miércoles, 27 de noviembre de 2013

Novedades, noviembre de 2013: Páginas de espuma



Bulevar de Javier Sáez de Ibarra

244 páginas
24 x 15 cm
Voces/ Literatura • 194
ISBN: 978-84-8393-153-0
16,35 / 17 €

En este bulevar por el que transitamos, todo cuanto existe está a la vista.

Sin embargo, para estos personajes se ha convertido en una imagen. Solo una imagen. Quien posee algo: una casa, un perro, un automóvil, no puede o no sabe emplearlos. Quien cree tener esposo, padre, hermano o hija no los encuentra. Un recuerdo de boda ya no recuerda nada y nuestra lista de deseos se vuelve una serpiente…


Cuando creíamos que acabando los misterios alcanzaríamos la liberación, nuestro triunfo de lo visible, ¿no se nos queda en la superficie, sin dentro ni detrás, sin espesor, la repetición desencarnada de un acontecimiento que no llega.

Hubo un tiempo en que decíamos: el fin no justifica los medios; luego fuimos aceptando que vale todo para lograr nuestros fines. Hoy nos sobran medios, y hemos de preguntarnos para qué.


Yo mismo la hubiera escrito, de poder hacerlo. Cada cual teníamos una historia interesante que contar. Iván el grande se había exiliado de la isla, llevaba dos años en Ma­drid; Ladis, no más de nueve meses, entró como turista y allí estaba, ganándose la vida; su mujer había llegado antes que él y trabajaba en una casa. Del Nene ninguno sabíamos mucho, no hablaba apenas; en cambio, Iván el grande no se callaba nunca, casi siempre para decir mentiras: que había participado en una guerrilla, que una novia lo esperaba en su pueblo, que tenía un hijo de otra. Lo contaba riéndose como si se divirtiera. A veces me parecía sincero; otras, un cínico; a menudo se quejaba del trabajo: la verdad es que para levantar los objetos pesados resultaba imprescindible; el jefe ni lo llamaba, él acudía solo. «Erwin está muerto» era su frase más repetida. O también: «cualquier día me largo de aquí, este trabajo es inhumano». Viajaba detrás en el automóvil con Ladis y se metía con él. «Ustedes los polacos se alimentan de papas y el cerebro se les espesa», le decía. Iván el grande no lo hacía para provocarlo, creo yo, sino por dar rienda suelta a sus ideas o llenar el silencio. Ladis le sonreía con la boca cerrada, sin dejar de mirar por la ventanilla.
La relación que teníamos con Erwin no era profunda. A mí me recibió por primera vez en el garaje donde guar­dábamos la furgoneta. Le dije que venía de parte de un compañero que había trabajado con él, antes de emplearse en un matadero de aves. Mi amigo y Erwin eran peruanos, como yo. Temí que me pusiera alguna objeción por la es­tatura o que midiera mi fuerza; sin embargo, ni me miró los brazos; se limitó a leer los datos de la cédula y del pasaporte, me preguntó dónde vivía y me dio el puesto. Sí me advirtió de que el trabajo era cansado, que procurase dormir; venían recibiendo muchos pedidos, conque no me preocupara. De eso hacía casi un año. Erwin no es un padre ni un negrero; sólo un hombre que sabe cómo actuar, lo que un recién llegado como yo más necesitaba. Nunca tuvimos la menor queja uno del otro. Por eso me animé a pedirle que me prestara el coche, a lo que accedió. Ahora faltaba que terminase con el cliente y cumpliera lo prometido.
El grande Iván, Ladis y el Nene se habían quedado fuera de la casa. Supuse que el cubano estaría soltando sus bra­vuconadas a quien quisiera oírlas; Ladis, pensando en el estofado de la cena; y el Nene, que era bien listo, planeando qué hacer ese viernes en que habíamos acabado pronto y al que le restaba aún un tiempo aprovechable. A Erwin no le gustaba vernos a ninguno en el momento del cobro; la consigna era volver a los coches y esperarlo allí. Sabíamos que casi siempre le caía una propina; a final de mes, el jefe nos daba tanto a cuenta de aquella y había que fiarse. No era mala persona, si bien sospechábamos que nos escatimaba algo. Yo, estando con él, incumplía la norma; pero necesi­taba recordarle lo prometido y que me dejase el coche lo antes posible, no se me fuera a hacer tarde. Entendí que, por esa vez, a Erwin no le molestaría; además, la fama del hombre me servía de justificación.
 
