La banda de los Sacco de Andrea Camilleri
192 páginas
ISBN: 978-84-233-4907-4
Tomo 1318
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Áncora & Delfín
Traductor: Juan Carlos Gentile
Vitale
La historia real de una
injusticia cometida sobre la familia Sacco por parte del sistema mafioso. Raffadali, Sicilia, años veinte. Los hermanos Sacco son hombres
libres, de ideas socialistas; son hombres hechos a sí mismos a quienes su padre
Luigi inculcó la cultura del trabajo y el respeto a los demás.
La vida cambia de repente cuando, una mañana, el mayor de ellos recibe una carta anónima, luego otra, y luego sufre un intento de robo. Luigi Sacco lo denuncia a los carabinieri, pero éstos se encuentran totalmente desorientados: nadie antes se ha atrevido a denunciar a la Mafi a. A los Sacco no les queda más remedio que defenderse ellos mismos. De la mafi a y de la policía, de sus paisanos cómplices de los traidores y de las autoridades.
La vida cambia de repente cuando, una mañana, el mayor de ellos recibe una carta anónima, luego otra, y luego sufre un intento de robo. Luigi Sacco lo denuncia a los carabinieri, pero éstos se encuentran totalmente desorientados: nadie antes se ha atrevido a denunciar a la Mafi a. A los Sacco no les queda más remedio que defenderse ellos mismos. De la mafi a y de la policía, de sus paisanos cómplices de los traidores y de las autoridades.
«No todos los escritores tienen una historia que contar. Andrea Camilleri sí.»
Babelia, El País
El
renombre de Luigi como milagroso experto en pistacheros que nunca se equivoca a
la hora de hacer los injertos se propaga con rapidez por la zona; y entonces, las
pequeñas plantaciones de pistacheros de los alrededores comienzan a contratarlo
para injertar verdaderos bosques de pistacho en Santo Stefano Quisquina, en
Cattolica Eraclea y en otros pueblos de la provincia.
Pero
aquello que había empezado como un oficio con el que ganarse la vida pronto se
convierte en una verdadera pasión para Luigi.
Desde
hace tiempo, su trabajo lo obliga a pasar cerca de una plantación de
pistacheros propiedad de un juez llamado Vassallo. Se trata de una plantación estéril,
porque los injertadores contratados por el juez se equivocaron en el momento
del injerto. En cambio, a Luigi le parece que aún puede salvarla, y así, sin
decirle nada a nadie, la injerta en el momento adecuado.
Porque
éste es el arte: intuir el momento preciso, ni un día antes ni un día después,
de realizar el corte.
Transcurridos
unos días, el capataz corre en busca del juez y le cuenta que la plantación de
pistacheros ha renacido.
El
juez llama a sus injertadores y pregunta quién de ellos ha conseguido lograr
semejante milagro. Pero éstos dicen que ellos no tienen nada que ver. El juez,
después de hacer varias averiguaciones, descubre que ha sido Luigi y lo quiere
conocer. Lo invita a su casa, le da las gracias y le pregunta cuánto le debe por
el trabajo.
—Nada.
—¿Cómo
que nada?
—Este
trabajo lo he hecho por placer, no porque usted me lo haya pedido.
Y
no aceptará de él ni siquiera un céntimo.
Al
cabo de poco, gracias a su habilidad con los injertos, Luigi consigue ahorrar
el dinero para construir una casita y casarse finalmente con su Antonina.
El aroma del crimen de Xabier Gutiérrez
400 páginas
ISBN: 978-84-233-4905-0
Lomo 1316
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Áncora & Delfin
A Vicente Parra,
oficial instructor de la Ertzaintza, con sede en el barrio del Antiguo de San
Sebastián, le son asignados dos casos aparentemente muy diferentes. La diseñadora
de moda Elena Castaño ha sido salvajemente apuñalada en su mansión y
aunque los indicios apuntan a un robo, pronto queda claro que se trata de
un crimen personal disfrazado de asalto. El otro caso es la muerte por
insuficiencia renal y hepática de un joven llamado Cristian José, bedel en
la universidad. La madre del joven sospecha que la muerte no fue natural
pues ha encontrado importantes cantidades de dinero en efectivo en su casa
y además llevaba últimamente un tren de vida que no se correspondía con su
sueldo. Vicente pronto descubre que los sospechosos están todos
relacionados con el mundo de la gastronomía, y más cuando la autopsia del
cadáver de Cristian no ofrece dudas sobre las causas de su muerte.
Donostia-San
Sebastián. Noviembre de 2014
Elena
nunca se hubiera podido imaginar que el telediario que se disponía a ver, acomodada
en su sillón favorito, sería el último de su vida. Sólo cinco minutos más y dejaría
de existir.
