech de John Updike
NARRATIVA (F). Novela
Junio 2013
Andanzas CA 811
ISBN: 978-84-8383-484-8
País edición: España
304 pág.
17,30 € (IVA no incluido)
Junio 2013
Andanzas CA 811
ISBN: 978-84-8383-484-8
País edición: España
304 pág.
17,30 € (IVA no incluido)
Envejecer, morir… Ley
de vida, dicen. Pero la literatura tiene sus propias leyes, como bien sabe
Henry Bech, el escritor judío, álter ego ácido y entrañable de John Updike, que
encara la recta final de la vida con el mismo desparpajo de siempre. En esta
última entrega de sus desventuras, Bech visita la Praga anterior a la caída del
Muro y atisba la peculiar complejidad de un mundo que muere y otro que nace;
rememora un antiguo pleito con un representante de Hollywood que le demanda por
haberlo llamado sanguijuela, o algo peor; se convierte en presidente de una
apolillada institución cultural; emprende una cruzada contra los críticos que
le han macerado a lo largo de los años… y se lía con su asesora informática, a
la que triplica en edad. Y, bien entrado en la setentena, cuando acaba de ser
padre… le conceden el Premio Nobel. Digno colofón a esta apoteósica despedida
de la trilogía que se iniciaba con Un libro de Bech y continuaba con Bech
ha vuelto.
Henry
Bech, el semidesconocido escritor norteamericano, que había cumplido sesenta y
tres años en el corriente de 1986, se sentía sosegado, como un gran señor, en
la espléndida Residencia, en uno de cuyos extremos le habían cedido una suite
durante la semana de su visita cultural a este díscolo puesto avanzado del
imperio soviético. Dada su condición de judío, tenía muy presentes a los
antiguos propietarios, aquellos plutócratas desaparecidos, sin duda personas
exquisitas y plurilingües, que con tal lastimosa confianza, entre las convulsiones
de la edad dorada de la Diáspora de la Europa central (que no debe confundirse con
la edad dorada de la España sarracena ni con los buenos tiempos vividos bajo
los príncipes polacos), habían levantado su palacio al filo del abismo. Para un
judío, desplazarse por la Europa de posguerra es moverse entre muchedumbres de
espectros, inmensas multitudes animadas que, desde 1945, ya no están ahí, no lo
están, se han esfumado. El roce suave como una pluma de esas ausencias misteriosas
se siente en todas partes. En el centro de la Praga antigua, el reloj del ayuntamiento
judío que, con las sinagogas adyacentes, Hitler pretendió conservar como
reliquias de una raza exterminada, todavía va hacia atrás para regocijo de los
turistas de ambos lados del Telón de Acero. El cementerio que hay allí, con sus
cuatro siglos de difuntos amontonados por las presiones del gueto, y las
lápidas entremezcladas como naipes gigantes en una baraja que estuviera siendo
barajada, conmovió menos a Bech que el cementerio judío más reciente, en las
afueras de la ciudad, adonde le llevó el embajador creyendo que el escritor visitante
debía ver la tumba de Kafka.
El
embajador era un hombre excepcionalmente pequeño y vital, de pelo rubio ralo
repeinado sobre un cráneo pecoso; era un industrial de Akron, activo recaudador
de fondos para el partido republicano, que había creído en Reagan cuando la
mayoría de los barones más informados del partido todavía se reían ante la
posibilidad de ver a un actor de cine en la Casa Blanca. Por su lealtad y
presciencia, había sido recompensado con el cargo de embajador en ese destino,
lo que además tenía su lógica, ya que contaba con antepasados checos; sus
abuelos habían llega do a Pittsburgh desde la cuenca minera de Moravia, y en su
casa todavía se hablaba checo durante su infancia.
—Les
encanta oírme hablar —le contó a Bech con su apabullante sonrisa de pillo—, les
sueno muy anticuado. Es como si, en inglés, alguien hablara como en la Biblia del
rey Jacobo. —Bech imaginó que por la cara cuadrada del embajador revoloteaba la
sospecha de que los judíos no tuvieran mucho que ver con aquella Biblia. El
hombrecito se apresuró a añadir, para que no quedara la menor duda—: Supongo
que les sueno pintoresco de narices.
