La
pareja de sargentos Bevilacqua y Chamorro se adentran en un caso que se sitúa
en Madrid, un hombre ha aparecido muerto con dos tiros en la nuca en el
ascensor de su bloque, donde de la noche a la mañana sus vecinos se le
encuentran. Todo parece llevar a la conclusión de que todo es un trabajo de un
especialista a pesar de la poca importancia que parece desprenderse de la
víctima, la cual tiene algunos antecedentes menores por tráfico de drogas y
violencia de género.
Vila
se encuentra al llegar a la comisaria con el “nuevo”, Arnau, un joven guardia que poco a poco irá acercándose y
consiguiendo que sus compañeros confíen en él. Todos ellos se preguntan que
esconden las denuncias que pesaban sobre la víctima y en qué oscuros asuntos estaba introducido
este individuo de aspecto poco peligroso y lector de grandes filósofos.
Silva
describe en esta novela cómo la justicia se mueve cuando entra un oscuro caso,
como el que relata el protagonista. El maltrato, los derechos, el tráfico de
drogas e incluso la corrupción en la justicia centran la historia pero además,
el autor, consigue que a través de la investigación consigamos ver la
resolución y el desarrollo del caso que detalla con gran realismo. Al
protagonista de la misma, el sargento Vila, se encuentra con una curiosa
víctima, pues como él lee a grandes filósofos e incluso gusta de pintar pequeños
soldados de plomo. En definitiva una novela que nos acerca hasta el mundo de
las investigaciones, los jueces, abogados y todo ello en torno a la continua interpretación
de las leyes de forma engañosa. Esta es la sexta entrega en la que aparecen la
pareja de guardias civiles los cuales nos bridan en esta novela una mordaz
crítica con la mayoría de aquellos entes públicos que se cruzan en su camino
todo ello con diálogos naturales y fluidos que aportan agilidad en su lectura.
Recomendado
para aquellos que les gusten los investigadores realistas, cargados de
sabiduría debido a los años que llevan a sus espaldas y que se muevan en un
mundo solitario. También para aquellos que quieran hallar en esta novela los
vestigios que muestran la corrupción en España como los oscuros manejos del
crimen organizado en la noche de Madrid y el descalabro de la burbuja
inmobiliaria como sus consecuencias en la ciudadanía pues la historia se desenvuelve
en torno a una semana de la primavera del 2009.
Extractos:
Arnau salió como una exhalación. El
pobre todavía tenía demasiado cercanos los días de la academia de guardias,
donde el ser humano en trance de transformación en picoleto aprende a vivir la
disciplina a la carrera. Ya se le pasaría, como a todos. En cambio, el ritmo al
que yo emprendí la marcha hacia las escaleras fue el más pausado que era capaz
de imprimir a mis pasos, y si hubiera sido fumador habría aprovechado incluso
para echarme un cigarrito. Me crucé con los empleados de la funeraria, que ya
retiraban el cadáver y lo trasladaban al furgón que lo conduciría al depósito
para ser sometido a la autopsia. Eran, cómo no, dos sudamericanos, y al verlos
pensé que poco a poco y sin hacer ruido iban alcanzando un inquietante control
sobre nosotros, a medida que les encargábamos ocuparse de todas nuestras miserias,
que son las que más nos exponen. Por ejemplo: calculé que serían ellos los que
vendieran a la prensa todos los detalles respecto de las heridas que presentaba
el cadáver, abriendo así la primera vía de agua en el casco de esa frágil
barquita llamada pomposamente secreto del sumario. Y no se lo reprochaba, como
tampoco podía impedírselo. Está chungo sacar adelante a tu familia con el
salario mínimo, y más a los precios siderales que alcanza el alquiler del metro
cuadrado a cubierto en ese valhalla de la especulación que es la Comunidad de
Madrid.
—Respira, Jack Jack, que por ahora
no tendrás que negarme como Pedro a Cristo —bromeé—. Ahí atrás no ha ocurrido
nada.
—No sé yo… ¿Por qué no ha querido
informarle?
—Por lo que le he dicho. No está en
la investigación, hay un secreto del sumario, y en este oficio, como en el
póquer, no se gana nada enseñando las cartas que vas juntando a todo el que
pasa.
—Si puedo hacer una observación…
—Claro, pequeño saltamontes. Observa.
—Eso que dice lo entiendo, pero ha
estado un poco chulo, ¿no?
—Psé. Puede ser. Lo que no me ha
dado la gana es dejarle a él que me chuleara a mí, que era a lo que venía desde
que ha entrado por la puerta. Como dicen en la tele cuando hacen experimentos peligrosos,
tú no intentes repetirlo en casa. Son alardes que a los viejos nos perdonan, o
nos los podemos hacer perdonar, pero que a ti todavía pueden costarte un
disgusto. Y que tampoco sirven para nada.
—En esto, por una vez, no pensaba
tomar ejemplo.
—Juiciosa actitud. ¿Dónde has
dejado el coche de la chica?
—Lo he aparcado cerca de la entrada. No tiene pérdida.
—Muy bien. Pásame las llaves.
Editorial: Destino
Autor: Lorenzo SilvaPáginas: 384
Precio: 18,50 euros
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