La pobre niña se encontró sola y abandonada en el
inmenso bosque. Se moría de miedo, y el menor movimiento de las hojas de los
árboles le daba un sobresalto. No sabiendo qué hacer, echó a correr por entre
espinos y piedras puntiagudas, y los animales de la selva pasaban saltando por
su lado sin causarle el menor daño. Siguió corriendo mientras la llevaron los
pies y hasta que se ocultó el sol. Entonces vio una casita y entró en ella para
descansar.
Blancanieves
Hermanos Grimm
Estaba mirando
como se cocía lentamente el pulpo, se teñía de un fuerte tono morado, poco a
poco extrajo al pequeño molusco y con un cuchillo de cocina lo corto en
pequeñas rodajas para después ponerlos junto a las patatas también cocidas, un
poco de pimentón y ya estaba listo uno de los platos que serviría aquella
noche, en realidad pensaba que había demasiada comida para dos personas, pero
así seguro que quedaban satisfechos.
El árbol de
Navidad se encontraba cerca de la terraza, junto al ventanal que reflejaba las
luces dentro y fuera de la casa como si fuera un reflejo de la felicidad que se
debería vivir en ese apartamento en el centro de Madrid. Su invitada lo
apreciaría al llegar a la acera y se asombraría con la cantidad de luces que
desprendía el gran abeto de plástico que ocupaba toda la superficie de cristal.
Poco después
ya tenía todo listo, el mantel de color rojo y blanco ya se encontraba puesto
en la mesa, con unas velas largas y doradas encendidas y unos cuantos trozos de
abeto natural aquí y allí hacían de la mesa una típica postal navideña de
cualquier burgués de la zona. Ya se sabe, hay que guardar las apariencias
siempre, incluso cuando te acabas de levantar, es lo que le enseño su
madrastra, una buena mujer que siempre estaba pendiente de su imagen, como con
ella vivió la mayoría de su vida quizás se había vuelto a su imagen y semejanza
más de lo que él creía y quería.
Llamaron al
telefonillo, era ella. La dejo pasar y poco después el sonido del ascensor se
acrecentaba conforme subía, se acercaba su último plato de la noche y su
impaciencia empezaba a hacerle mella en sus nervios. Cuando escuchó sus tacones
tras la puerta abrió antes de que pudiera tocar el timbre, sus vecinos no
debían enterarse de que hoy tenia visita pues casi siempre se encontraba solo
en el gran apartamento.
–Hola, qué tal
Miguel. Lo siento por el retraso. Es que en Nochebuena Madrid esta abarrotada y
cuesta el doble llegar hasta aquí para tardar otro tanto en aparcar –su amiga
tenia la costumbre de dar explicaciones antes incluso de pedirlas– pero lo
importante es que ya he llegado, mira, te traigo un vino, el más caro que había
en el supermercado, espero que sea de calidad el responsable me ha dicho que es
lo mejor que tenían.
La bese en las
mejillas para hacerla callar pero ella volvió a la carga aún con más ganas, así
era ella, inquieta e incapaz de pensar lo que dice, ¿se creería que esto era un
cita?, seguro que sí, y en cierto modo lo era.
–¿Has llamado
a María?, hoy no he conseguido hablar con ella, no coge el teléfono y siempre
salta el contestador, ¿dónde se habrá metido? Conociéndola estará con un chico
y no querrá salir de donde este.
–Opino igual
–pero no pensaba lo mismo, sabia exactamente en donde la había dejado y desde
luego que no querrá salir de allí. En una eternidad. Al menos hasta que la Policía
dé con su cuerpo.– se lo estará pasando genial en algún antro de por aquí.
Se dirigió
hacia la mesa, ella le dio un escalofrío cuando se cruzó a su lado y la rozo
con sus heladas manos, después de cortar el marisco suponía que era normal tener
las extremidades como el hielo.
–Siéntate por
favor, tendrás hambre después de venir desde Fuenlabrada hasta aquí.
–Que va. Acabo
de salir de trabajar. Ya sabes, las administrativas no descansamos ni en el día
de Nochebuena.
–Quieres un
poco de vino, vaya has traído tinto y estamos con los mariscos. Voy a por una
botella de vino blanco. Puedes empezar a comer si tienes hambre.
Sonó el
tintinear de un tenedor. Empezó sin estar frente a él. Desde luego tenia un
hambre voraz aunque en su situación comenzar antes de lo educado era normal.
Cuando llegó a la mesa con la botella observó como se llevaba a la boca un
trozo de cigala a sus labios de color rosado, tenia una forma especial de
comer, como si degustara el bocado que se lleva a la boca con los ojos.
