Borís
es un conocido terrorista, en su país se le conocen diez alias diferentes.
Primero gran enemigo del zarismo y después antisoviético, se encuentra en una
misión en busca de voluntarios para frenar y acabar con la Revolución rusa. En
su camino se encontrará con todo tipo de camaradas y le ayudaran a llegar a su
fin.
Esta
novela, inspirada en hechos reales, narrada en forma de diario como se llevó a
cabo la huida de un regimiento de voluntarios a través de las llanuras y
pueblos rusos devastados por la Guerra Civil. Más adelante será traicionado por
sus propios compañeros, Sávinkov será encarcelado en la Lubianka, allí decidirá
«suicidarse» en mayo de 1925. En prisión, un texto póstumo, publicado en Moscú,
situado en la última parte del libro, describe la última etapa de la vida de
este dandi y terrorista.
Sávinkov
nos relata una historia cruda, violenta y dramática sobre la Guerra Civil rusa,
en su camino descubriremos un relato estremecedor, al leer las horribles
atrocidades que a su paso se van encontrando u ocasionan sus «camaradas» a la
gente que habita en los humildes pueblos. Conocido también con el nombre de
George, desencantado, decidió cambiar la situación que por aquel entonces
estaba tomando en Rusia convirtiéndose en un cruel antirrevolucionario. Su
historia se centra en las filas del Ejército Verde un grupo formado por
campesinos que hacen manifestaciones contra la requisición de sus tierras, no
tenían una ideología política clara, eran mayoritariamente una expresión del
descontento social de aquella época. Después descubrimos los métodos tan extremos
y horribles que llegan a dejar por algunos pueblos por los que se cruzan a
pesar del desencanto de su protagonista al saber que su guerra está perdida. La
última parte del texto se centra en el exilio de su protagonista, y atentados
con bombas, conoceremos la vida solitaria y monótona en constante huida, pero
nadie puede huir constantemente y, menos aún de las estratagemas llevadas a
cabo para atrapar a Borís Sávinkov, En
prisión es el último testimonio que compone esta novela sobre el fin de los
días de su protagonista en la cárcel y sus interrogatorios. Además, tiene una
introducción magnifica escrita por Marta Rebón y Ferrán Mateo titulada Borís Sávinkov, un hombre de teatro total de la que destaco: «Por lo pronto, alguien que no dejó a nadie indiferente,
como los buenos actores. «Magnífico ejemplar de animal humano en toda su
perfección», diría de él el escritor Aleksandr Kuprín. «Un César Borgia en el
papel de Hamlet… Un poeta y literato fracasado, atiborrado de citas del
Apocalipsis y de lo peor de Dostoievski», sentenció el líder comunista Karl
Rádek. «Una persona notable por su veracidad y agudeza», afirmó Lenin tras leer
un artículo suyo. «Un especialista que había taylorizado toda nuestra
organización de combate», remarcó Blaise Cendrars. «Era la flor más original,
la más brillante y la más venenosa de toda nuestra clandestinidad, corroído por
el pensamiento y empoñozado por la dudad», dijo V. B. Stánkevich, hombre
próximo a Aleksandr Kérenski. «Personaje de novela policial, amante del riesgo
y del juego», según el capitán Filonenko, comisario del Gobierno provisional en
1917. «Hombre de habilidad y sinceridad supremas, pronuncia las palabras con un
arte que habría puesto celoso a Stanislavski», escribió Walter Duranty,
corresponsal del The New York Times. «Extrañamente bello y tierno», a ojos de
Anna Ajmátova… «Nuestro amigo el asesino», para el círculo bohemio de París. En
efecto, toda una pequeña humanidad condesada en un solo hombre.» Y además añado
este párrafo en el que se describe la forma de ser del autor del libro: ««Sí», concluyó Somerset Maugham, «Sávinkov
es el hombre más extraordinario que jamás he conocido», y creyó verlo ante él,
en la penumbra de la cubierta, con su aspecto siempre impecable, tal cual un
«director de banco». Sintió un escalofrío, como si en aquel preciso instante
Sávinkov hubiera puesto punto final a su densa y trepidante vida en otras
coordenadas, llevándose consigo «el punto de reunión de una pequeña humanidad
solo mía». Esta última expresión la empleó un contemporáneo suyo, Fernando
Pessoa, autor de El banquero anarquista, para explicar la necesidad íntima de
aumentar el mundo con personalidades ficticias. Sávinkov hizo lo propio tanto
por necesidad —¿qué terrorista
revolucionario cruzaría fronteras con su nombre y documentos auténticos?—, como
influenciado por su compañera de trinchera: la escritura. Lo que ignoraba
Maugham mientras se entregaba a sus cavilaciones es que aquel «hombre
extraordinario» había muerto dieciocho años atrás. Su «joven rostro de Napoleón»
se estampó contra el suelo después de lanzarse al vacío (o bien de ser lanzado)
por una ventana de la Lubianka, el cuartel general de la Cheká, futura KGB.
