viernes, 7 de septiembre de 2012

Fragmentos Nº69: La bailarina


Ōgai Mori
La bailarina

Caminaba rápido, como si no estuviera dispuesta a ser objeto de las miradas de la gente. Yo la seguía. Tras un amplio portalón, situado en la calle frente a la iglesia, había una escalera de piedra con los peldaños gastados. Al final de los escalones, una puerta tan pequeña que para pasar uno se veía obligado a doblarse. La joven tiró del extremo de una pieza oxidada, hecha de alambre.
—¿Quién anda ahí? —preguntó una voz ronca desde el interior.
—Soy Elise. He vuelto.
Apenas había terminado de hablar cuando la puerta se abrió bruscamente, empujada por una mujer mayor. Su pelo era canoso y su frente mostraba claramente los surcos de la pobreza, pero su rostro no era en absoluto el de una mujer malvada. Llevaba puesto un viejo vestido, mezcla de algodón y franela, y calzaba unas zapatillas sucias. Elise me hizo una señal para que entrara, pero la mujer me dio con la puerta en las narices, en un gesto de evidente impaciencia ante el regreso de la joven.

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