Para una memoria futura. (Si la memoria tiene un
futuro) de Leonardo Sciascia
CIENCIAS SOCIALES (NF). Periodismo
Junio 2013
Andanzas CA 812
ISBN: 978-84-8383-485-5
País edición: España
192 pág.
14,42 € (IVA no incluido)
Junio 2013
Andanzas CA 812
ISBN: 978-84-8383-485-5
País edición: España
192 pág.
14,42 € (IVA no incluido)
Leonardo Sciascia no
sólo se atrevió a abordar la realidad de las organizaciones mafiosas en sus
novelas: también lo hizo abierta, valientemente, en las páginas de periódicos y
revistas italianos. Al hilo de sucesos significativos —asesinatos, casos
judiciales—, el autor siciliano expuso a la opinión pública el fenómeno
mafioso, y lo interpretó no como un hecho subversivo del orden establecido,
sino como un sistema paralelo y especular respecto del Estado y de sus leyes.
Rompió así el silencio que hombres e instituciones guardaban sobre el viejo
problema, con lo que contribuyó a esa concienciación que llevó al Estado
italiano a luchar de manera abierta contra la mafia. Esta obra, que recoge los
artículos publicados por Sciascia en la década de 1980, es un valioso
instrumento para comprender el contexto de silencio, sigilo y protección que ha
permitido a la mafia, y a su oculta estructura jerárquica, extenderse y
perpetuarse.
No
esperaba que Pertini me contestara diciendo que estaba de acuerdo y me prometiera
que intervendría en el sentido que yo deseaba, pero sí al menos que acusara
recibo de mi carta. Creía tener derecho a una respuesta: como ciudadano antes
que como escritor, y como persona a la que, un año antes, había recibido con
tanta confianza. El más absoluto silencio, sin embargo. Silencio que, lo
confieso, me decepcionó mucho, además de ofenderme, y desde aquel momento tuve
un juicio más negativo y receloso tanto de Pertini como de lo que ocurría en la
Administración de Justicia. Yo ya había escrito y declarado (hasta en la televisión
francesa) que estaba absolutamente convencido, no de una manera sentimental
sino objetiva y racional, de la inocencia de Enzo Tortora: las pruebas ahí
estaban, al alcance del más modesto juicio crítico. Pese a ello, Tortora debió
sufrir un calvario judicial de tres años y tres meses, con consecuencias
letales.
Condenado
por el tribunal de Nápoles a diez años de reclusión, creo, Tortora fue absuelto
por el Tribunal de Apelación con una sentencia jurídica y moralmente ejemplar,
absolución que ratificó el Tribunal Supremo. El sacrificio personal de Tortora
sirvió, con todo, para dar a los italianos la impresión de que los jueces
podían hacer lo que les daba la gana, destruir a una persona inocente en su
reputación y bienes, y, sobre todo, privarla de la libertad. La inquietud del
país la sintieron más los socialistas y radicales, que promovieron un
referéndum para aprobar una ley que, en casos como el de Tortora,
responsabilizara directamente a los jueces. La mayoría de los italianos votaron
a favor de la propuesta; pero el Parlamento casi desautorizó el resultado.
Entretanto
se planteaba —con lo que se admitía su existencia, que antes habían negado los
gobiernos— el problema de las asociaciones criminales meridionales, de la mafia
sobre todo. Problema que las instituciones asumieron como lucha finalmente
abierta y frontal contra la mafia, pero también como lucha por el poder dentro
de las instituciones mismas y los partidos políticos. Yo, que fui el primero en
la historia de la literatura italiana que di una representación no apologética del
fenómeno mafioso, aunque siempre preocupado por que acabara combatiéndosela con
los mismos métodos con los que el fascismo la había combatido (una mafia contra
otra), movido por la lectura del libro de Christopher Duggan sobre mafia y
fascismo, sobre mafia y poder político, escribí una serie de artículos en este
sentido en el Corriere della Sera que provocaron una terrible polémica, y por
los que se me acusó de debilitar la lucha contra la mafia y poco menos que de
favorecer su existencia.