Mientras
bajaba con cuidado las escaleras del primer piso de la suntuosa casa donde
vivía, se tocó el pelo, aún húmedo después de la ducha. Se ajustó la bata, se
sentó frente al televisor, se colocó las gafas de ver de lejos que se encontraban
en la mesita y se arropó con los dos cojines de plumas blancos y azules que
tanto le gustaban. Mientras encendía el gran aparato que presidía el salón miró
la hora. Eran las nueve menos cinco de la noche. Cogió el móvil y comprobó que
no había mensajes sin leer. Lo depositó al lado de la fuente de manzanas que acababa
de traer Samuel, el jardinero, y se quedó mirando la pantalla.
Desde
que nació, Elena siempre había vivido en esa misma casa, una villa con paredes
blancas y tejado granate, un amplio porche rodeado por un hermoso jardín en el
que conversaban dos olivos centenarios y unos cuantos manzanos. Más alejados,
los pinos se repartían protagonismo con algún roble antiguo y una higuera
generosa. Eran muchas las veces que Elena Castaño había recogido higos y brevas
para preparar con su padre la mermelada que luego envasaban en tarros de cristal,
y que después regalarían a tíos, primos y amigos.
Pero
este año no había sido así. No estaba con el humor necesario y había dejado que
la fruta cayese y se pudriera, para deleite de los pájaros. En realidad, desde
la ausencia de su padre no había vuelto a hacerlo. Estaba melancólica y con el
ánimo desganado. Su última colección la había dejado algo insatisfecha.
Tampoco
su alocado, o más bien díscolo, novio ayudaba. Aunque era bueno, también era
demasiado soñador, un loco genialmente cariñoso pero poco trabajador. Y no
sabía por qué seguía enamorada, quizá fuera porque no había otro candidato. Era
una persona maravillosa, sonreía intentando convencerse a sí misma. «Si no viajara
tanto...», pensaba a menudo. Hacía ya tres semanas que se había marchado con
una conocida ONG para atender y ayudar a ese prójimo desconocido, la
justificación ideal para sentirse bien consigo mismo.
Las
imágenes violentas del telediario que acababa de empezar la llevaron a cambiar
de cadena, y se detuvo en un estúpido programa de chismorreos al que no prestó atención.
Seguía pensando en su novio. Con la diferencia de horario, seguro que se acababa
de levantar. «Prefiere estar con otros antes que con su novia», pensaba.
A
las nueve pasadas oyó que llegaba un vehículo. Cuando el motor se detuvo el silencio
se hizo casi corpóreo. El callejón daba acceso exclusivo a su casa y por eso mismo
pensó que sería el coche de su hermana, que la visitaba con frecuencia. Elena
dejó de mirar la televisión, instintivamente quitó el sonido del aparato y a
través de la ventana del salón miró hacia el jardín, al mismo tiempo que sonaba
el timbre. Aún se encontraba convaleciente de la gripe que acababa de pasar, se
sentía débil y le costaba moverse. Le dolía todo el cuerpo... Se levantó, se
ató la bata verde estampada con pequeñas hojas blancas, se arregló el pelo
alborotado, se puso las zapatillas y llegó al telefonillo que abría la puerta
que daba acceso, a través de un pequeño jardín, a la casa, y sin esperar
contestación abrió. Un error que pagaría con su vida.
Medicina sin engaños. Todo lo que necesitas saber sobre los peligros de la medicina alternativa de J.M. Mulet
368 páginas
ISBN: 978-84-233-4904-3
Lomo 274
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Imago Mundi
Las opciones al margen
de la medicina tradicional son cada vez más numerosas –flores de Bach,
aromaterapia, acupuntura–, a la vez que crecen las dudas sobre su
fiabilidad. El profesor Mulet, bioquímico, y autor de la aclamada obra Comer
sin miedo, desmitifica las medicinas alternativas y pone en evidencia
algunos engaños; muestra cómo ciertas prácticas constituyen un mero
negocio a costa de la salud y el dinero de las personas que acuden a
ellas. El autor aplica su foco crítico sobre ramas como el psicoanálisis,
las llamadas medicinas naturales o la homeopatía, para separar el grano de
la paja y ofrecer al lector criterios objetivos para discernir en qué
medida se puede fiar. Además de citar casos tan sonados como los de Steve
Jobs o Jimmy Wales, Mulet aplica el rigor científico y el lenguaje directo
para advertirnos que ante un problema de salud hay que ponerse en manos de
un buen profesional y no dejarse embaucar por falsas promesas.
“La homeopatía no tiene más eficacia que la fe que pongas en ella.” J.M. Mulet
“La homeopatía no tiene más eficacia que la fe que pongas en ella.” J.M. Mulet
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