martes, 14 de febrero de 2012

Todo está perdonado de Rafael Reig

Antonio Menéndez Vigil es agente de inteligencia ya retirado el cual siempre ha estado bajo el ala protectora de Perico Gamazo, este recurre a él para que investigue la extraña muerte de su hija y Carlos Clot, el investigador de la novela Sangre a borbotones en la aparecía por primera vez, colabora junto a Antonio para resolver el caso de la muerte de Laura Gamazo, muerta por envenenamiento el día de su boda.

Todo ello en un Madrid inundado, sutilmente apocalíptico y futurista pero muy parecido al actual, en el que sobresalen los monumentos más conocidos. Los dos se embarcaran en una investigación laberíntica por la que conoceremos de la mano derecha de Perico Gamazo y su familia emblemática los chanchullos y atrocidades que cometieron en el pasado para asegurar el futuro de sus hijos.

Rafael Reig ha tejido una enorme red en la que todos caen, desde los políticos corruptos hasta los empresarios sin escrúpulos, todo ellos reciben su parte de crítica a lo largo del libro. A veces el cambio la línea argumental es un poco confusa (del pasado al presente sobretodo), pero en ello se basa el autor para escribir esta novela en la que encajando las piezas descubres una verdad dura y muy cruda. Los protagonistas están bien descritos y son tan oscuros, turbios y misteriosos como las aguas del Madrid por el que circulan aunque la investigación que llevan a cabo sea un tanto complicada de seguir a pesar de ir en forma paralela con las descripciones futbolísticas de la Eurocopa del 2008. La forma en la narra los sucesos sean reales o no es cercana, irónica y única.

Recomendado para aquellos que creen que un Madrid inundado seria imposible de crear, Reig lo ha logrado. También para aquellos que quieran leer sobre nuestro pasado histórico en tono de ficción y sátira. Y por ultimo a aquellos que siguen la pista a Carlos Clot desde sus primeras investigaciones, esta novela no les dejará indiferente gracias al irónico investigador ni a su compañero.

Extractos:

Todo el mundo está dispuesto a sentir una pasión gigantesca, pero nunca a mostrar la más mínima amabilidad. Tenemos los bolsillos repletos de sacrificios heroicos, aunque jamás aceptamos sufrir pequeñas incomodidades. Si hay una operación quirúrgica, nos pasamos noches en el hospital, pero no hay nadie disponible para curar a quien sólo sufre un catarro. Ante una tragedia, todos firmamos un cheque en blanco para cubrir gastos y, sin embargo, nadie encuentra calderilla para hacer frente a las molestias diarias. Nos sobran billetes para entregar la vida entera por amor y ni una sola moneda para acompañar a la persona amada al súper.

–¿Quiere decirse que esos infelices, al comulgar, mueren como ratas?
–Ojalá. Es mucho peor –disfrutaba Garvía con su medroso subordinado–. Con más lentitud, con más dolor y con más conciencia. El alcaloide actúa de forma selectiva sobre el sistema nervioso central. Anula un neurotransmisor y así interrumpe la comunicación entre el cerebro y los músculos. Es parecido al tétanos: espasmos, convulsiones y una rigidez inmediata. Comienza con la retracción de las comisuras labiales y la erección de las orejas. Luego se endurecen los músculos cervicales, torácicos y abdominales. ¿Me sigue?
–Aterrado, mi comisario, pero le sigo.
–Continuó: la desventurada victima no puede flexionar las articulaciones y sigue andando durante algunos metros como un pelele, con las rodillas y los codos rígidos. Los maxilares se cierran, los dedos se agarrotan y la respiración se hace muy difícil. Aparece la cianosis, pero nunca disminuye el nivel de conciencia ni el dolor. Al contrario, el mínimo estimulo visual, auditivo o táctil provoca una reacción terrible. El roce de un dedo es como una quemadura, una luz que se enciende resulta cegadora, una tos sobresalta como si los tímpanos reventaran. Se quedan con los brazos en cruz, inmóviles, aunque a veces hay pedaleo involuntario. Al final mueren por asfixia o paro cardiaco. En conjunto, la agonía no suele durar más de una hora
–Que dios tenga compasión de sus almas –suplicó Olmedo antes de santiguarse in nómine Patris.
–Míralo así: por lo menos están recién comulgados –comentó Clot.
–Ahí llevas razón –admitió el compasivo inspector–. Van al cielo de cabeza.

Editorial: Tusquets
Autor: Rafael Reig
Páginas: 376
Precio: 19 euros

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