Gracias a la amabilidad
del editor de Impedimenta, Enrique Redel, hemos podido ver al escritor Mircea
Cărtărescu, considerado por la crítica literaria el más importante narrador
rumano de la actualidad, y uno de los más sólidos escritores europeos del
momento. Con la compañía de Ignacio Vidal-Folch autor de Lo que cuenta es la
ilusión, publicado en Destino el año pasado, quien ya le entrevistó con
anterioridad para el diario El País (Aquí)
y Marian Ochoa de Eribe, traductora de varios libros del escritor rumano en
Impedimenta.
El escritor habló sobre
la situación actual de Rumania y también en el pasado, también contó varias
anécdotas, una de ellas sobre el por qué no va a escribir teatro; además reveló
que una vez escribió una obra de teatro la cual fue enviada, y, de alguna forma,
a la hora de ser editadas los guiones se mezclaron con la obra de otro autor
dando como resultado una mezcla «absurda» y que obtuvo, un gran éxito pese a
ello. Otra de esas curiosas anécdotas corresponde al relato titulado El
Mendébil, en la que indicó que un amigo suyo le habló sobre el mote después de
leer el libro Nostalgia, y le confesó que era el creador del mismo. Nos
describió poco después su forma de narrar, que, como las termitas, van uniendo
las esferas creando enormes cavidades y túneles, ya que su método es el de leer
las dos últimas páginas de aquello que escriba y continuar a partir de ahí,
uniendo a lo ya escrito, otra parte de su creación. Al terminar, Mircea, nos
obsequió con una dedicatoria y también, para amenizar, una copa de vino y un
aperitivo de parte del editor.
En definitiva todo ello
fue una gran velada entre curiosidades, anécdotas e historias, en una
excepcional librería con un increíble autor que, hablando en su idioma ya te
atrapa, y que gracias a la genial compañía de Ochoa de Eribe, Vidal-Folch y
Enrique Redel y a su amabilidad han hecho de esa tarde una presentación
memorable. Os dejo un enlace del blog Ábrete, sésamo en el que cuenta cómo vio
la presentación (Aquí)
Para terminar os dejo
unas entrevistas que he encontrado con motivo de su visita a España. La primera
de El Confidencial (Aquí)
escrita por Peio H. Riaño de la que resaltó esta parte: «“La mayoría de los censores eran los mismos escritores. Ellos mismos
eran parte del problema. Todo se negociaba delante de una taza de café. No era una
forma de inquisición. Pero ningún libro salía sin censura a la calle, ni
siquiera uno de cocina. Tenían por norma eliminar varias páginas de cada libro.
Al azar. El censor se sentaba contigo y te decía: “Mete diez páginas que no te
interesen nada para que yo pueda sacarlas”, recuerda con una ligera sonrisa.
Eran los años dulces del régimen.» Y la segunda de ABC (Aquí)
escrita por Manuel de la Fuente de la que subrayo esta parte: «—¿Cómo fue el camino hasta llegar a
convertirse en escritor? —Como suele suceder, antes fui un gran lector. En mi
adolescencia no hacía otra cosa que leer. Mis compañeros, mis colegas de
entonces, tocaban la guitarra, iban detrás de las chicas o eran maniáticos de
los primeros ordenadores. Sin embargo, yo solo me recuerdo leyendo. Cada vez
que descubría un nuevo escritor, me sentía alucinado, como si estuviera delante
de un mago, de un hechicero. Me preguntaba, ¿pero cómo ha podido escribir esto?
Mi vida era la poesía, la literatura. Incluso mis padres llegaron a preocuparse,
ya que mi afición por la lectura llegó a ser como una patología esquizofrénica,
hasta me negué a salir a la calle, mis paisajes, mis amigos, estaban en los
libros.»
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