Willa
Cather
Sapphira
y la joven esclava
Cuando
alcanzaron la costa, los confinaron en un cercado el tiempo justo para que los
desnudaran, les afeitaran el cuerpo entero y los rociaran de arriba abajo con
agua de mar. Un navío inglés, el Albert Horn, se encontraba anclado en medio
del golfo con un cargamento casi completo de negros almacenado a bordo. El viento
era favorable y el patrón aguardaba con impaciencia el botín de este último saqueo.
Jezebel
y los demás cautivos fueron trasladados en pequeños botes de remos hasta el
barco y engrilletados a cubierta por las piernas. Pertenecían a un fiero pueblo
caníbal y no habían sido doblegados tras de disciplina en el cercado.
Cuando
el Albert Horn hubo iniciado su singladura y las líneas azuladas de las
montañas en tierra firme comenzaban a desdibujarse, se les retiraron los
grilletes a las mujeres cautivas. No era probable que causaran problemas.
El
Albert Horn, armado para la trata de esclavos, contaba con dos cubiertas. El cargamento
de negros iba almacenado entre la cubierta superior y la inferior, en una
plataforma tan larga y ancha como el navío, pero solo había un espacio de un
tres pies y diez pulgadas entre el armazón sobre el que descansaban y la
cubierta superior que les hacía las veces de techo. Los esclavos realizaban la
larga travesía de entre dos y tres meses de duración sentados o recostados
sobre un suelo de tablones de madera, con muy poco espacio, si acaso lo había,
entre sus cuerpos desnudos. A los varones los colocaban por delante de la
escotilla principal; a las mujeres, en la popa. Los dejaban desnudos toda la
travesía y les afeitaban la cabeza y el cuerpo cada dos semanas. Como no había
sistema de desagüe de ninguna clase, la bodega de los esclavos y las criaturas
de su interior alcanzaban un estado nauseabundo por las noches. Todas las
mañanas se limpiaban las «entrecubiertas» y a sus reclusos con chorros de agua
de mar con ayuda de una manga. El capitán del Albert Horn no era un hombre
brutal, y su navío era un negrero modelo. Salvo con mal tiempo, los varones,
engrilletados de dos en dos, podían acceder a la cubierta inferior mientras se
fregaba y fumigaba su plataforma. Al mismo tiempo, se sacaba sin grilletes a
las mujeres a la cubierta inferior de popa.
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