miércoles, 12 de noviembre de 2014

Novedades, noviembre de 2014: Impedimenta



Bassett de Stella Gibbons 

Traducción de Laura Naranjo y de Carmen Torres García 

ISBN: 978-84-15979-13-5
Encuad: Rústica
Formato: 14 x 21 cm
Páginas: 320
PVP: 22,50 €

La casa de huéspedes de La Torre se encuentra ubicada en un frondoso bosque de hayas en pleno Buckinghamshire. La regentan dos extraordinarias mujeres de muy marcada personalidad: la balsámica y lloriqueante señorita Padsoe, que vive atribulada por los desprecios del servicio, y la más joven y práctica señorita Baker, londinense hasta la médula y aficionada a las tostadas y al té bien cargado. Sin embargo, su amistad es mera apariencia pues ambas se odian con todas sus fuerzas.
En la vecindad se alza la fastuosa mansión de los Shelling, en la que viven George y su hermana Bell, y en la que se organizan alocadas fiestas dedicadas a los Cerebritos, a los Automovilistas y al Amor Libre. En la casa de los Shelling trabaja como dama de compañía la bella señorita Catton. Entre George y ella surgirá el amor.


No estaba precisamente como unas castañuelas.
En parte porque le dolía horrores la cara y en parte porque sabía que tenía que hacer algo con el dichoso dinero y no sabía qué. Pero también porque hacía una tarde de perros, tan oscura y tan desesperadamente invernal que los escaparates de las tiendas y las calles parecían iluminados para desafiar a la noche, como si el sol se hubiera puesto para siempre y el mundo estuviera condenado a iluminarse de manera artificial hasta el fin de los tiempos. Para colmo, llevaba todo el día lloviendo y los paraguas y los gruesos abrigos apestaban a humedad, y todo el mundo se abría paso a codazos en los autobuses y en el metro.
«Ay, Señor, qué ganas tengo de llegar a casa», pensó la señorita Baker enfadada, agarrada a uno de los asideros que colgaban del techo del vagón.
La consulta del dentista se encontraba en Camden Town, en una esquina cercana a su casa. Llegó puntual y se sentó en la sala de espera junto a otras dos o tres personas visiblemente molestas y asustadas, aguardando su turno y ojeando los chistes de la revista The Humorist. En la mesa también había un ejemplar de un periódico de seis peniques titulado Town and Country y la señorita Baker lo cogió con la esperanza de encontrar alguna buena historia en su interior. Le encantaban las historias.
No halló ninguna interesante, pero, entre otros artículos, se fijó en una columna titulada «La mano amiga».
Debajo de este encabezamiento se explicaba cómo asociarse con otras personas según los datos aportados por una tal Phoebe, que dirigía esta columna desde la intimidad de una oscura bocacalle de Holborn. Ella era quien ponía en contacto por carta a mujeres solteras sin formación pero capaces con señoras emprendedoras que disponían de algún capital, y las iniciaba en una prometedora carrera criando pollos en St. Ives o regentando una tienda de artesanía en Newcastle-on-Tyne. La susodicha Phoebe nunca sabía (salvo algunas veces en que se enteraba por casualidad al cabo de muchos años) si la asociación había sido un éxito o si las señoras se habían tirado de los pelos a la media hora de conocerse. Ella era capaz de llevar a las lectoras del Town and Country al éxtasis o a la desolación, pero permanecía (tal vez por prudencia) invisible y anónima.
Como es lógico, la señorita Baker leyó «La mano amiga» con la mente puesta en su dichoso dinero ahorrado; ya se le había ocurrido antes que podía emplearlo en algo por el estilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pinterest

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...