miércoles, 23 de febrero de 2011

Caminando en Fukuoka (III y final)

Miraba a través del cristal del avión, sobrevolaba la Prefectura de Fukuoka, una gran masa de acero y cristal que refulgía y brillaba con el sol del atardecer dándole un brillante color rojo del que sólo escapan las sombras.

Estaba revisando el dossier de su última víctima, ya había llegado a quince. Quince muertos a sus espaldas, a su conciencia, a sus pesadillas… El dossier indicaba en sus primeras páginas los datos personales del asesinado por lo que acababa de descubrir que en realidad su apellido completo era Heishi y no Satō como le indico poco después hablando en una cafetería. Había estado dos años conviviendo con su última pareja y en el viaje de vuelta le echaba de menos pero se lo ordeno su jefe, el verdadero artífice de su crueldad. Pasando más páginas descubrió que era secretario del primer ministro actual, pero sus ojos dieron con la frase que hizo que el mundo se paralizase en su retina.
El señor Riku Heishi es el principal poseedor de la compañía de petróleo más famosa en el mundo “Wissh Oil” valorada por muchos como la mejor por su calidad de gestión, producción, precios y acciones a nivel mundial.
Y ahí no acababa todo lo que descubrió en la página veintitrés la sobrecogió aun más.
Si el señor Heishi, Riku muere el principal poseedor será usted, la lectora de este texto, por ello será llevada a su hogar de regreso por miembros de nuestra compañía, se le pedirá que entregue a la misma la mitad de sus beneficios y se la recomienda a firmar la solicitud que encontrará en la página 62.
Pero cuando llego a la última era ya casi increíble lo que se le venía encima.
Esta ha sido el último asesinato que comete ya que la empresa prescindirá de sus servicios, sin otro mandato la agradecemos los servicios prestados a nuestra empresa. La aseguramos que obtendrá su merecida prima a las pocas horas de aterrizar el avión privado que le ha proporcionado la compañía en la que usted trabaja. Le aconsejamos por último que no diga nada de la información que posee en la actualidad sobre nosotros o sobre las victimas de sus asesinatos, pues es total y absolutamente confidencial señorita Heishi.

Ese apellido es lo que fue más confuso de todo, ella no tenía apellidos, su familia no tenía ningún tipo de concesión de la alta alcurnia. Poco después sonó el teléfono que tenía a su lado y respondió:
–Hola señorita Riku, ¿ha leído ya el documento que se encontraba en su asiento?
–Hola, seas quien seas, quiero que me pase ahora mismo con el señor Tanaka. –ordenó a la voz aguda que por los sonidos que escucho había marcado una extensión.
–Hola señorita Riku, soy su jefe y el que da las ordenes. Se puede saber qué es eso tan importante que la hace molestarme a estas horas de la madrugada. –Dijo con su voz aguda, desgarrada pero clara e imperativa.
–Sí, le llamo para pedirle explicaciones por el dossier que ha hecho que me mandaran sus esbirros…
–Escuche, no se le ocurra hablarme así, que ahora este “jubilada”…  –Dijo esta última palabra con una entonación especial con un cierto aire de repugnancia–. …por nuestra empresa no la da derecho a creerse alguien importante pues me gustaría que piense en que no es la única asesina a la que la empresa le paga al mes un cheque con unos ceros. En segundo lugar simplemente decirle que las cosas son como la indica el documento, tenemos hackers contratados que obtienen toda la información del censo de cualquier país. Y en último lugar simplemente la doy el pésame pues acaba de morir toda su familia a lo largo de estos diez años que ha estado contratada por nosotros. Siento decirla que sin saberlo ha sido el veneno que ha conseguido que toda su familia este enterrada en ya sabe cual cementerio de Fukuoka.

Y colgó, su jefe colgó y la dejó con la palabra en la boca y las lágrimas resbalando por su fría faz, sus pensamientos la oprimían por lo que fue directa al único baño que poseía el avión, se echó a llorar, gritar y volver a llorar, su cara se convirtió en una máscara oscura y fantasmal por algunas zonas. Se había convertido en lo que vio en el espejo, un fantasma y un zombi todo ello. Un alma sin vida, sin corazón.
Al aterrizar en su destino descubrió que había alguien esperándola pero la había dado tiempo para quitarse el maquillaje que ensucio su cara ensombreciéndola. Aquel le dio un sobre, le entregó un contrato que firmó y se fue como alma que lleva el diablo. Era libre pero estaba sola, sin nadie a quien poder decirle cuanto le quería.

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