martes, 13 de agosto de 2013

En el periódico, El País, agosto de 2013: Cinco piezas fáciles / 2: ¿Qué fue de los finales felices? de Manuel Gutiérrez Aragón



Manuel Gutiérrez Aragón, el segundo de los relatos que componen el autor de Gloría mía, en este texto se describe la vida de Valentina que, a través del ojeador de historias como se llama al narrador, descubrimos su dura vida. Aquí os dejo el enlace al relato completo.

Luis Tinoco
(…) A los pocos días de estar aquel hombre en casa, Valentina sorprendió a su madre y al intruso en la cuadra, besándose y abrazándose.
El hombre, luego, trató de hacerse amigo de ella, cosa que consiguió hablándole del padre que Valen nunca había conocido. Le había tratado mucho. Había estado con él en Venezuela, cuando vendía helados de colores, y en Toronto y Vancouver, siempre empujando el carrito con motivos típicos del trashumante people from Pas, que algunos confundían con los de los indios iroqueses.
Valentina le escuchaba extasiada cuando llegó la noticia de que precisamente el padre había muerto, y que su cuerpo llegaba en un furgón fúnebre para ser enterrado en el cementerio del Valle.
—No guardaron mucho luto, ni siquiera llegaron a ver el cadáver, que había venido en un féretro color mantecado de vainilla— dijo Luis.
—Pero lo curioso, la coincidencia, quiero decir —continuó—, es que el director de la Caja, mi antecesor en el cargo que ahora ostento, desapareció sin dejar rastro. Oye, qué casualidad que la madre se librara de él cuando enterraron a su propio marido, ¿o no? Porque si al director se le ha cargado alguien, como dicen algunos, su cadáver nunca ha aparecido. Y sin cadáver no hay crimen.
Luis se limpió con un paño suave sus gruesos cristales de culo de vaso. (…)

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