Lo que dijo Harriet de Beryl Bainbridge
Traducción de Alicia Frieyro
ISBN: 978-84-15979-55-5
Encuad: Rústica
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 240
PVP: 19,95 €
Basada en un crimen
real que conmocionó a la sociedad británica de la época (el caso Parker-Hulme,
retratado por Peter Jackson en su película Criaturas celestiales), Lo que dijo
Harriet relata la historia de dos amigas que se reencuentran durante unas vacaciones
de verano en una localidad playera. Ambas esconden una relación enfermiza.
La
narradora, una chica sin nombre, solitaria e introvertida, se deja llevar por
la corrosiva influencia de la bella Harriet. Entre las dos pergeñan un plan
para seducir al Zar, un hombre mayor e infelizmente casado, y tan fascinante
como repulsivo, sin ser conscientes de las catastróficas consecuencias que
puede causar su degenerado juego de niñas. Un thriller sobre la crueldad de la
infancia y sobre la capacidad del ser humano para manipular y seducir a los
demás. Un cóctel molotov sobre la inocencia y la maldad, y un clásico que
resulta hoy tan subversivo como cuando se escribió.
Harriet
dijo: «Ni se te ocurra, tú camina». Quise girarme y mirar atrás, hacia la casa
oscura, pero ella me tiraba del brazo con fiereza. Cruzamos el prado de la
mano, como dos niñas pequeñas.
No
sabía qué hora era, lo tarde que se nos había hecho. Tan solo tenía la certeza
de que esta vez poco importaba. Antes de llegar a la carretera, Harriet se
detuvo. Pude sentir su aliento en mi rostro, y por encima de su hombro alcancé
a ver las farolas iluminadas y las pequeñas casas, todas dormidas. Levantó la
mano y pensé que me golpearía, pero solo me rozó la mejilla con los dedos.
Dijo: «No te eches a llorar aún».
—Ahora
no quiero llorar.
—Espera
a que lleguemos a casa.
La
palabra «casa» hizo que se me encogiese el corazón, de tan extraño que me
resultaba el lugar: «Cuando llegue, papá ya tendrá mi billete de tren para
regresar al colegio. Lo habrá dejado sobre la mesa del vestíbulo».
—O
detrás del reloj —dijo Harriet.
—Lo
compra solo de ida. Supongo que es más barato.
—Y
podrías perder la otra mitad.
—Sí
—dije.
Permanecimos
un momento mirándonos y se me ocurrió que tal vez fuera a besarme. No lo había
hecho jamás, nunca en todos los años que llevaba amándola. Ella dijo: «Confía
en mí, yo sé qué es lo mejor. Él tuvo toda la culpa. A nosotras no pueden
echarnos nada en cara».
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