Lo
cierto es que necios hay muchos; y fanáticos, aún más; gozan de tan buena salud
no mental que pueden pasar de un fanatismo a otro con perfecta coherencia,
permaneciendo, sustancialmente, inmóviles en el eterno fascismo itálico. Su
sueño, y también su práctica, es el Estado que el fascismo llamaba «ético» (no
se sabe de qué ética). Hay que reconocerles, con todo, una especie de buena fe:
contra la verdadera ética, contra el derecho, incluso contra la estadística, ellos
creen que la dureza de las penas (incluida la de muerte), la represión violenta
e indiscriminada, la abolición de los derechos de los individuos, son los
mejores instrumentos para combatir cierta clase de delitos y asociaciones
criminales como la mafia, la ’ndrangheta y la camorra. Y seguirán creyéndolo.
Dinero para fantasmas de Edgardo Cozarinsky
NARRATIVA (F). Novela
Junio 2013
Andanzas CA 810
ISBN: 978-84-8383-483-1
País edición: España
136 pág.
13,46 € (IVA no incluido)
Junio 2013
Andanzas CA 810
ISBN: 978-84-8383-483-1
País edición: España
136 pág.
13,46 € (IVA no incluido)
La historia de un amor,
el que arrastra a dos personajes marginales de Buenos Aires a vivir peripecias
novelescas en el otro extremo del mundo, enciende la imaginación de un viejo
escritor ya hastiado de la vida y lo lleva a reinventarse. A su vez, la vida de
ese anciano germinará, como una semilla impulsada por el viento, en la relación
de dos jóvenes que apenas empiezan a asomarse a la vida. Si el dinero para
fantasmas del título alude a una antigua creencia china, también las historias
que recorren esta novela van abriéndose una tras otra, en una estructura de
cajas chinas. Mientras, los personajes cruzan sus existencias y dibujan
pasiones vividas e imaginadas, entre el deseo no apagado por los años y el que
estalla en quienes dan sus primeros pasos en el amor.
Sus
padres veían sin optimismo esa elección: esos estudios no correspondían a lo
que ellos llamaban una carrera. Eran gente instalada en otros tiempos,
modestamente protegidos por la vida casi rural, apenas urbana, de una localidad
aislada a unos mil kilómetros de la capital; habían sobrevivido a décadas de
naufragio social sin registrar la caducidad de ciertas nociones, sin sospechar
la precaria, acaso nula utilidad de todo diploma a principios del nuevo siglo.
Solo el estancamiento de los estudios emprendidos por el hijo en la universidad
provincial los convenció para autorizar el giro mensual que le permitiría
respirar en Buenos Aires. Después de todo, la única vocación visible del chico
había sido, desde la adolescencia, la de escapar lo más lejos posible de su
familia. Internet, a pesar de una conexión voluble, había sido su hada madrina.
Allí encontraba el cine que el cable no ponía a su alcance, y guiado por
algunas páginas cinéfilas se había familiarizado con lo que aprendió a llamar
cine de autor: en el disco rígido que lo acompañó a la capital convivían las
obras completas de Antonioni con las de Sokurov. No sabía que era, él mismo, un
sobreviviente de entusiasmos y lealtades que muchos de sus futuros compañeros
porteños, adictos al trash y al gore, iban a considerar anacronismos.
Aquella
mañana de marzo, en el café La Amistad de la calle Garay, Martín tomó una foto
de la barra, del espejo donde, detrás de alcoholes que él no conocía, ginebra
Bols en su botellón de barro, grapa, caña, fernet, se reflejaban las mesas y se
duplicaba la luz fuerte que llegaba de la calle en uno de los últimos días de
verano. Fotografió también la avenida y la esquina a través de esas ventanas
sobre cuyo vidrio las letras pintadas en el exterior, leídas al revés desde el
interior, permitían descifrar el nombre prometedor del café. El patrón había
autorizado esa intrusión: la juventud del fotógrafo, la mención de la escuela
de cine, todo lo predispuso a una sonrisa; a otra hora del día, lejos del
desayuno, por respeto a los habituales bebedores no habría accedido. En alguna
de las fotos, un poco borroso, iba a aparecer el viejo, inclinado sobre su
cuaderno.
