sábado, 25 de junio de 2011

Haruki Murakami recoge el Premio Internacional de Cataluña XXIII

El autor nipón volvió a España a recoger el premio en la ciudad condal concedido hace unos meses, en la XXIII edición de este galardón. El escritor aprovecho para hablar sobre la situación en la que se encuentra su país y del orgullo que tenía al haber ganado. 

"por saber unir en sus obras dos géneros literarios diferentes como es el del best seller y las obras de culto, que gustan a todos y por crear un universo personal, que dibuja un mundo de oscilaciones permanentes, entre el real y onírico, el humor y la oscuridad y por ser puente entre Oriente y Occidente, capaz de unir dos mundos: la ligereza taoista y la absorción de tendencias y tradiciones culturales foráneas".

“¿Qué es Oriente y qué es Occidente? -se pregunta-. Lo oriental y lo occidental están mezclados, y no es fácil definir qué es una cosa y qué la otra. Yo, por ejemplo, nací en Japón, hablo japonés y como comida japonesa, pero también me gusta el jazz y la literatura occidental. Y supongo que en mi obra no se puede diferenciar lo uno de lo otro. En Japón los jóvenes comen hamburguesas de McDonalds, pero no lo perciben como algo occidental, sino como algo cotidiano”. Pero también tiene espacio para analizar su literatura: “Creo que no les gusto porque siempre intento absorber cualquier influencia. Stephen King, Dostoievski, “Los Soprano”… Soy como una esponja. Me gusta el arte más serio y el más popular. Me interesa todo. La música pop, las series de televisión, “Lost”, Radiohead y las sinfonías clásicas”, relata.

Habla sobre su antigua profesión y la actual diferenciándolas claramente: “En el pasado fui el propietario de un club de jazz en Tokio y puedo deciros que eso sí que era duro. Escribir es fácil. Es como una recompensa que me concedo, así que cuando un libro se convierte en best-seller… Mmmm… No sé, simplemente pienso que he tenido mucha suerte”. Pasa a analizar la situación actual en la que se encuentra Japón: “Los japoneses estamos habituados a sufrir desastres, y ahora mismo, con la crisis nuclear, nos hemos quedado en estado de shock; estamos un poco perdidos ahora mismo -explica-. Después de la guerra, caminamos en línea recta hacia la riqueza, pero estos sueños han desaparecido. Nos quedamos embelesados con nuestro poder técnico y ahora le tenemos miedo a las centrales nucleares. Pero nos recuperaremos y creo que nosotros, los escritores, encontraremos el camino. Tenemos que escribir historias que den coraje al pueblo. Esé es nuestro trabajo”.

Concluye opinando sobre el esfuerzo que le supuso el escribir 1Q84: "Estoy exhausto y me vacié por dentro, así que a lo mejor hay que esperar un año más". Tras ello volverá a crear historias que insuflen todo eso y más, esperaremos.

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