Cuando uno no encuentra el camino en el que seguir todo se vuelven dudas. Te llegas a preguntar ¿Iré por el buen camino dirigiéndome hacia esa calle? ¿Tendré que coger ese autobús, ese tren o, en cambio, esperar al siguiente? Llega aparecer en tus ojos una niebla de la que no te puedes librar con unos cuantos medicamentos de la farmacia de al lado.
Lo positivo es que sabes que algún día esta maldición en forma de dudas, cuando menos te lo esperes, tendrán respuesta. Y como siempre estará delante de tus narices.
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