Enrique
Osuna
El
eterno olvido
–Bueno,
en realidad no suelo hablar de estos temas con nadie; ¡me tomarían por loca! De
hecho no sé por qué te cuento todo esto…; dejémoslo ya.
–No,
Lucía, por favor, continúa -le rogó Samuel, interesado por conocer el desenlace
de su disertación-. ¿Qué querías decirme al afirmar que vivimos en el pasado?
–Que
si ralentizamos todo e imaginamos que alguien puede percibir con tranquilidad
el paso de nuestro tiempo, como si el transcurso de un segundo nuestro
equivaliera a un año para él, y que pudiera captar el viaje del sonido, de la
luz e incluso de las vibraciones que nos rodean, entonces se podría adelantar a
los acontecimientos, sabría todo lo que va a ocurrir y podría interferir y
cambiar nuestros destinos.
–Como
si fuera Dios.
–Tú
lo has dicho, Samuel; como si fuera Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario