Barbarismos de Andrés Neuman
Prólogo de José María Merino
136 páginas
Voces/ Literatura • 200
ISBN: 978-84-8393-200-1
24 x 15 cm
13,46 / 14 €
¿Qué es nombrar? ¿Qué
implica pronunciar una palabra?
Los Barbarismos despliegan un provocador repertorio de observaciones y sátiras sobre las urgencias de nuestro tiempo. En ocasiones reformulan conceptos clásicos desde una óptica radicalmente contemporánea, y en otras exploran términos recientes, como los referidos al mundo digital. Sus casi mil palabras renuevan la tradición del diccionario heterodoxo, explorada por Ambrose Bierce o Gustave Flaubert.
Los Barbarismos despliegan un provocador repertorio de observaciones y sátiras sobre las urgencias de nuestro tiempo. En ocasiones reformulan conceptos clásicos desde una óptica radicalmente contemporánea, y en otras exploran términos recientes, como los referidos al mundo digital. Sus casi mil palabras renuevan la tradición del diccionario heterodoxo, explorada por Ambrose Bierce o Gustave Flaubert.
Este glosario comenzó a publicarse en el suplemento cultural del diario ABC,
alcanzando una insospechada resonancia. El presente volumen amplía y revisa
aquellas primeras entregas. Inmediatez y exigencia, velocidad de impacto y
tensión estilística se conjugan aquí para goce del lector. Antídotos contra la
retórica, estas mínimas creaciones verbales ofrecen una fiesta de asociaciones
que se parece, acaso, a la inquietud de nuestra lengua.
De Andrés Neuman se ha
escrito: “Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es
dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas
verdaderos”, Roberto Bolaño; “Un escritor muy inteligente y dueño de un idioma
preciso, centelleante”, M. García Posada, ABC; “Renueva la expectativa dichosa
del próximo libro. Un autor en su plenitud”, M. J. Eyras, Revista Ñ; “Una
escritura de una calidad pocas veces encontrada”, J. Housham, The Guardian;
“Aborda grandes ideas con tal agudeza que las eleva al nivel de la gran
literatura”, M. P. Brady, Boston Globe; “Neuman multiplica el lenguaje y va
camino de convertirse en un clásico”, D. Galateria, La Repubblica.
alma. Biblioteca personal.
autoestima. Montaña rusa de un solo pasajero.
bandera. Trapo de bajo coste y alto precio.
baño. Biblioteca sin prestigio.
beso. Palabra articulada simultáneamente
entre dos hablantes.
búsqueda. Hallazgo casual de otra cosa.
civilización. Bombardeo con fines altruistas.
compatriota. Individuo al que nos une el azar y
del que nos separa la voluntad.
Mientras nieva sobre el mar de Pablo Andrés Escapa
136 páginas
Voces/ Literatura • 201
ISBN: 978-848393-159-2
24 x 15 cm
13,46 / 14 €
Un faro levantado en
mitad de un campo de trigo produce el mar. Sobre el lomo de un caballo se
anuncia el destino de un grupo de hombres. A la luz de una vela, un niño
recupera un juguete perdido. Unos condenados a muerte creen ver, durante su
última cena, que la salvación está bordada en las servilletas. Por la hendidura
de una cueva puede salirse al otro lado del mundo. Una mujer deforme siente el
vértigo de la levedad bajo las estrellas. Un unicornio de oro distrae su
melancolía asomándose a una ventana abierta sobre un jardín. En el transcurso
de una noche, la palabra de un náufrago sabrá suspender la incredulidad de
quien escucha y atraer el milagro con su fábula. Y mientras su voz detiene el
tiempo, cae la nieve sobre el mar.
En estos cuentos la
franqueza y el misterio, el candor y la emoción de la palabra se afinan para
alcanzar el límite más exigente de la escritura: hacer de lo fingido una
absoluta verdad donde aún perdura la inocencia.
De Pablo Andrés Escapa
se ha escrito: “Un mundo literario construido a base de miradas y palabras
halladas en estado de gracia”, Javier Goñi, El País; “Pablo Andrés Escapa
consigue fascinar [...] Una obra de largo alcance cuyo destino es la
permanencia en el tiempo”, Santos Alonso, Revista de Libros; “No es fácil
descubrir en el panorama narrativo actual una obra de originalidad narrativa
tan llamativa”, Nicolás Miñambres, Filandón; “Sabe ver lo extraordinario en lo
cotidiano para contarlo de forma sublime”, Juan Villalba, Turia; “El lector se
siente deslumbrado ante tanta maravilla”, José Luna Borge, Clarín.
Los
milagros no se explican. Como la rosa del poeta son sin porqué y los hacemos nuestros
con naturalidad. A las pocas horas de dominar el horizonte de espigas desde mi torre,
empezaron los prodigios. La primera noche el aire se inundó de un olor desconocido
en aquellos páramos amarillos; la siguiente fueron gritos anormales de pájaros los
que inquietaron el sueño compartido de las espigas y los hombres. Hubo una
tercera, en fin, en la que pareció agitarse el mundo y sucumbir al embate de
gigantes que acabaron calmando su furia a altas horas de la madrugada. Amaneció
el nuevo día con enredo de brumas que en la distancia parecían prometer islas
ocultas y traer a los oídos, absortos ya en la invención de olas, el lamento de
una sirena. A media mañana se resolvieron las nieblas y desde mi reino
solitario de viento y piedra abarqué la melancolía del mar, que es más grave
que la de los campos sembrados de trigo. A los pies del faro, una muchedumbre
de hombres amparados por sombreros de paja, contemplaban mudos la nueva
inmensidad de sus fatigas.