Hacerse el muerto de Andrés Neuman

144 páginas
24 x 15 cm. (Edición argentina)
Voces/ Literatura • 160
ISBN: 978-84-8393-066-3
$ 125 / - €

Una silla esperando a alguien que no llega. Un zapato con memoria. Una madre que corre en sueños. Una pareja enamorada de lo que no hace. Un psiquiatra atendido por su paciente. Una moneda volando en un hospital. Una mujer que se excita con Platón. Dos ensayistas en el baño. Un político perseguido por revolucionarios invisibles. Un asesino cubista. Un fusilado que piensa. Monólogos. Mirones. Todo esto, y más, vive en Hacerse el muerto.
En estos nuevos cuentos, Neuman explora el registro tragicómico hasta las últimas consecuencias, desplazándose de lo conmovedor a lo absurdo, del dolor de la muerte al más agudo sentido del humor. Breves piezas que buscan, simultáneamente, la emoción y la experimentación. Un trabajo atrevido con el estilo, la voz y la temporalidad. Una impactante serie de reflexiones sobre la pérdida como manera lúcida de intensificar la vida, de interpretar nuestra asombrada fugacidad.


Cuentos completos [1880-1885] de Antón P. Chéjov
 
1165 páginas
Voces/ Literatura • 190
ISBN: 978-84-8393-149-3
22 x 14 cm. Tapa dura
37,50 / 39 €

El padre del cuento. Un punto de partida para la literatura. Antón Pávlovich Chéjov y su universo. Por primera vez en español cuatro cuidados volúmenes reunirán toda la narrativa breve del maestro ruso universal. Una selecta traducción realizada por los mejores traductores y una rigurosa edición a cargo de Paul Viejo, que servirá para conocer de principio a fin y cronológicamente la obra del autor de “La dama del perrito”. Un primer volumen donde confluyen sus cuentos iniciales, humorísticos y paródicos, junto a obras maestras como “El camaleón”, “Se fue” o “Flores tardías”. El camino se abre aquí a una obra de referencia para la modernidad. El camino de Chéjov. Chéjov completo.
Pese a la abundancia de traducciones y antologías de los relatos de Antón Chéjov, que en demasiadas ocasiones repiten títulos y selecciones similares, el lector español no tiene la oportunidad de acudir a su obra completa, perdiendo así la oportunidad de leer un gran número de cuentos que permanecen inéditos y, sobre todo, poder considerar el desarrollo de toda la obra del escritor, sus diferentes periodos, la progresión de su escritura, dando una visión completa y ceñida a la realidad de su figura.
El proyecto Cuentos completos reunirá los más de 600 cuentos que componen la totalidad del corpus, muchísimos de ellos sin editar en español, junto a aquellos relatos no publicados o inconclusos en vida del autor. La publicación se llevará a cabo en 4 tomos de 1200 páginas cada uno, publicados a razón de uno al año (2013 a 2016), en una edición dirigida por Paul Viejo, especialista en literatura rusa y escritor, que además de numerosas notas, tablas, índices y apéndices bibliográficos. Reunirá en sus páginas a los traductores de diferentes generaciones que más y mejor se han ocupado de Chéjov en español, y aspira a ser por tanto la edición completa y definitiva de los cuentos de Chéjov en una exquisita presentación y cargada de material adicional. 
Este primer tomo de la serie, 1880-1885, toma la producción inicial de Chéjov y en sus casi 1200 páginas reúne un total de 240 cuentos, presentados en orden cronológico, desde el primero publicado por el autor “Carta a un vecino erudito” hasta “Un drama de caza”, que abrirá el siguiente, con muchísimos cuentos publicados en libro por primera vez en nuestra lengua.

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