El
23 de febrero de 1981 supuso para España uno de los días más confusos y aterradores
para aquellos que contemplaron como asaltaban el Congreso a través de la
televisión o los escuchaban en la radio. Aquel que protagonizó este hecho era
el presidente por aquel entonces, Adolfo Suárez, pero no fue el único al igual
que Tejero, no fue el único que quería acabar con la democracia.
La
novela da comienzo cuando Tejero entra a gritos en el Hemiciclo, se suceden los
disparos y vemos, impasible, a Suárez en su asiento contemplando como entran
disparando y amenazando para que se tiren al suelo. En ese instante comienza a
desgranar el autor a todos aquellos que se encontraban en el lugar a través de
los videos que grabaron los 35 minutos del suceso (de los que sólo hemos visto
once), entrevistas a los protagonistas además de los centenares de libros con
los que se documenta en cada minuto acontecido en el interior.
A
golpe de bisturí se conoce en cada parte de esta novela los hechos, los
protagonistas, los sucesos e incluso, aquellos que planearon el suceso todo
ello a través de la refinada y certera pluma de Cercas que consigue analizar
las perspectivas del suceso desde diversos puntos de vista. El escritor Javier
Cercas ha utilizado la historia para crear una crónica y, al igual, que ha
logrado a través de los útiles de la crónica completar los oscuros y misterios
recovecos que aún, a día de hoy, se encuentran en la historia del fatídico día.
En
definitiva una novela que se centra en tres personajes clave en la situación: Santiago
Carrillo, el general Gutiérrez Mellado y la figura clave, Adolfo Suárez que a través
de un semi-ensayo que avanza en una línea de novela biográfica pero que da lugar
a una crónica completa. Su narración se encuentra entre la historia y la
reflexión de la misma lo que otorga un original punto de vista que, dífilamente,
decepciona al lector a pesar de construir y derribar sus propias hipótesis a lo
largo del texto, todo ello hacía un emotivo fin que, en el epilogo, un breve texto
habla de la relación con su padre, la política y el propio presidente además de
la publicación de esta novela como un mérito que logró llevar a cabo tras mucho
esfuerzo para documentarse y exponiéndole sus opiniones a la luz del recuerdo
de las conversaciones pasadas y las averiguaciones. Para concluir Anatomía de
un instante es una novela completa, original y objetiva que logra que comprenda
mejor el lector lo ocurrido durante el golpe, dentro y fuera del hemiciclo y aquello
que lo llevó a propiciarse.
Recomendado
para aquellos que quieran descubrir el golpe de estado desde un punto de vista
absolutamente objetivo, también para aquellos quieran saber más del ya
fallecido presidente del gobierno por aquél entonces, Adolfo Suárez y por
último para aquellos que deseen que pudo ocurrir a través de las hipótesis y
líneas que abre a lo largo de lo sucedido el autor de la novela.
Extractos:
El caso es que más de una discusión
terminó entre gritos, si no con algún portazo (mi padre, por ejemplo, se
indignaba y se horrorizaba con los asesinatos de ETA; yo no estaba a favor de
ETA, al menos no demasiado, pero entendía que la culpa de todo era de Suárez,
que no le dejaba a ETA otra opción que matar); el caso es también que, pasada
la adolescencia, pasaron las discusiones. Nosotros, sin embargo, seguimos
hablando de política, supongo que porque a base de fingir que nos interesaba
había acabado interesándonos de veras. Cuando Suárez se retiró, mi padre
continuó siendo suarista, votaba a la derecha y alguna vez a la izquierda, y
aunque no dejamos de discrepar para entonces ya habíamos descubierto que era
mejor discrepar que estar de acuerdo, porque la conversación duraba más. En
realidad, la política acabó siendo nuestro principal, casi nuestro único tema
de conversación; no nos recuerdo hablando muchas veces de su trabajo, o de mis
libros: mi padre no era lector de novelas y, a pesar de que yo sabía que leía
las mías y que estaba orgulloso de que fuera escritor y que recortaba y
archivaba las noticias que aparecían sobre mí en los periódicos, nunca le
escuché una opinión sobre ninguna de ellas. En los últimos años perdió poco a
poco el interés por todo, incluida la política, pero su interés por mis libros
creció, o ésa era mi impresión, y cuando empecé a escribir éste le conté de qué
trataba (no le engañé: le dije que trataba del gesto de Adolfo Suárez, no del
23 de febrero, porque desde el principio yo quise imaginar que el gesto de
Adolfo Suárez contenía como en cifra el 23 de febrero); me miró: por un momento
pensé que haría algún comentario o que se echaría a llorar o a reír a
carcajadas, pero sólo esbozó una mueca ausente, no sé si burlona. Luego, en los
meses finales de su enfermedad, cuando ya estaba en los huesos y apenas podía
moverse ni hablar, yo seguí contándole cosas de este libro. Le hablaba de los
años del cambio político, del 23 de febrero, de hechos o personajes sobre los
que años atrás habíamos discutido hasta hartarnos; ahora me escuchaba de forma
distraída, si es que en verdad me escuchaba y, para forzar su atención, a veces
le hacía preguntas, que no solía contestar. Pero una tarde le pregunté por qué
él y mi madre habían confiado en Suárez y de golpe pareció despertar de su
letargo, intentando en vano retreparse en su sillón me miró con los ojos
desencajados y movió sus manos esqueléticas con nerviosismo, casi con furia,
como si ese arrebato fuera a devolverle por un momento el mando de la familia o
a devolverme a la adolescencia, o como si lleváramos toda la vida enredados en
una discusión sin sentido y se hubiera presentado por fin la ocasión de
zanjarla. «Porque era como nosotros», dijo con la voz que le quedaba. Iba a
preguntarle qué quería decir con eso cuando añadió: «Era de pueblo, había sido
de Falange, había sido de Acción Católica, no iba a hacer nada malo, lo
entiendes, ¿no?».
Editorial: Mondadori
Autor: Javier CercasPáginas: 480
Precio: 21,90 euros
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