viernes, 3 de febrero de 2012

La juguetería errante (Un misterio para Gervase Fen) de Edmund Crispin

Richard Cadogan es un poeta que decide viajar, el destino, tras dudar con su tacaño editor, es Oxford. Poco después coge un tren hacía allí y tras un viaje en camión llega a la ciudad en busca de aventuras. Para su sorpresa se encuentra una juguetería y tras curiosear en ella da con el cadáver de una mujer. Al día siguiente decide ir a la policía pero en su lugar se encuentra una tienda de ultramarinos.

Gervase Fen es detective y amigo del anterior y subidos en su veloz descapotable Lily Christine de color rojo con el que recorrerán Oxford desde el college hasta los campos. Fen es el más sarcásticos de los dos y siempre está dispuesto a meterse en líos además de tener debilidad por descubrir a los asesinos que se esconden tras los crímenes sin importarle la forma o los métodos para averiguarlo.

Edmund Crispin o Bruce Montgomery como realmente se llama el autor de la obra consigue casi sin querer echarnos a reír cuando menos lo esperamos gracias a las situaciones tan extravagantes a la vez que raras que describe a lo largo de novela. Sus diálogos son directos además, de vez en cuando son críticos con algunos escritores de la época en la que se publicó como por ejemplo Jane Austen.

Otra versión de la portada
Recomendado para todos aquellos que quieran encontrar un Oxford muy distinto de lo que lo conocemos hoy, considerablemente mucho más alocado, también para aquellos que deseen conocer a un detective fuera de lo común incluso en la actualidad. Por último a aquellos que les gusta el genero policiaco, esta novela no les defraudará es única en todos los sentidos.

Extractos:

Recorrió con la mirada el pequeño saloncito del cottage. Era feo y estaba pobremente amueblado… Todo lo contrario que su pequeño saloncito de casa. Las sillas y las mesas y los armarios eran de madera barata, pintados de un marrón apagado y deprimente; los tapizados y las cortinas eran de un verde enfermizo, y estaban muy raídos; y los cuadros de las paredes evidenciaban una religiosidad sombría… San Sebastián atravesado por flechas, el desgraciado Jonás cayendo por la borda y (aún más sorprendente) una voluptuosa Susana divirtiéndose ante la mirada aburrida de unos ancianos. Sally fingió unos escalofríos, y luego, al darse cuenta de que verdaderamente estaba temblando, se sentó con el bolso en las rodillas e intentó tranquilizarse mirando, a través de la ventana mugrienta de cristales emplomados, el jardín abandonado que se extendía junto a la puerta. En la habitación de al lado podía oír a los dos hombres hablando en voz baja. Si al menos no estuviera tan sola y tan desvalida… Pero no se había atrevido a decirle nada a su madre.

–Oh, la civilización industrial –dijo el camionero inesperadamente–. El signo de nuestra era. –Cadogan lo observó atónito–. Hemos perdido la relación con la Naturaleza. Estamos moribundos. –Miró con severidad el gesto hosco de Fen–. Hemos perdido la relación… –y se detuvo amenazadamente– con nuestro cuerpo.
–Eso será usted –dijo Fen con acritud, haciendo trotar a Wilkes en sus rodillas.
De repente Cadogan se acordó.
–Todavía leyendo a Lawrence, ¿no? –preguntó.
–Ajá –dijo el camionero, con una expresión que parecía una afirmación–. Así es. –Se tanteó el cuerpo y sacó una grasienta edición de Hijos y amantes, para que todos la vieran, y luego volvió a guardarla–. Hemos perdido la conexión con… –añadió–, con el sexo… la gran energía primordial, la oscura y misteriosa fuente de la vida. No es que… –añadió con aire confidencial–, no es que yo siento eso exactamente cada vez (con perdón) que me encamo con la parienta. Pero eso es porque la moderna civilización industrial me tiene atrapado en sus garras.

Editorial: Impedimenta
Autor: Edmund Crispin
Páginas: 320
Precio: 22,20 euros

Book trailer:



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