—Parece
Oribe, Andrés Oribe —dijo al estudiar la foto el profesor que había encomendado
la tarea.
¿Cuánta verdad necesita el hombre? de Rüdiger
Safranski
FILOSOFÍA (NF). Ensayo filosófico (ética, metafísica, teoría del conocimiento, etc.)
Junio 2013
Ensayo E 91
ISBN: 978-84-8383-486-2
País edición: España
224 pág.
15,38 € (IVA no incluido)
Junio 2013
Ensayo E 91
ISBN: 978-84-8383-486-2
País edición: España
224 pág.
15,38 € (IVA no incluido)
La pregunta por la
verdad es tan antigua como la filosofía occidental, probablemente porque los
seres humanos necesitamos creer no sólo en verdades concretas, sino también en
la existencia de la Verdad. El gran pensador y ensayista Rüdiger Safranski
explora en estas páginas una cuestión esencial para la historia del pensamiento
y que filósofos y escritores como Rousseau, Kleist, Nietzsche o Kafka tensaron
al máximo: el hombre tiene la conciencia de ser un sujeto escindido, separado
tanto de sí mismo como del resto de la naturaleza, y necesita las creaciones
del arte y de la cultura para reconciliarse consigo mismo y con sus semejantes.
Sin embargo, según
Safranski, el anhelo metafísico de recuperar esa unidad perdida, esa vida
«verdadera», puede también enturbiar la vida política y llevarnos a los
peligrosos abismos del mesianismo y el totalitarismo.
El
hombre ha envidiado al animal por ser pura naturaleza, sin la perturbadora
presencia de la conciencia; a Dios por ser puro espíritu exento de la molesta
naturaleza, y, por último, a ese animal divino que es el niño. Ha envidiado
por tanto su propia infancia, su espontaneidad e inmediatez perdidas. Nuestros
recuerdos nos hacen creer que en un tiempo remoto, del mismo modo que nuestra
infancia llega a su fin, fuimos expulsados del paraíso.
Casi
todos los sueños triunfales en los que dentro y fuera, conciencia y ser, yo y
mundo coexisten en mágica unidad se alimentan del repertorio de imágenes de una
infancia recordada o imaginada.
Uno
de estos relatos oníricos, proveniente de China, cuenta la historia de un pintor
que llegó a viejo después de dedicar toda su vida a un único cuadro. Una vez
que lo hubo terminado, invitó a los amigos que aún le quedaban para mostrarles
su obra: en ella se veía un parque, y entre los prados un estrecho camino que
conducía a una casa situada en un alto. Cuando los amigos, listos para dar su
opinión, se giraron hacia el pintor, éste ya no se encontraba junto a ellos.
Miraron de nuevo hacia el cuadro: allí estaba él, recorriendo la suave
pendiente del camino; abrió la puerta de la casa, se paró un momento, se
volvió, sonrió, les dio nuevamente la espalda y cuidadosamente cerró tras de
sí la puerta dibujada.
El
pintor entra en el cuadro como si de su verdadero hogar se tratara, lo que
supone alejarse de los demás. Para los que han quedado atrás esta desaparición
equivale a la muerte, aunque la historia relata más bien una llegada, una
vuelta a casa, momento feliz del que no se explica una palabra a los que quedan
fuera del cuadro. Como mucho, se podría observar la pintura y decirles: ahí, en
el cuadro, encontraréis expresado ese gozo.
Podríamos
acentuar el motivo de lo indecible en el relato: una vez que desaparece el
pintor en su obra, tendría que desaparecer también el cuadro, quedando un
vacío, una perfecta ausencia. Si pudiéramos dar marcha atrás al proceso
completo, de tal manera que de la nada surgiera el cuadro y del cuadro pudiera
salir nuevamente el pintor, ¿qué nos podría contar de lo de ahí dentro?
Estas
historias prometen una plenitud, y sin embargo nos dejan sumidos en el vacío.
Susurran el misterio de lo más profundo del ser y provocan la sugestión de la
verdad de la vida, como si esa verdad fuera inefable, y como si justamente esa
inefabilidad fuera superior a todo lo que se puede decir de ella. Es esa oscura
y desbordante pérdida del mundo, que a su vez parece provenir de sus propias
entrañas, lo que las hace tan seductoras.