Eran los prolegómenos del reinado de Stalin, el zar Rojo. Antes de su último
retorno a Rusia, Sávinkov había dicho a su círculo de colaboradores, casi como
una premonición, cuando su lucha por desbancar el bolchevismo parecía ya
perdida: «Estamos todos condenados. Lo suficientemente fuerte como para que el
estruendo quede grabado en la memoria de la Humanidad».»
Recomendado
para aquellos que quieran saber sobre la Revolución rusa y sobre la historia de
un personaje olvidado. También para aquellos que quieran descubrir una
narración diferente, autentica, singular de la crueldad del ser humano por conseguir
sus fines. Y por último para aquellos que quieran saber sobre una terrible,
siniestra y salvaje relato sobre la condición humana y sus métodos para
defender y proteger sus ideales políticos.
Extractos:
4 de febrero
Fedia ya no se apellida Mashenkin
sino Kovaliov. Colabora con la Vecheká, la Comisión Extraordinaria para toda
Rusia a fin de combatir la Contrarrevolución y el Sabotaje. Yegórov ya no es
Yegórov, sino Lariónov. Trabaja como vigilante en el Comisariado del pueblo de
Salud. Wrede ya no es Wrede, sino Lazo. Dirige un escuadrón en el Ejército
Rojo. Los tres tienen pasaportes falsos o, mejor dicho, documentos «muertos»,
esto es, documentos de hombres asesinados. Los tres están en el partido
bolchevique, como «comunistas convencidos». Iván Lukich es un «especulador».
Vive con su propio nombre y mantiene el contacto con el «Comité», es decir,
nuestra organización conspirativa. Por lo que a mí respecta, soy anónimo, un
personaje invisible, me escondo en casas de diferentes personas que, por supuesto,
arriesgan su vida.
18 de julio
Iván Lukich discute de nuevo con
Wrede. Escucho su voz de bajo, como la de un seminarista.
—Los Blancos son simplemente
basura. Ya es hora de que lo comprenda, su Excelencia.
Wrede, como siempre, se acalora.
—¿Los Blancos son basura? Muy bien…
Pero ¿por qué? ¿Porque expolian, fusilan y azotan? ¿Y los Verdes? ¿Acaso no
saquean? ¡Yo mismo he robado un tren! ¿No azotan los Verdes a los campesinos?
Ayer mismo usted azotó a Kapliuga. ¿Y por qué? Por estar bebido. ¿Y merecía ser
azotado por eso? Si los verdes han dejado de fusilar a la gente es porque
prefieren quemarla en la hoguera… ¿Por qué despotrica contra los Blancos?
—No despotrico. Solo digo que son
cadáveres y que apestan a muerto con sus «Excelencias» y sus generales de
charreteras doradas. Los Verdes son diferentes, están construyendo una vida
nueva.
—¿Como el paraíso soviético?
—No, el suyo propio. Pero ¿y si
fuera soviético?¿Es el soviético peor que el zemstvo zarista?
Su tediosa disputa es interminable.
¿De qué están discutiendo? Los Blancos son cadáveres, pero tampoco los Verde
son ángeles divinos ni los Rojos sepulcros blanqueados. ¿Una vida nueva? Sí, se
está construyendo en alguna parte. Pero ¿dónde?¿Y quién la construye? Pero
¿cómo es?¿Dónde está el jinete con la balanza en la mano?
Editorial: Impedimenta
Autor: Borís SávinkovPáginas: 192
Precio: 18,20 euros
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