–Está muy
bueno. ¿Trabajas en algún restaurante, no? No me extraña que hagas estas
presentaciones con unos simples platos.
Descorchó la
botella y sirvió primero en la copa de su invitada para, después de sentarse,
servirse en su copa. Ella fue directamente a tomar el líquido transparente,
tenía ganas de beber, estaba sedienta. Terminó la copa en poco menos de un
minuto.
–¿Quieres
más?, menos mal que tengo botellas de sobra.
–Si. Creerás
que soy una borracha. Acabo de llegar y ya me he bebido una copa y media y casi
ni he probado el plato.
–No pasa nada
–Si te sirve
de consuelo ya estoy saciada.
–Bueno no pasa
nada si te bebes la botella al completo. Aquí hay camas de sobra y no estoy
proponiéndote nada.
–No, me quiero
ir a dormir a mi casa. Ya se sabe. Como en casa en ningún sitio. Home, sweet home.
–Bueno, da lo
mismo, bebe cuanto quieras. Yo te llevo.
La cena
transcurrió entre conversaciones superficiales. Ella se preguntó en el segundo
plato, un buen cordero y frutos rojos, qué hacía allí, él contaba los minutos
para preguntarla qué quería de postre.
–Nada gracias
–¿Seguro?, no
te apetece una café bombón, según dicen me salen deliciosos.
–No, gracias.
No puedo más. Voy a reventar.
–Bueno como
quieras, voy a por la chaqueta y nos vamos. Espera aquí te traigo tu chaqueta.
Abrió el cajón
de la mesilla y escondió en el bolsillo interior su sorpresa de Navidad, seguro
que no se lo esperaba. La escuchaba hablar desde el otro lado del pasillo. Por
favor que se calle ya se decía.
–De acuerdo,
mañana vuelvo a por mi coche. Ni se te ocurra usarlo para irte de fiesta.
–No te
preocupes.
Ella se subió
en su vehículo negro y se dirigió hacia su casa por la autopista, cogió otra
ruta y en poco tiempo llegaron a una carretera en la que sólo se encontraba su
coche alumbrando las líneas discontinuas del asfalto. Llegó un momento en que
no era capaz de encontrar otro auto que el de él. La dijo que iba a tomar un
atajo pero nunca le habían hablado de ninguno y empezaba a desconfiar.
Poco después paró
junto a un árbol que tenia unas luces de blancas que iluminaban la zona, a lo
lejos se apreciaban más como ese siguiendo un largo pasaje en el que había una
pequeña villa con unas enormes rejas negras. Hacía frio y tenia ganas de llegar
a casa.
–¿Por qué
paras aquí?
–Para
enseñarte una cosa.
Abrió la
puerta del copiloto y la dijo que si quería ver su nueva casa, era todo mentira
pero ella no lo sabía. Le siguió. Cuando de la chaqueta sacó un cuchillo se lo
clavó directamente en el cuello cortándole limpiamente una arteria, la sangre
cubrió todo su cuello y sus ojos se perdieron de vista en un punto en el
infinito del espacio. Miraría siempre las estrellas. Para siempre. Tiró el
cuchillo a su lado, los policías no encontrarían nada pues iba con unos guantes
de cuero marrón oscuro.
Entró en el
coche la calefacción le hizo sentirse mejor y se dirigió a su apartamento. Esa
noche tendría unos dulces sueños. Había tenido lo que había querido en la noche
de Navidad, un regalo por adelantado.
Al acelerar no
dejó las huellas de los neumáticos en la carretera, no tenia prisa y sabía
perfectamente que eso era un error que se pagaba caro pero había dejado más de
lo que esperaba.
Al llegar al
portal su vecina, una joven que seguro no tardaría en caer en sus redes le
saludo. Una testigo. Pero no tenia ganas de derramar más sangre. Por hoy tenia
suficiente, su ego estaba saciado. El postre siempre es lo mejor y este había
sido fresco, muy fresco y de calidad, se lo había pasado muy bien.
Se acostó en
su enorme cama y se quedó dormido al poco tiempo. Soñó con ella, pero la
apreciaba como a un espíritu, casi siempre soñaba con sus victimas y sólo era
la tercera. Había logrado un tríptico de féminas. Pero ella era especial. Había
logrado llegar hasta su alma. Un paso más cerca de su felicidad y aunque no
quería reconocerlo dos pasos más cerca de convertirse en un loco.
:-O Habria preferido otro final, pero bueno :-)
ResponderEliminarFeliz Navidad !!!