Fabulosas narraciones por historias (MAXI) de
Antonio Orejudo
NARRATIVA (F). Novela
Junio 2013
MAXI MAXI 033/2
ISBN: 978-84-8383-719-1
País edición: España
384 pág.
9,56 € (IVA no incluido)
Junio 2013
MAXI MAXI 033/2
ISBN: 978-84-8383-719-1
País edición: España
384 pág.
9,56 € (IVA no incluido)
Fabulosas narraciones
por historias relata las peripecias de tres amigos
que dejan de serlo: Santos, de origen rural, que en la gran ciudad descubre su
debilidad por las mujeres maduras y la pornografía; Martiniano, sobrino de
Azorín, que odia a los intelectuales tras los malos tratos recibidos de su tío;
y Patricio, escritor nobel que sueña con publicar una novela. Los tres jóvenes,
internos en la Residencia de Estudiantes, viven el bullicio de los años veinte
en Madrid. Pero entre novatadas, enfrentamientos y explosivas tertulias, apenas
perciben que ponen en peligro un plan secreto para crear una generación
literaria: la del 27.
¿Y
si después de todo no era un genio? Las famosas vidas ajenas presentaban
siempre centenares de marcas. En la suya, sin embargo, nunca lograba encontrar
ninguna. Su infancia no fue difícil ni estuvo marcada por la miseria o por el
sino de la fatalidad; todo lo contrario: primogénito, varón, niño de buena
familia, padres leídos y tío inmortal. ¡Y tío inmortal! Bueno, ¿y qué? Nada de
eso incapacitaba para la genialidad, que él supiera. Proust no descendía de
mineros precisamente, sino más bien de una familia que había comido buena carne
en todas sus generaciones, aunque eso le hubiera lucido bien poco al joven
Marcel, que se había pasado en cama media vida. Pasarse en cama media vida,
¿veía él? ¡Ahí estaba la marca! En cuanto indagaba un poco en la vida de los
grandes escritores, enseguida encontraba los signos de la genialidad, las
cruces de tiza con que la naturaleza había querido marcarlos desde su
nacimiento para que no tuvieran dudas en los momentos de tribulación. Pasarse
en cama media vida era un síntoma inequívoco de genialidad. ¿Qué marcas tenía
él para escapar de su propio Huerto de Getsemaní? ¿Qué sucedería si decidiera
no levantarse mañana y no quitarse el camisón hasta haber culminado varios
tomos de una obra maestra? En primer lugar, no estaría a las ocho en la Puerta
del Sol, donde se había citado con Marc. En segundo lugar, al no verle
aparecer, Marc decidiría ir solo a esperar a Santos, que llegaba sobre las
nueve a la Estación del Norte. Dónde está Pátric, preguntaría Santos. No lo sé,
respondería Marc; habíamos quedado a las ocho en la Puerta del Sol, y me ha
dado plantón. Entonces regresarían corriendo a la Residencia; subirían
asustados a su cuarto; y, al encontrarle en la cama, le preguntarían si estaba
enfermo. No, contestaría él; es que no pienso levantarme hasta que no termine
esta maldita novela. Sus amigos se quedarían de una pieza, pero después, en
tercer lugar, le sacarían a sombrerazos de la cama. Qué ocurrencia,
exclamarían; no salir de la cama precisamente el día que Santos volvía de
vacaciones, y cuando a Marc le quedaban tan sólo veinticuatro horas para
marcharse a Londres. Con esa clase de amigos era muy difícil ser un genio:
jamás le iban a permitir que guardara cama si no padecía una enfermedad, una
buena enfermedad. Proust había sufrido una: la tuberculosis. ¿Veía él? ¡Otra
marca! ¡Qué fácil sería todo si él tuviera tuberculosis! O cualquier otra
señal. Sade era rico y perverso; Baudelaire tenía una frente sobrenatural;
Galdós era canario; Poe, alcohólico; y Cervantes, manco. Siempre se olvidaba
este detalle, cuando para él era evidente la relación entre ser manco y
escribir el Quijote. Una tara física como ésa tenía que proporcionar todo el
resentimiento que se necesitaba para culminar una obra de arte. ¿Sería él capaz
de cortarse un brazo para, de ese modo, poder escribir una novela que cambiara
el rumbo de la literatura occidental? Él creía que sí; pero en la vida, antes
de hacer algo irreversible, había que pensar muy bien los pros y los contras.
