viernes, 27 de mayo de 2011

Tokio blues (Norwegian Wood) de Haruki Murakami

Toru Watanabe, al aterrizar en Alemania, el avión en el que viaja emiten la vieja canción de los Beatles, Norewegian Wood, gracias a ella recuerda todo lo que le ocurrió en Tokio en los sesenta. Una época turbulenta y melancólica para él pues se acuerda de la relación que tuvo con Naoko, una joven que se ve obligada a ir a un hospital psiquiátrico tras el escabroso suicidio del amigo de ambos, Kizuki.

También recuerda como en la universidad, de la cual sus alumnos sospechan que hay una organización secreta o algún tipo de secta, se relacionó con todo tipo de personas las cuales pasarían a ser una parte importante de su vida. Sus compañeros de clase, las amigas que piden los apuntes, los paseos por la ciudad. En definitiva la adolescencia que vivió en la gran ciudad de Tokio.

La historia transcurre entre canciones, como es característico en este autor, de los Beatles entre algunas otras aportándole una banda sonora que trasmite, más aún, las sensaciones de los personajes y de sus cargas psíquicas y emocionales. Sus diálogos son dinámicos y cercanos lo cual le dota al texto cercanía y empatía con los personajes, sobre todo con los protagonistas.

La recomiendo para aquellos que quieran sentir la sensación de pérdida y melancolía que trasmite el autor en este libro a través de los suicidios que transcurren en la vida del protagonista. También para aquellos que estén dispuestos a descubrir a un Murakami que se acerca más a la realidad pero siempre manteniendo un toque fantástico e inesperado. Y por último para los adictos a escritor nipón y a sus descripciones de la naturaleza.

Extractos:

Naoko se detuvo. Yo también. Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.

Cuando sonó el timbre que me anunciaba que tenía una llamada telefónica, yo dormía tan profundamente como si estuviese muerto. Me encontraba en pleno sueño. Así que no comprendí nada de lo que estaba pasando. Me sentía como si, durante el sueño, mi cabeza hubiera estado en remojo y mi cerebro se hubiese hinchado. Miré el reloj. Eran las seis y cuarto, ¿de la mañana o de la tarde? Tampoco logré recordar en qué día del mes ni en qué día de la semana estábamos. Eché una ojeada al exterior, vi que la bandera no pendía del asta. Deduje que debían de ser las seis y cuarto de la tarde. Al menos la ceremonia de izamiento de la bandera tenía alguna utilidad.

Editorial: Tusquets
Autor: Haruki Murakami
Páginas: 383
Precio: 19 euros

miércoles, 25 de mayo de 2011

“Mujercitas” a través de sus lectoras

Se publicó el 30 de septiembre de 1868 el famoso libro de Louisa May Alcott que trata la historia de cuatro niñas que se van convirtiendo en mujeres durante la Guerra Civil de los Estados Unidos entre los años 1861 y 1865. La autora se basó en su propia vida para escribirlo obteniendo un éxito de ventas que poco después daría a lugar a una continuación titulada “Aquellas mujercitas”.

viernes, 20 de mayo de 2011

Blade Runner o ¿Quién vive?

En la ciudad de Los Ángeles, en el año 2019, un día de noviembre Rick Deckard un blade runner, como se conoce a los asesinos de antiguas versiones de replicantes, es llamado porque la persona que ocupaba su cargo anteriormente fue asesinado por un androide Nexus 6 llamado Leon convertido en fugitivo tras el homicidio.

Deckard es propuesto por su jefe para seguir con el cometido de acabar con los androides defectuosos y con emociones inestables, este acepta, y les describen las profesiones y donde se encuentran cada uno para ser retirados de la ciudad lo antes posible pero encuentra a alguien inesperado en su purga, Rachael, la secretaria del creador de los Nexus, la cual es una androide experimental con recuerdos implantados.

En su primer fin de semana recaudó 6,15 millones de dólares, una cifra decepcionante pues se esperaba más acogida en las 1.290 salas en las que se estrenó, la crítica por aquel 1982 no mostró buenas opiniones aunque después la consideraran un clásico moderno.

Su director, Ridley Scott, obtuvo con este film varios premios entre ellos tres BAFTA y el Premio Hugo a Mejor Representación Dramática, también tuvo varias nominaciones en los Óscar y en los Globos de Oro. Si bien al principio la audiencia norteamericana la evitó poco después pasó a convertirse en una cinta de culto. Sus guionistas son Hampton Fancher y David Webb Peoples los cuales han sabido aportar un punto de vista en el que no se sabe dónde está el límite entre lo artificial y lo real en cuanto a sentimientos se refiere.

