Según
cuenta el acta de jurado la autora se presentó con el nombre de Patrick Welsh y
la obra de Red rain, al abrir la plica descubrieron su verdadera identidad y el
verdadero nombre de la obra presentada titulada Red mist o Niebla roja.
Niebla
roja cuenta con seiscientas páginas, es la decimonovena novela de la serie de
la doctora Kay Scarpetta que trata de mujeres maltratadas. La perturbadora
Dawin Kincaid, que se encuentra en un hospital a la espera de un informe que
determinara si debe ir a juicio o no. Los asesinos en serie es una especialidad
de la autora que explica la decisión de elegir a una mujer malvada: “y por eso hay también mujeres malvadas.
Aunque, el denominador común del mal es el abuso de poder y eso no tiene
género". "Pero cuando encuentras a una mujer mala es malvada de verdad.
Las mujeres somos más inteligentes y sabemos cómo hacer sufrir”.
También
hablo de los cambios que ha dado la protagonista de la serie a lo largo de sus
novelas: “Al principio me centré sobre
todo en los procedimientos forenses en la morgue, pero pronto aparecieron
tantas series de televisión con estos argumentos que dejó de interesarme. Si
analizamos las últimas novelas, vemos que Scarpetta lo sabe todo a nivel
tecnológico, pero esto no es lo más importante. Lo importante es lo que piensa
Kay, sus sentimientos". "Puedo decir que mi visión del género negro
es la compasión", "Cuando se
produce un crimen la tendencia es centrarse en el asesino y no pensamos en la
víctima. Con Scarpetta siempre lo vemos desde el punto de vista de la víctima.
Si tuviese la oportunidad de estar en el mundo real, Scarpetta siempre estaría
con la víctima, a solas en la sala de autopsias". La autora tiene
además experiencia en varios campos, pues, estudió ciencias forenses y
medicina, y además de todo ello, trabajó durante seis años en la morgue de
Richmond (Virginia) en cuya directora se inspiró para escribir a la
protagonista de sus novelas. Primero como escritora técnica y después como
analista informática, asistiendo a multitud de autopsias en cuya directora se
inspiró para escribir a la protagonista de sus novelas.
Es
la primera vez que visita España y afirma que Barcelona le gusta: "Desde la ventana de mi hotel esta
mañana pensaba en que esta es la tierra de Cervantes y me decía que cuánto
podrían aprender nuestros políticos de Don Quijote para no meterse en
líos".
Cornwell
es la autora de otras dos series, la de Andy Brazil y Judy Hammer y las Win
Genaro, que no tienen tanto éxito como la patóloga forense, además de haber
sido traducida en 36 idiomas diferentes en más de 50 países, situándola entre
las autoras que más pasiones despiertan a nivel internacional. RBA espera
publicar Niebla roja, la novela premiada, para navidad, pero es una novela
compleja y laberíntica y su traducción no será rápida. El premio está dotado de
125.000 euros, el jurado ha sido unánime a la hora de otorgar el galardón a la
escritora entre los 211 manuscritos presentados este año en la convocatoria que
se celebró por primera vez en el 2007.
El aire que sopla a través de las ventanas abiertas
es denso y caliente, y huelo el olor penetrante del azufre de las plantas en descomposición,
de las marismas saladas y el lodo espeso. La camioneta vacila y se mueve a trompicones
por una curva soleada donde los aura gallipavos devoran algo muerto. Estas
aves, grandes y feas, con sus alas deshilachadas y sus cabezas peladas, remontan
el vuelo con un lento batir de alas mientras esquivo la carcasa dura de un
mapache, el aire sofocante cargado con un fuerte hedor pútrido que conozco demasiado
bien. Animal o humano, no importa. Puedo reconocer la muerte a distancia y si saliese
de la camioneta para mirar de cerca, probablemente podría determinar la causa
exacta de la muerte de aquel mapache, cuándo ocurrió y también reconstruir la
manera cómo lo golpearon y tal vez qué lo golpeó.
Niebla roja (2011)
El implacable aguacero, que había comenzado al
amanecer, azotaba los lirios, dejando los tallos desnudos y el asfalto y las
aceras llenos de hojas. Había pequeños riachuelos en las calles y charcos
recién nacidos en los campos de juego y los prados. Me quedé dormida sobre el
trasfondo del rumor del agua golpeando el tejado de pizarra y estaba viviendo
una terrible pesadilla cuando la noche se disolvió en las primeras y brumosas
horas de la mañana del sábado.
Post mórtem
(1990)
M. de mi vida:
Treinta días han transcurrido en mesuradas sombras
de soleado color y cambios en la dirección del viento. Pienso demasiado y no
sueño. Me paso casi todas las tardes en Louie's, escribiendo en el porche y
contemplando el mar. El agua es verde esmeralda sobre el mosaico de los bancos
de arena y aguamarina en las zonas más profundas. El cielo parece infinito y
las nubes son unas blancas vaharadas en perenne movimiento como el humo. Una
brisa incesante borra los sonidos de los nadadores y de los veleros que amarran
justo al otro lado del arrecife. El porche está cubierto y, cuando se
desencadena una repentina tormenta, tal como suele ocurrir a última hora de la
tarde, me quedo sentada junto a mi mesa, aspirando el perfume de la lluvia y
viéndola alborotar el agua como cuando se frota un abrigo de piel en sentido
contrario a la dirección del pelo. A veces, diluvia y luce el sol al mismo
tiempo.
El cuerpo del
delito (1991)
Eso ya había sucedido con otras cuatro parejas. Las
cuatro habían desaparecido, y las habían encontrado asesinadas finalmente en un
área de ochenta kilómetros con centro en Williamsburg. Los casos, que la prensa
había bautizado como “los asesinatos de las parejas”, eran inexplicables, y
nadie parecía tener ninguna pista o teoría verosímil, ni siquiera el FBI y su
Programa de Captura de Criminales Violentos, el VICAP, que disponía de una base
de datos de ámbito nacional manejada por un ordenador de inteligencia
artificial capaz de relacionar personas desaparecidas con cuerpos no
identificados y enlazar asesinatos en serie. Cuando se encontraron los
cadáveres de la primera pareja, hacía más de dos años, la policía local
solicitó la asistencia de un equipo regional del VICAP, formado por el agente
especial del FBI Benton Wesley y el veterano inspector de la brigada de
homicidios de Richmond Pete Marino. Luego desapareció otra pareja, y más tarde
otras dos. En todos los casos, antes de que se pudiera avisar al VICAP, antes
de que el Centro Nacional de Información Criminal, el NCIC, pudiera telegrafiar
siquiera las descripciones a los departamentos de policía de todo el país, los
adolescentes que habían desaparecido estaban ya muertos y se descomponían en
algún lugar de los bosques.
No hay comentarios:
Publicar un comentario