Las brujas de Salem y El crisol (MAXI) de Arthur
Miller
CINE, TEATRO Y RADIO (NF). Guiones cinematográficos y radiofónicos
Junio 2013
MAXI MAXI 037/1
ISBN: 978-84-8383-718-4
País edición: España
272 pág.
8,60 € (IVA no incluido)
Junio 2013
MAXI MAXI 037/1
ISBN: 978-84-8383-718-4
País edición: España
272 pág.
8,60 € (IVA no incluido)
Las brujas de Salem:
En 1692, en la localidad de Salem, pacífica pero sofocante debido a la
religiosidad estricta que rige su vida cotidiana, corre el rumor de que una
joven ha hecho un obsceno maleficio. Los habitantes se acusan unos a otros, y
se inicia un juicio que tal vez propicie temibles venganzas... Miller concibió Las
brujas de Salem en la época negra de la «caza de brujas» desplegada en
Estados Unidos durante el macarthismo. Posteriormente colaboró en su adaptación
al cine, titulada El crisol y cuyo guión se ofrece a continuación de la
obra teatral.
Tempestades de acero (Fábula) de Ernst Jünger
BIOGRAFÍAS, AUTOBIOGRAFÍAS Y MEMORIAS (F). Biografías, autobiografías y memorias
FILOSOFÍA (NF). Biografías, autobiografías y memorias
HISTORIA (NF). Biografías, autobiografías y memorias
Junio 2013
Fábula F 366
ISBN: 978-84-8383-488-6
País edición: España
464 pág.
10,52 € (IVA no incluido)
FILOSOFÍA (NF). Biografías, autobiografías y memorias
HISTORIA (NF). Biografías, autobiografías y memorias
Junio 2013
Fábula F 366
ISBN: 978-84-8383-488-6
País edición: España
464 pág.
10,52 € (IVA no incluido)
En 1914, al estallar la
primera guerra mundial, Ernst Jünger se alistó como voluntario en el 73
Regimiento de Fusileros y fue enviado al frente francés. Durante la contienda
llevó un Diario de guerra a partir del cual, en 1920, redactó Tempestades
de acero, una de las mayores obras de la literatura de guerra de todas las
épocas. Sus páginas, nacidas en el fragor de los combates, en hospitales o en
trincheras que se convirtieron en la tumba de cientos de miles de soldados,
componen una verdadera novela de formación y, al mismo tiempo, una honda
reflexión en torno al destino de un siglo que empezó bajo el signo de esta
masacre inusitada.
Elogio de la imperfección de Rita Levi-Montalcini
BIOGRAFÍAS, AUTOBIOGRAFÍAS Y MEMORIAS (F). Biografías, autobiografías y memorias
Junio 2013
Fábula F 365
ISBN: 978-84-8383-487-9
País edición: España
304 pág.
Junio 2013
Fábula F 365
ISBN: 978-84-8383-487-9
País edición: España
304 pág.
Apasionado balance de
una trayectoria profesional y vital coronada con el Premio Nobel de Medicina, Elogio
de la imperfección narra una odisea, la protagonizada por Rita Levi-Montalcini
a lo largo de un siglo. Nacida en el seno de una familia judía, Levi-Montalcini
vivió su infancia en Turín mientras se libraba la primera guerra mundial. Pese
a la oposición paterna, se matriculó en medicina para doctorarse posteriormente
en neurocirugía. Ayudante del eminente histólogo Giuseppe Levi (el padre de
Natalia Ginzburg), montó un laboratorio en su propia casa cuando las leyes
raciales de la Italia fascista le impidieron proseguir sus investigaciones.
Tras la segunda guerra mundial, desarrolló su carrera científica en Estados
Unidos, y el descubrimiento del factor de crecimiento nervioso (NGF) le valió
en 1986 el Premio Nobel de Medicina.
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