Henry y Cato de Iris Murdoch
Traducción
de Luis Lasse
ISBN: 978-84-15578-54-3
Encuad: Rústica
Formato: 14 x 20 cm
Páginas: 448
PVP: 23,95 €
Cuando Henry Marshalson
y Cato Forbes se encuentran en Inglaterra después de varios años sin verse, su
existencia no se halla en un momento precisamente fácil. Tras la muerte de su
hermano mayor, Henry regresa de los Estados Unidos convertido en el heredero de
una fortuna que no desea, de modo que decide deshacerse de todos sus bienes
para disgusto de su madre. Cato, por su parte, se ve inmerso en una profunda
crisis de valores que le lleva a replantearse cada una de sus creencias tras
haberse enamorado de un seductor muchacho del barrio marginal de Londres en el
que ejerce el sacerdocio. De manera inesperada, las vidas de estos dos hijos
pródigos vuelven a mezclarse en una espiral de despropósitos y venganzas que
van a desembocar en una sorprendente verdad: ninguno de los dos puede huir de
sí mismo.
Efectivamente, tras haber enseñado
durante cierto tiempo los cincuenta grandes cuadros, comenzó a odiar el arte.
O quizá lo que odiaba era solo la vieja y pomposamente embrollada tradición
europea. Era la producción en masa antes de que aparecieran las fábricas. Había
demasiados trastos sueltos por el mundo. El hombre inventó el Tiempo y Dios
inventó el Espacio, decía Beckmann. Henry quería volver al espacio. Eso, por
extraño que pareciera, era lo que hacía Max, aunque atiborrase ansiosamente sus
lienzos con aquellas atormentadas imágenes. Lo único pacífico en el arte de
Max era el propio Max. Cómo envidiaba Henry su enorme seguridad, su feliz e
imperativo egoísmo. Qué maravilla poder mirarse al espejo y convertirse en algo
tan permanente, tan significante y monumental: un dirigente revolucionario, un
héroe épico, un navegante, un roué, un payaso, un rey. Otra cosa eran las
mujeres abrazándose en forma de pez. Pero aquella rotunda faz en calma era una
verdadera luz en la vida de Henry. Beckmann, que se había casado dos veces, se
aventuraría por unas sendas de misticismo masculino que enlazaban a Signorelli
con Grünewald, a Rembrandt con Cézanne. Algún día registraría todo eso, pero,
entregado al amor y a la envidia, iba aplazando el momento indefinidamente.
Muchas veces Henry se veía a sí
mismo como un artista fracasado. ¿Por qué fracasado?, válgame Dios, le
interrogaba Bella. Si no lo has intentado siquiera. Bella y él asistieron a
clases de pintura, pero Henry lo dejó en seguida con un gemido de rabia. Bella
siguió pintando mal, aunque se lo tomaba con naturalidad. Solemnemente, Henry
había dicho que prefería la tabula rasa del lienzo en blanco. Quizá hubiera
sido precisamente su tabula rasa aquella América donde al principio había
esperado toda clase de acontecimientos y aventuras. En alguna parte existía una
vida heroica a la que él creía tener derecho. Se veía a sí mismo, como Max,
preso en un pavoroso mundo bufo de situaciones extremas e inquisiciones que se
producían de alguna manera en circos o salas de fiestas. Max, desde luego,
había experimentado sus propios horrores: los nazis y la guerra de 1914 con
apenas un lápiz y nada de pintura. Evidentemente, había una América en alguna
parte. Una América donde pasaban cosas. Pero el meollo parecía quedar siempre
fuera del camino de Henry, y él no dejaba de percatarse de la falta de
intensidad de su vida. Vivía inmerso en espaciosas y fáciles rutinas de
tranquilidad y de calma. Su América era un refresco. Había esperado un gran
amor, el que nunca tuvo en Inglaterra, pero las higiénicas y competentes
estudiantes, que le consideraban algo cómico y demasiado viejo, le llenaban de
alarma y congoja. En Stanford tuvo un par de lances inconclusos bastante
miserables, y fue en Sperriton donde conoció a Russ y a Bella. Cuando al fin
se acostó con Bella, Russell estaba al tanto de todo. De hecho, ambos lo habían
discutido con su psicoanalista. Bella deseaba que Henry fuera también al
psicoanalista, pero él nunca llegaría a hacerlo. Despreciar el psicoanálisis
era una de las pequeñas banderas inglesas que a veces se permitía el lujo de
enarbolar.
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