La recomiendo para aquellos que quieran vivir mientras se entretienen una historia de ciencia ficción que oculta una pequeña historia de amor, también para aquellos que quieran sorprenderse con los efectos especiales y sonoros los cuales aportan grandes matices a la película y por último para aquellos que quieran ver un film de calidad del gran Scott.

Lo mejor: El ambiente futurístico pero melancólico y sus actores.
Lo peor: Algún que otro pequeño fallo en el guión.


Valoración general: 9/10

viernes, 13 de mayo de 2011

El sueño del celta de Mario Vargas Llosa


Roger Casement, es un irlandés que lucha denunciando los horrores del colonialismo y por el derecho a la libertad. Existen varios informes escritos en los viajes por el Congo Belga y la Amazonia sudamericana que conmocionaron a la sociedad en su época. Estos viajes y lo que vio en ellos cambiaran el punto de vista de Casement permitiéndole conocerse a sí mismo en términos cívicos e intelectuales, llegando a dudar de la inocencia y la solidaridad de la humanidad.

martes, 10 de mayo de 2011

Mis diez preferidos de Eurovisión 2011

Una lista con mis candidatos para llevarse este año el primer puesto y el premio en la ceremonia que se celebrará en Düsseldorf, Alemania, y con este será ya el LVI Festival de la Canción que se celebra.

Ahí van los vídeos de mis seleccionados:

En décimo lugar; España, Que me quiten lo bailó cantada por Lucía Pérez.


En noveno puesto; Países Bajos, con Never alone cantada por el grupo 3JS.



En octava posición; Suiza, con In love for a while cantada por Anna Rossinelli.



En séptimo lugar; Bulgaria con Na inat cantada por Poli Genova.



En sexto lugar; San Marino con Stand by cantada por el grupo Senit.



En quinta posición; Lituania con C'est ma vie cantada por Evelina Saenko.



En cuarta posición; Azerbaiján con Running Scared cantada por el dúo Ell/Nikki.




En tercera posición y con la medalla de bronce; Dinamarca con New tomorrow interpretada por el grupo A friend in London.




En segundo puesto y con la medalla de plata; Eslovaquia con I'm still alive cantada por el dúo Twiins




Y en primera posición con la medalla de oro; Austria con The secret is love cantada por Nadine Beiler.





Estos son mis preferidos, y este último en mi opinión el posible ganador de este año en la gala del sábado 14 de este mes.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El Club de los Onironautas (V y final)


Ya habían pasado las nueve según el reloj de Aura, pero el de cuerda, con su sonido característico marcaba las nueve y diez. Era antiguo, pues a Pablo le gustaba coleccionar objetos limitados y si es posible al alcance de muy pocos. Se lo podía permitir porque era accionista mayoritario de una gran empresa de metales pesados de la que nunca les había hablado. Eso a Espido no le gustaba, es más, le cabreaba pues en las conversaciones sobre el día a día en el trabajo parecía mudo. Y por todo ello era otro porque que añadir a la lista.

–Mi sueño empieza así…
–¿No nos das una introducción como de costumbre? –Dijo Pablo con voz impertinente, como siempre, se las veía venir, de ahí que fuera un gran agente de bolsa o eso sospechaba que era Espido.
–No. Tengo prisa y hambre. Además de muchas ganas de acabar –estaba ensimismada en ese pensamiento que no desaparecía de su cabeza por más que pensara en sus canciones preferidas o en lo que iba a cenar cuando llegara a casa.
–Camino por una casa –empezó a decirles, todos escucharon su dulce y fina voz, hipnotizados–. Voy descalza, pero el suelo es de madera, bueno mejor dicho, todo es de madera desde el suelo hasta los techos los cuales emiten una luz muy potente para ser simples alógenos. Me dirijo al salón, un habitáculo enorme, parece una catedral. Al poco tiempo veo un pequeño rastro rojo, después se ven huellas de unos pies, me fijó en ellos y resaltan los círculos por donde han pisado los dedos. Los cuento, y me doy cuenta de que hay seis dedos. ¿Cuántas personas tienen seis dedos en los pies?, ando un poco más, doy con un enorme charco de sangre, en esa zona está casi todo rojo. Hay manchas por todas partes, en los sofás, las lámparas, los cuadros, los muebles, los libros… todo. Entonces me encuentro frente a mí un cadáver, pero no está en el suelo, está colgado de una lámpara de araña de aspecto barroco. Es horrible y posiblemente por ello salgo corriendo, pero resbalo, olvide el charco de sangre. Al levantarme estoy cubierta de sangre, totalmente, como la escena de Carrie en el baile de graduación, la que le tiran sangre de cerdo, convirtiendo su bonito vestido blanco en una segunda piel de color rubí. Esa escena siempre me ha impresionado. Entonces encuentro la salida y voy corriendo hacia ella, me cruzó con una enorme sombra, no sé lo que es. Logro salir y me dirigió a un bosque de altos árboles. Escucho como alguien se acerca y me escondo, poco después aparece detrás de mí un enorme oso, al menos eso parece, aunque con las garras tan grandes que brillan con los rayos luna. Hace un gesto con sus enormes zarpas –Espido hace el gesto con sus manos dando un susto a Aura que escucha atentamente a su lado–. Y me veo morir, veo como me va comiendo, mis entrañas por todas partes, desde fuera. Como en una película de terror. Y despierto con el corazón a mil.
Alex trago saliva haciendo mucho ruido mientras que Carlos la miraba a los ojos, como siempre. Aura en cambio había desaparecido sin ni siquiera darse cuenta, escuchó como se cerraba la puerta del baño con un portazo.
–Parece una historia de terror de Stephen King –dijo Alex.
–Que va, ya quisiera poder explicarme de la misma forma que el escribe.

