domingo, 1 de julio de 2012

Fragmentos Nº49: El rompecabezas del cabo Holmes


 Carlos Laredo
El rompecabezas del cabo Holmes

Lina y Julieta se pusieron las zapatillas de verano que habían comprado en la tienda de Corcubión y echaron un vistazo alrededor.
El día era despejado y olía a mar. Cuando estuvieron listas, Souto les dijo que lo siguieran y echó a andar por un camino, entre los sembrados y el bosque, hacia los acantilados. Anduvieron unos trescientos metros, hasta la pequeña cala de Montebela, donde habían aparecido el salvavidas y el trozo del casco del De Val 2.
—¿Quieren que bajemos?
—Sí, sí —dijo Julieta—, es un lugar precioso.
El monte, que muere en el mar, alterna los acantilados con algunas pendientes más suaves. Un caminito de pescadores zigzagueaba hasta las peñas y un mínimo trocito de arena que la marea baja descubría.
—Ese morro que sale hacia el mar —les dijo Souto dándose aires de guía turístico— se llama Petón Bermello y en esa especie de playita que hay al lado fue donde aparecieron el salvavidas y el trozo del casco del barco. Esta zona es muy traicionera, porque está llena de escollos que, al subir la marea, se quedan ocultos a muy poca profundidad. Hay que estar loco para aventurarse con un barco de vela por aquí de noche y con viento, incluso de día.

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