Haruki
Murakami
1Q84:
Libro 3
Nunca
había sido demasiado sociable. Pasar mucho tiempo sin ver a nadie ni hablar con
nadie no la incomodaba. Cuando era pequeña, en el colegio apenas hablaba con
sus compañeros. A decir verdad, nadie le hablaba a menos que fuera necesario.
En su clase, ella era el elemento discordante e «incomprensible» que debía ser
excluido o ignorado. A Aomame no le parecía justo. Si hubiera hecho algo malo,
quizá se merecería que la excluyeran. Pero no era así. Para sobrevivir, una
niña debe obedecer en silencio lo que le ordenan sus padres. Por eso tenía que
rezar en voz alta antes de comer, recorrer la ciudad todos los fines de semana
con su madre para captar nuevos adeptos, negarse a ir a las excursiones a
templos budistas y sintoístas y a las celebraciones de Navidad por motivos
religiosos, y vestir ropa usada, todo ello sin rechistar. Los niños que la
rodeaban, sin embargo, desconocían esas circunstancias y tampoco intentaban
comprenderla. Sólo sentían aversión hacia ella. Hasta los profesores la
consideraban un estorbo.
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