Bienvenidos a Incaland® de David Roas
140 páginas
24 x 15 cm
Voces/ Literatura • 205
ISBN: 978-84-8393-176-9
14,42 / 15 €
Tránsito terrorífico de
vehículos. Robo con nocturnidad y alevosía de la máquina de escribir de Mario
Vargas Llosa. Invasión de turistas-zombis. Puertas en ruinas que te transportan
al más allá. Trenes que sufren mal de altura.
¿Ficción? ¿Libro de
viajes? Uno de los máximos representantes de la literatura fantástica de los
últimos tiempos, David Roas, nos da la bienvenida a Incaland®, y nos invita a
acompañarle en una aventura fiel a los hechos y desbordante de imaginación.
En la mejor tradición
hilarante y divertida, esta travesía peruana corrobora las palabras de Fernando
Iwasaki: su autor es un “escritor desopilante, el profesor más majara que un
director de serie B podría contratar”.
De David Roas se
ha escrito: “Un genuino contador de cuentos que nos transmite la alegría de la
invención sin escamotear los escollos que nos presenta la realidad”, J. A.
Masoliver Ródenas, La Vanguardia; “Lo cotidiano es una coyuntura
espacio-temporal generalmente asociada a la rutina en la que Roas descubre acontecimientos
horripilantes y, tras ellos, las ideas que más nos afectan”, Will Corral, World
Literature Today; “Una carga paródica y humorística presente en casi todos los
relatos que constituye un marcado rasgo de estilo”, Ricardo Senabre, El
Cultural.
Como
también (casi) se acostumbrará a las muchas situaciones insólitas que irán
saliendo a su paso. La inmensa Lima y su tráfico disparatado, los estupendos
amigos que allí conocerá, la extraordinaria gastronomía, el insensato robo de
la máquina de escribir de Vargas Llosa, los 3.399 metros de altitud de Cusco
(un duro reto para su hipocondría), el incomprensible acoso de las llamas, los
zombis (muchos zombis), el autobús infernal (en el que tendrá que viajar dos
veces), aparte de otros delirios, algunos de su propia cosecha...
Como
si fuera una primera confirmación de lo que está a punto de ocurrirle, en el
hotel de Lima le espera la habitación 201, un número que desde hace años le
persigue en la mayoría de lugares en los que se aloja y cuya excesiva repetición
ha empezado a preocuparle (en un irracional acceso de pensamiento mágico).
Aunque esta vez, cuando lo descubra, no sólo lo tomará como un buen augurio
sino que, quizá por la falta de sueño y el inevitable embotamiento mental
después de tantas horas de vuelo, cruzará la puerta de la habitación como si
estuviera atravesando el umbral hacia otra realidad. La dimensión desconocida.
La
ficción como medida de todas las cosas. Como escala para asumir e interpretar
el mundo. Nunca ha podido evitarlo. Y en este viaje tampoco lo hará.
Sigue
sin poder dormir. Después de sumergirse en la lectura durante más de tres
horas, se funde la bombilla de la lamparita de su asiento. La azafata le dice
que no puede cambiarle de lugar (el avión va lleno), que cuando pueda tratará
de arreglarlo. Pero eso nunca ocurrirá.
Sin
luz para leer, decide asomarse a las películas que le ofrece la pantalla que
reposa frente a su asiento.
Con
el principio de la tercera, el piloto inicia la maniobra de aproximación al
aeropuerto.
Lima
está ya muy cerca. Y el Pacífico, oscuro y amenazante.
El
otro lado del espejo.
Cuentos completos de La comedia humana Honoré de
Balzac
848 páginas
22,5 x 14 cm.
Voces/ Literatura • 203
ISBN: 978-84-8393-174-5
Tapa dura
33,65 / 35 €
Edición y traducción de Mauro Armiño
Un escritor inmenso
para un inmenso proyecto: Balzac escribió en apenas veinte años los casi cien
títulos que componen una obra sin parangón en la historia de la literatura, La
Comedia humana. En ella nos encontramos con una descripción totalizante de la
sociedad, un estudio psicológico, político y vital, un análisis certero de la
vida en la ciudad y en el campo. No existe un conjunto de ficciones que, por
ahora, haya sido capaz de revisar con tanto acierto una sociedad, y ninguno tan
ambicioso.
Reunidos, traducidos y
editados por Mauro Armiño, este volumen aglutina todos aquellos cuentos breves
y relatos extensos que Balzac incorporó a su vasto proyecto. Aquí aparecen las
principales venas temáticas de su obra, y descubrimos los gozos y los desastres
del pensamiento enfrentado a una sociedad que sustituyó los valores por los
intereses, con el oro por icono de las relaciones sociales. Se trata sin duda
de un atractivo corpus, dependiente e independiente al mismo tiempo, que
constituye una de las cumbres de la narrativa breve. En esta edición están
todos los cuentos de una verdadera comedia humana. Inmenso Balzac.
La
bolsa
No
parece que se haya conservado el manuscrito de este pequeño relato que hubo de
esperar a la segunda edición de las Escenas de la vida privada (1832) para ser
publicado. «La bolsa» respira un ambiente de interior semejante al de las
primeras novelas de Balzac escritas en torno a 1829; la anécdota remite a una
efímera moda extendida durante la Monarquía de Julio, el regalo social de
bolsas entre ambos sexos que Balzac volverá a emplear en La piel de zapa (1831),
por ejemplo; pero no solo él: Armance, protagonista de la novela homónima de
Stendhal (1827), ya le había ofrecido una, como símbolo amoroso, a Octave de
Malivert; algo más tarde, la bolsa que Aimé d’Alton había bordado para Alfred de
Musset se convierte en arranque de una obra de este poeta romántico, Un
capricho (1837).
Balzac
teje una escena doméstica que relaciona a dos vecinas samaritanas con un joven
pintor al que su talento artístico ha permitido superar la miseria de su
educación: un leve accidente desencadena ese encuentro que provoca un amor a
primera vista; pero esta pintura de interior no es tan idílica como podría dar
a entender su esquema: Balzac traza un cuadro lleno de claroscuros al reflejar
el momento concreto de una época: esos dos jóvenes sin padre o con padre
equívoco se mueven en un ambiente en el que jirones de dorados de antaño tratan
de ocultar las estrecheces del presente. Las dos vecinas del joven pintor son
los lastimosos restos de una existencia dedicada a la gloria de Francia que la vuelta
de los Borbones ha soltado como lastre; no solo la señora Leseigneur y su hija
han sido condenadas a una semi-indigencia; también sus viejos amigos que las
socorren con un ardid que no hiera su orgullo –orgullo de otra época–, se han
visto frente a los escollos impuestos por el paso de la historia reciente, el
Imperio, la primera y la segunda Restauración, el interregno napoleónico de los
Cien Días, que dentro de poco rematarán la Revolución de Julio y su corolario,
el nuevo advenimiento de los Borbones con Luis XVIII en 1830.
Por
la señora Leseigneur ha pasado la historia dejándola viuda, con una hija y una
penuria en la que no ha vivido nunca: su rango social estaba incardinado en el
Antiguo Régimen, y tiene, como su hija, ese espíritu de galantería y politesse que
la induce a desvivirse para poner buena cara a los estragos del infortunio. El
engaño de la bolsa responde a esa forma antigua de relaciones sociales y al
juego picaresco de dos enamorados; pero la bolsa «robada» también es una prueba
que el pretendiente, como en los juegos sentimentales de las comedias de
Marivaux, ha de pasar, y superar, en un mundo donde todo son sospechas, en un
París por el que pululan sobre todo ganapanes y aventureros sin ningún
miramiento hacia los «buenos modales»; solo en esos buenos modales y en esas
buenas costumbres pueden cristalizar los sentimientos de los dos jóvenes
protagonistas.
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