miércoles, 25 de abril de 2012

Fragmentos Nº24: Aguas Turbulentas


Ichiyō Higuchi
Aguas turbulentas

La mujer a la que Otaka se había referido, Oriki, era una verdadera belleza: esbelta y de talla mediana; sus cabellos, recién lavados, estaban recogidos en un moño alto anudado con ayuda de unas briznas de paja aún verde; su piel era tan pálida que el maquillaje resultaba innecesario, salvo en el cuello, donde el polvo blanco había sido levemente aplicado. Llevaba el kimono un poco suelto, como invitando a los ojos a asomarse hacia el contorno diáfano del pecho. De modo poco decente, se hallaba sentada con una rodilla en el suelo y la otra alzada, y exhalaba con su larga pipa repetidas bocanadas de humo.

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