La
casa de cristal
–Me
resultan fríos.
–¿Fríos?
–Por una vez Von Abt pareció quedarse sin palabas–. ¡Fríos! Todo mi trabajo,
toda mi obra se basa en esto. –Sacó un lápiz de un bolsillo interior y se
inclinó para trazar una línea afilada como una cuchilla en el papel que tenía
más cerca–. Ésta es la primera obra de arte: la mujer acostada. –Miró primero a
Viktor y luego a Liesel, sosteniendo la mirada de ella un momento más de lo que
dictaban las buenas maneras. Volvió al papel y dibujó otra línea, una vertical
que cortaba la horizontal en ángulo recto–. Y éste es el hombre que penetra. El
resultado es el cruze rectangular que subyace a todo mi arte. ¿Hay algo más
calido?
Liesel
encendió un cigarrillo con idea de distraerse de la mirada de Von Abt,
confiando en no ruborizarse mientras él la observaba
–Sí,
Herr Von Abt parece la persona menos fría del muno. ¿No estás de acuerdo,
Viktor?
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