–En todo caso nos va a costar pegar ojo esta noche, verdad Alex –este asintió mirando el vaso de agua que tenía frente a él–. Ya puedes explicar eso que querías –dijo Carlos asintiendo mientras la miró.
–Al grano, esta va a ser la última reunión. Dejo el club y propongo que lo cerremos. Esto no puede continuar –escuchó como alguien cerraba el grifo y abría la puerta. Aura volvió a su sitio con mal aspecto y maldiciendo entre susurros.
–¿Por qué? Si todo va genial, es más he pensado en admitir a mi hijo en la próxima reunión –respondió Carlos con un tono sosegado–. También es verdad que no he hablado con él, pero estoy seguro que dirá que sí.
–¿Y si te dice que no?¿Le vas a obligar, como hizo mi madre conmigo?
Todos callaron hasta que Alex empezó a hablar.
–Creo que dejó esto. Por mi parte ya he dicho todo lo que tenía que decir y ya me estoy repitiendo. Lo dejo –cogió su bandolera, se la hecho al hombro y con paso firme abrió la puerta–. Adiós.
Se escuchó un portazo y el golpeteo rápido de los pies bajando los escalones.
Aura cogió su bolso, se acercó al jarrón y cogió la grabadora de forma sinuosa y lenta para guardarla. Como si de una bomba que podía estallar en cualquier momento se tratase introduzco la mano para cogerla del mueble y después la introduzco en su bolso de marca. Después empezó a hablar.
–Yo también lo dejo. Estoy de acuerdo con Espido. Quería deciros que lo he pasado muy bien con vosotros y que si queréis tomar algo llamarme, tenéis mi teléfono. Llamarme para todo lo que necesitéis.
Salió, se escuchó como se elevaba lentamente el ascensor, el golpe de la puerta de hierro contra el marco del mismo material y el motor resonó en la casa como si de un solo de trompeta se tratase.
–Lo siento Pablo, pero de pequeña lo pase muy mal y no podía dejar que otra generación estuviera obligada a perpetuar con esta pequeña locura que creó mi madre en los tiempos de Suarez.
Pablo perdió una lágrima que cayo lentamente por su cara. Siempre había vivido solo y volvería otra vez a esa mala situación.
–No te preocupes –dijo Espido–, vendré a verte los días que pueda. Llámame siempre que te encuentres solo y necesites que alguien te recuerde lo contrario. Por favor, deja de llorar.
–Vale. Pero no te olvides de mí… –Carlos lloraba mientras hablaba y no era capaz de terminar las frases–…nunca lo he pasado mejor que contigo y con estas reuniones de locos. Te doy las gracias por haberte esforzado en que un estuviera solo.
–Déjalo ya. Hablaremos mañana por teléfono. Tranquilízate –Espido cogió su enorme bolso de miles y brillantes colores–. Hasta mañana.
Salió por la puerta derrumbada por dentro por lo que acababa de hacer, pero estaba segura que mañana le llamaría. Apretó el botón del ascensor y este apareció allí en poco tiempo. No le gustaban los ascensores se sentía vigilada por cámaras escondidas en los recovecos. Abrió la puerta rápidamente, ya había bajado los cuatro pisos. La pesada puerta de hierro fundido no quería abrirse, la empujó hacia dentro con más fuerzas, esta vez sí pudo con ella.
Allí mucha gente se agolpada próximos a las terrazas del edificio. Escuchó que alguien llamaba a la policía diciendo que se había tirado sin dudarlo y que no lo había dado tiempo a decirle que no lo hiciera. El chico tenía sangre en las manos seguramente de intentar reanimarlo. Corrió hacía allí, no podía ser, era él, era Pablo.
El corazón se le puso a mil, no soportaba más nada de lo ocurrido. Todo se volvió negro y sintió que caía a un enorme precipicio mientras que sus sentidos se bloqueaban y anulaban. Quizá los perdió cuando descubrió en ese salón que no tenía corazón por lo que acababa de hacer. Estuviera viva o muerta, estaba segura de ello que lo sentiría toda la vida.

lunes, 2 de mayo de 2011

El discurso de la tercera Premio Cervantes, la Matute

La ceremonia se celebró en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, estuvieron presentes el Rey, la Ministra de Cultura o la presidenta de la Comunidad de Madrid entre otros. Ana María Matute de 85 años recibió ayer el premio que ganó en 2010 entre aplausos y elogios dedicados a esta fantástica escritora barcelonesa.

La Matute, como la gusta que la llamen empezó así: «Sospecho que no soy la primera en decir que nunca, durante la larga travesía de mi vida (salpicada, por cierto, de abundantes tempestades), imaginé que llegara a conocer un día como éste. Y, junto a la inmensa alegría que me invade, debo confesarles que preferiría escribir tres novelas seguidas y veinticinco cuentos, sin respiro, a tener que pronunciar un discurso, por modesto que éste sea. Y no es que menosprecie los discursos: sólo los temo. Mi incapacidad para ellos quedará manifiesta enseguida, y, por tanto, me permito apelar a su benevolencia. Pero antes deseo hacerles partícipes de mi agradecimiento: este premio lo considero como el reconocimiento, ya que no a un mérito, al menos a la voluntad y amor que me han llevado a entregar toda mi vida a esta dedicación.»

Dio paso a su propia vida y la historia que en ella se enmarca: «El tiempo en el que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil, en el que yo me sentía distinta: era tartamuda, más por miedo que por un defecto físico. La prueba de ello es que esa tartamudez desapareció durante los bombardeos. O así lo creo. Pero el caso es que, salvo excepciones, las niñas de aquel tiempo, mujeres recortadas, poco o nada tenían que ver conmigo. Y traigo esto a cuento de explicar –y quizá explicarme de algún modo– mi extrañeza, mi entrega total, absoluta, a esto que luego supe se llamaba Literatura. Y que ha sido, y es, el faro salvador de muchas tormentas.»

Siguió hablando de sus comienzos en el mundo editorial: «La osadía que impulsa a los adolescentes y a los ignorantes y a los fabricantes de inventos y de sueños –¿acaso no son, a veces, una misma cosa?–, todo eso me empujó a llevar mi primera novela –escrita años antes, a los diecisiete– a probar fortuna en una de las más prestigiosas editoriales. Pero mi mayor osadía era no sólo llevar una novela casi adolescente a una importante editorial, sino que, encima, la llevaba escrita a mano, en un cuaderno escolar, cuadriculado, con las tapas de hule negro. (Si alguien de mi edad me está escuchando, sabrá de qué tipo de libreta hablo. Eran las libretas de la posguerra.) Yo iba a Destino cada día, con mi libretita bajo el brazo, diecinueve años y calcetines –que entonces estaban de moda a esa edad– y mi aspecto aún más aniñado del normal. Un empleado que se había fijado en mí (debía de resultar patética) se conmovió con mis pretensiones y mi libreta y me consiguió una entrevista con el director. Se trataba del novelista Ignacio Agustí, que acababa de tener un enorme éxito con su novela Mariona Redbull. Cuando vio mi cuadernito lleno de letras e “inventos”, tuvo la delicadeza de no manifestar ni burla ni extrañeza. Debo agradecérselo, era un verdadero señor. Con infinita paciencia, me explicó que debía pasarlo a máquina y que ellos lo leerían, y que ya me dirían algo. Aún hoy me sonrojo recordándolo.»

También habló de los cuentos de hadas: «Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas –que, por cierto, no fueron escritos para niños, sino que obedecen a una tradición oral, afortunadamente recogida por los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, y en España, donde tanta falta hacía, por el gran Antonio Almodóvar, llamado “el tercer hermano Grimm”–, me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal vez que ser niño significa ser idiota, convierten verdadera joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios. ¿Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego –como está mandado–, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: “Érase una vez…” Y habían dejado la televisión para escucharlas.»

Para finalizar con estos párrafos: «Con ello sólo quiero decir que aquella lucecita azul, aquel virus, no me abandonó nunca. Cuando Alicia, por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. Se lo inventó, como la música de papá.
Ahora, tras estas deshilvanadas palabras, ojalá haya logrado trasmitirles algo de mi alegría, mi gratitud por la distinción que aquí me trae. Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que trasmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.
Muchas gracias.»

Tras decir esto el lugar se llenó de los aplausos de los asistentes, desde el Rey hasta la Ministra, todos la felicitaron con ese gesto su labor a la literatura. Para concluir confieso que me quedo con esta frase: “El que no inventa, no vive” que la autora se inspiró en una frase de San Juan.

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