La
aceptación del faro entre los que me rodean ha llevado su tiempo. Tanto como la
costumbre del mar. Pero no hay como creer en los sueños para que la realidad
consienta sus demandas. De la desconfianza de mis vecinos, atareados cerealistas
esclavos del sol y las heladas, he pasado a ser motivo de admiración primero y
de gratitud después. «Los que, avaros de espigas, maldijeron un día mi obra porque
quitaría sol a la cosecha, me dejan ahora ofrendas de peces a los pies». Anoté
esta primera dádiva hace cuarenta años. No es la única memoria del triunfo del
tiempo sobre los recelos agrarios. A más de uno, la luz de mi fanal le ha
mostrado una senda segura hacia los brazos familiares en medio de la noche. Creo
que secretamente gradecen las consecuencias que ha traído mi empeño, juzgado al
principio un puro desvarío. Junto a hogueras nocturnas sobre la playa, los
campesinos celebran el olvido de la hoz sobre el tedioso campo y saludan a las
aguas siempre nuevas del mar. Parece que el faro se ha llevado sus temores y
les ha inspirado la temeridad.
Ensayos de Italo Svevo
Traducción y edición de Cuqui
Weller
392 páginas
Voces/ Ensayo • 184
ISBN: 978-84-8393-142-4
21,5 x 14 cm
24,04 / 25 €
Svevo, seudónimo de
Ettore Schmitz y autor de títulos tan importantes para la historia literaria
del siglo XX como La conciencia de Zeno o Senilidad, fue, además de novelista y
dramaturgo, un excepcional cronista de su época. Estos Ensayos de Svevo reúnen
su producción, publicada en vida o mantenida inédita hasta después de su muerte,
que incluye profundas reflexiones sobre artistas y escritores, las crónicas
como enviado a Inglaterra en tiempo de guerra, todos los textos de crítica
literaria e historia de la literatura, en especial todos los ensayos dedicados
a James Joyce con quien tuvo estrecha amistad, la relación de Italia con el
resto de Europa, o la reflexiones sobre la escritura y su propia obra.
Un volumen que
proporciona una imagen completa y global del creador que no se atiene, además,
a formas ortodoxas y donde la conferencia se mezcla con el artículo de opinión
o anotaciones personales que desarrolla con profundidad, moviéndose con
facilidad entre el arte, la biografía y la política.
Ese
renegado de Heine, como no sabía combinar de otra manera su entusiasmo por
Shakespeare con la veneración que le había quedado por las creencias de sus
abuelos, intentó, y quizás con buen resultado, no solamente justificar, sino,
incluso mejor, aprobar el contenido de El mercader de Venecia. Se podría decir
que era una tarea imposible, pero a Heine no le pareció así1.
Las
razones de los que aprueban ese trabajo son sutiles, pero no abstrusas. Yo lo
razono así: se trata de saber si Shakespeare odiaba o no a los israelitas. El
genio superior de Shakespeare hace suponer que no, pero su época y El mercader
de Venecia dicen que sí. Al menos para restituir a la cuestión su equilibrio y
para poner en la balanza la duda de igual manera por ambas partes es necesario
probar que El mercader de Venecia no exprese ninguna opinión personal. Veamos.
Para
nosotros, en el presente, la opinión de un autor la encontramos en el final más
o menos feliz de un personaje y en el desenlace del drama, en el que
encontramos personificadas las ideas que se quieren aprobar o combatir. Para
nosotros (al menos en el teatro) el bien debe triunfar y el mal sucumbir.
Pero
¿es cierto, es justo este axioma? Y, lo que era peor en aquella época, ¿qué
bases podía tener? ¿Y cómo podía aceptarlo Shakespeare, profundo observador,
trágico seguidor del verismo? ¿Y cómo podía aceptarlo él como espectador de
continuas injusticias, después de haber visto caer la cabeza de una reina
porque se mantuvo firme en su derecho o después de haber visto que una nación
entera cambiaba hasta tres veces de religión, quizás después de haber tenido
que cambiar él mismo de religión también?
Ahora
si un espectador desapasionado asiste a la representación de El mercader de
Venecia no con la única intención de divertirse sino con la de estudiar y
pensar, poco a poco desaparece el velo que el efecto escénico y el espíritu de
la época han puesto ahí, y sale pura y limpia en toda su verdad una figura
colosal, admirable, humana. La del judío Shylock. Mírenlo bien. Es rico, pero
no por ello feliz; toda la falsedad de su propia posición está clara para él;
se siente hombre y no se le trata como tal, se le insulta y el insulto le rompe
el corazón, lo mata todo sentimiento, sólo le queda el de la venganza. Pero
esta no es la forma de hacer parecer odioso a un personaje. Es la lógica de
todos los tiempos y de todos los linajes. Antiguamente: ojo por ojo, diente por
diente. Hoy día: al contraataque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario